En el marco del Día de la Armada —domingo 31 de julio—, el presidente ruso Vladimir Putin suscribió, en la antigua capital imperial de San Petersburgo (fundada por el Zar Pedro el Grande) una nueva doctrina naval en la que clasifica a “Estados Unidos de América como el principal rival y amenaza para Rusia”. Al mismo tiempo, el mandamás del Kremlin anunció que la flota de guerra de su país recibirá en “los próximos meses” un nuevo misil de crucero hipersónico Zircón; y expuso las ambiciones marítimas globales rusas en áreas estratégicas por lo que la Federación instalará nuevas bases en el Pacífico y en el Mediterráneo, amén que se intensificarán las actividades de su flota en el Mar Negro, el Mar de Azov y en el Ártico.
En su mensaje de la festividad naval, Putin hizo memoria del histórico zar, mandatario que convirtió al Estado ruso en una potencia marítima mundial en el siglo XVIII, algo que siempre ha fascinado al actual mandatario que surgió de las filas de la desaparecida KGB (Komitet Gosudárstvennoi Bezopábosti: Comité de Seguridad del Estado), tercer sucesor de la Cheka que a sus vez sustituyó a la GPU, la temible Dirección Política Estatal Unificada (Policía Secreta) de la URSS.
De acuerdo con la nueva doctrina naval de Putin, las mayores amenazas a la seguridad marítima de la Federación Rusa, son la búsqueda de EUA del dominio de los océanos y la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Los nuevos lineamientos se exponen en un documento de 55 páginas, que establecen los objetivos estratégicos de la Marina: “Los intereses nacionales de Rusia como gran potencia marítima se extienden a todos los océanos y al Mar Caspio”, reza el documento firmado por Vladimir Putin en la fortaleza de Pedro y Pablo de San Petersburgo.
En pocas palabras, Moscú enfrenta cualquier posible injerencia en sus intereses en el Ártico, el Caspio o en el Mar de Ojotsk, los mares Negro y Azov, arrebatados a Ucrania; el Báltico; las islas Kuriles, cuya soberanía reclama el gobierno de Tokio, en el Mediterráneo oriental y los estrechos que permiten el paso a Asia y a África. En el Ártico, Moscú planea incrementar su capacidad para responder a “la actividad militar de Estados extranjeros en las aguas de la Ruta del Mar del Norte”. Así como la expansión de la infraestructura militar en la península de Crimea, anexada a Rusia, además de la ampliación de la flota de nuevos submarinos. También se planea la construcción de astilleros militares en el Lejano Oriente con la capacidad de construir portaaviones. Actualmente Rusia tiene un solo navío con estas características, mientras que EUA cuenta con once. La nueva doctrina destaca el interés en incrementar la cooperación militar-naval con la India, Irán, Arabia Saudita e Irak. Rusia intenta, desde hace varios años, encontrar alternativas estratégicas a sus tradicionales socios europeos. La Armada Rusa, que abandonó en 2001 su base naval en Cuba (Lourdes) y en 2004 la de Vietnam (CamRahn), reanudó en 2008 las patrullas por todo el mundo, incluido las zonas de responsabilidad de la OTAN. En fin, el documento enumera a”los principales desafíos y amenazas a la seguridad nacional y el desarrollo sostenible” de la Federación Rusa en el ámbito marítimo.
De todos los enunciados, resalta el que se refiere a la principal amenaza para Rusia: “el rumbo estratégico de EUA al dominio en el océano mundial (sic) y su influencia global sobre la evolución de procesos internacionales, en particular, aquellos que están relacionados con el uso de las vías de transporte y los recursos energéticos en el océano”. Y, se resalta el deseo de Washington de asegurarse la superioridad abrumadora de sus fuerzas navales.
El documento dice: “Hemos marcado abiertamente las fronteras y zonas de los intereses nacionales de Rusia, tanto las económicas como las estratégicas que son vitales. Garantizarnos su defensa de manera firme y por todos los medios”. Lenguaje bravucón.
