Desde que en 1961 la entonces Unión Soviética pudo colocar en órbita el Sputnik I, la humanidad ha visto como crece el número de estos aparatos alrededor de la Tierra.

Gracias a los satélites, ámbitos como el de las telecomunicaciones se han visto beneficiados y actualmente es posible ver en vivo eventos que tienen lugar en otros continentes a través de la televisión, además de que las llamadas de larga distancia se pueden realizar por esta vía, así como el acceso a Internet.

Además, la meteorología y la revisión de amplias zonas de la Tierra ha ayudado a comprender algunos de los fenómenos asociados a estos temas, sin dejar de mencionar los experimentos que se han realizado gracias a los satélites, incluso asuntos militares.

Pero lo que en la actualidad llama la atención no es la utilidad y versatilidad de los satélites, sino la cantidad de naves que se encuentran en órbita, que supera las 2 mil unidades, algo a lo que hay que sumar la cantidad de la llamada basura espacial –partes de satélites, de etapas de lanzamiento o de naves que se quedan sin combustible— algo que preocupa a las agencias espaciales por el riesgo de que puedan dañar equipos en un lanzamiento.

Pero se trata de un número de satélites que no hará sino crecer, en especial con proyectos como StarLink que busca llevar Internet satelital a cualquier punto del planeta y que busca colocar miles de satélites en órbita.