Respecto al nuevo misil que se dotará a la flota de guerra, Putin sentenció: “Nuestra flota es capaz de infligir una respuesta fulminante a todos aquellos que decidan atentar contra nuestra soberanía y libertad”. El misil Zircon es “capaz —según fuentes rusas—, de alcanzar una velocidad Mach 9 (más de 11,113.2 kilómetros por hora) y un alcance de vuelo de más de mil kilómetros. El mandatario ruso califica al misil de “invencible” y sus pruebas empezaron desde octubre de 2020. Una familia de nuevas armas. Será la fragata Almirante Gorvachov el primer navío que contará con estos misiles. Su zona de trabajo será dispuesta en función de los intereses de seguridad de Rusia. Agregó Putin: “La patria es una noción sagrada y defenderla es un deber y el sentido de la vida para cada uno de nosotros”; palabras que escucharon el domingo 31 de julio los participantes en la parada naval que tuvo lugar en San Petersburgo, la vieja ciudad puerto que durante más de dos mil años fue la capital imperial rusa, en donde se reunieron más de 40 barcos y submarinos, con la presencia de alrededor de 3,500 marinos y militares con motivo del Día de la Flota Rusa, que se celebró en todo el país.
Por otra parte, en la exposición de la nueva doctrina naval rusa no se refiere a Ucrania; sin embargo, incluso antes del 24 de febrero, Moscú utilizó su flota para ahogar la economía de Kiev al impedir el uso de las vías marítimas a lo largo del litoral, al igual que el paso al mar de Azov. Asimismo, cuando se inició el ataque ruso no había ni un solo navío de la Alianza Atlántica con la suficiente fuerza en el Mar Negro, ya que los aliados trataban de minimizar la posibilidad de inmiscuirse en el enfrentamiento que se avecinaba. A su vez, la “armada” ucraniana estaba ya muy debilitada en 2014. Cuando Ucrania fue invadida por el ejército ruso, su única fragata estaba en reparación.
Lo cierto es que la armada rusa está involucrada absolutamente en la invasión bombardeando el puerto de Mariupol durante el asedio que duró casi 90 días. Después de que esta ciudad cayó, Rusia festejó la conversión, de hecho, del mar de Azov en su lago interior.
Además, la sola presencia de los navíos de guerra en la zona fue una constante amenaza para Odesa y otros puertos al iniciarse la invasión, incluso se temió que los marinos desembarcaran. Tanto los barcos de guerra como los submarinos rusos están equipados con misiles Kalibr de largo alcance que atacan repetidamente blancos en todo el territorio ucraniano.
También es cierto que la flota rusa ha perdido varios de sus naves, y que el hundimiento —debido a la explosión de municiones de su arsenal cuando se trasladaba a puerto seguro, dijeron en Moscú—, del buque insignia Moskva (uno de los dos únicos cruceros que tenía) fue “muy dolorosa”. La otra versión de esta pérdida fue que Ucrania utilizó sus misiles anti-marina Neptun en una cuidadosa maniobra para echar a pique la simbólica nave, mientras que Rusia negó dicho ataque. El asunto es que parte del equipo del Moskvasigue en el misterio. Varios miembros de la tripulación continúan desparecidos mientras que sus familiares no cesan en sus intentos por conocer la verdad de lo sucedido.
Los corresponsales cuentan que la armada rusa también tuvo que abandonar la pequeña isla de las Serpientes, cerca del estuario del Danubio, después de que Kiev utilizó la aviación y la artillería para hundir pequeños barcos rusos que navegaban en la zona. Es evidente que el funcionamiento de sistemas efectivos de misiles anti-marina en el litoral ucraniano actúa como elemento disuasorio que aleja a la mayoría de los barcos rusos en una zona segura, a lo largo de la costa de Crimea. Asimismo, el gobierno de Estambul, cobijado por la Convención de Montreux de 1936, impidió el paso por los históricos estrechos del Bósforo y los Dardanelos a todos los buques rusos que no tuvieran base en el Mar Negro, impidiéndoles reforzar su flota en la zona con barcos de guerra adicionales. No obstante, la presencia rusa en el Mar Negro es considerable. El domingo 31 de julio buques de guerra rusos estaban en mar abierto con 32 misiles Kalibr a bordo. En suma, la guerra va para largo.
En tales circunstancias, nadie puede ignorar que el contexto mundial es complejo, alimentado por dos circunstancias específicas: la aparición y las consecuencias de la pandemia del COVID19, y las terribles consecuencias de la invasión rusa a Ucrania, lo que ha provocado desajuste en las cadenas de suministro de alimentos básicos (sobre todo granos que se producen en los campos ucranios), escasez, baja productividad, y la imparable inflación en el mundo. Hay posibilidad de hambruna en varias naciones pobres.
Ante panorama nada halagüeño el lunes 1 de agosto, en la décima Conferencia de Revisión del Tratado de No proliferación de Armas Nucleares (TNP), en Nueva York (EUA), Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en tono grave advirtió que la Humanidad está al borde una catástrofe nuclear y actualmente se enfrenta a un nivel de peligrosidad que no se veía desde los más críticos momentos de la guerra fría.
El funcionario internacional, al presidir la citada décima conferencia del TNP —que cuenta con 191 países firmantes y que está en vigor desde el 5 de marzo de 1970–, claramente advirtió: “Hoy, la humanidad está a un malentendido, a un solo error de cálculo de la aniquilación nuclear…Hemos tenido una suerte extraordinaria hasta ahora. Pero la suerte no es una estrategia, ni un escudo para impedir que las tensiones geopolíticas degeneren en un conflicto nuclear”.
En vísperas del 77 aniversario del lanzamiento de EUA de las bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial —6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente—, el diplomático portugués aseguró que la Humanidad está “olvidando las lecciones de aquellos terroríficos fuegos”. Una vez que Guterres destacó los actuales conflictos del Oriente Medio a la península de Corea —dividida en dos países hermanos, así como la invasión rusa a Ucrania, hizo un llamamiento al mundo para que “se deshaga de sus armas nucleares”, ya que es la “única garantía que nunca se utilizarán”. “Con 13 mil armas nucleares” en los arsenales, hasta ahora la Tierra ha evitado “el error suicida de un conflicto nuclear” gracias a una “combinación de compromiso, juicio y suerte”, pero eso puede cambiar, advirtió.
Por otra parte, en un acto que muchos diplomáticos reunidos en el legendario edificio de la ONU —la famosa casa de cristal a orillas del East River neoyorquino— tomaron con reticencia, en una carta enviada a la citada conferencia del TNP, el presidente de Rusia, Vladimir Putin dijo algo obvio; que en una guerra nuclear “no puede haber ganadores” y “nunca debe desencadenarse”, antes de asegurar que la Federación Rusa se mantiene fiel a la “letra y el espíritu” del TNP y sigue comprometida a cumplir con todas sus obligaciones. Al leer la carta del jerarca ruso, el que ordenó la invasión militar a Ucrania hace casi medio año, hubo muchos levantamientos de ceja. No era para menos.
Al respecto, hay que recordar que en el mes de enero pasado, las naciones líderes del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares —EUA, China. Francia, Rusia y Gran Bretaña, curiosamente los mismos que tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas—, recordaron la misma advertencia de Putin, solo que el lunes 1 de agosto únicamente EUA, Gran Bretaña y Francia reiteraron su compromiso en una declaración conjunta. Las tres potencias nucleares también señalaron a Rusia, país al que pidieron respetar sus compromiso nucleares.
La tríada occidental agregó: “Tras la agresión no provocada e ilegal contra Ucrania, instamos a Rusia a cesar su retórica nuclear y su actitud irresponsable y peligrosa”. A su vez, el presidente Jorge Biden, aclaró que “volver al acuerdo es el mejor resultado para EUA, Irán y el mundo”, al tiempo que instó a Rusia y China a entablar conversaciones sobre el control de armas nucleares afirmando que especialmente Moscú tiene esa responsabilidad desde su invasión a Ucrania.
Creo, que esa “responsabilidad” no únicamente la tiene Rusia, sino EUA y todas las potencias nucleares. Todos tienen que actuar de consuno para que de una vez por todas la amenaza nuclear no amenace la supervivencia del planeta. Esa es mi utopía. VALE.