He aquí una investigación internética, apoyada por libros de cine, mero placer historiográfico, de la filmografía de Orson Welles. Antes de El ciudadano Kane (Citizen Kane, Estados Unidos, 1941), su obra maestra más famosa, de la que ya se ha comentado y escrito mucho, corealizó, con William Vance, The Hearts of Age (Estados Unidos, 1934), cortometraje del que se dice que es un ejercicio vanguardista, y Too Much Johnson (Estados Unidos, 1938), dada por perdida y encontrada en 2013, basada en una comedia teatral de William Gillette, y realizada según la técnica del cine silente, al estilo de Mack Sennett, unos de los grandes maestros de la comedia cinematográfica norteamericana.

Después de Citizen Kane, Orson Welles realizó El cuarto mandamiento (The Magnificent Ambersons (Estados Unidos, 1942). Se comentó: “Isabel Amberson, hija de una poderosa familia, ha preferido casarse con Wilbur Minafer a hacerlo con Eugene Morgan, pequeño fabricante de automóviles, a quien, sin embargo, ama en secreto. Su hijo, insoportablemente orgulloso, le impedirá, una vez viuda, casarse con el industrial. Pero, a su vez, será despreciado por la hija de este. Por culpa de diversas concesiones comerciales, la intriga sentimental pasa a primer término, cuando el drama tenía su fundamento en el tema social: el hundimiento de una sociedad burguesa dominada y, luego, aplastada por el desarrollo de la industria. Sin embargo, es el paso del tiempo el que ocupa el primer puesto en esta obra fascinante, modificando a los personajes, su mentalidad, su manera de ser. Toda una época vive sus últimos instantes en un universo barroco y genial” (Jean Mitry).

It`s all True (Comenzada en 1942, Francia, 1993), editada por Bill Krohn, Myron Meisel, Richard Wilson y Norman Foster. Merece un  documental, incluido un comentario crítico, si pudiera verla. Orson Welles envió a Norman Foster a filmar la parte Mi amigo Bonito (My Friend Bonito), inspirada en el guion de Robert Flaherty, sobre la relación de un niño con un toro de lidia que es indultado por su bravura. En esta año, también filmó Tanques (Estados Unidos, 1942, película desconocida e inédita.

El extraño (The Stranger, Estados Unidos, 1946) y La dama de Shanghai (The Lady from Shanghai, Estados Unidos, 1947). Inquietantes película del género negro que, para Peter Cowie, son dos estudio sobre el mal. La primera, narra la persecución de un nazi, por un inspector de la Comisión de Crímenes de Guerra. El inspector, por fin lo descubre cuando el nazi comenta: “Karl Marx no era alemán, era judío”. En la segunda, “el mal acecha bajo la superficie y es tanto más sórdido y odioso cuando surge al final.  Durante mucho tiempo… todo mundo y nadie parecen culpables. Pero en el universo de Orson Welles el precio del pecado es la muerte, y el personaje femenino y su marido están condenados, con toda seguridad. Partes de la película son, como en El extraño, embarazosas, pero en general es mucho más lograda; todo parece más cercano a la sensibilidad de Orson Welles. El tema, las imágenes, los escenarios, el desarrollo, pero no es un poema, es una extraordinaria prosa, sin utilizar el término en ningún sentido despreciativo. Los efectos difíciles de lograr… son, más bien, el equivalente de aquellos pasajes en que los grandes novelistas alcanzan de pronto un nivel extraordinario” (Peter Cowie).

Macbeth (Macbeth, Estados Unidos, 1947) y Otelo (Otelo, Estados Unidos, 1952). La primera, “teatral  en su forma y en su concepción, la adaptación opone, a las puestas en escena clásicas de Laurence Olivier, una interpretación áspera, salvaje, preelisabeliana del drama y de los personajes. Su estruendosa originalidad implica el rechazo o la aceptación total de las ideas wellesianas. No es el Macbeth de Shakespeare ilustrado por Orson Welles, sino Orson Welles dando a Macbeth dimensiones diferentes, no menos shakesperianas que las de William.” En la segunda,  “el espectador es preparado de inmediato para el tono de Otelo de Orson Welles, por su secuencia que precede a los créditos, que salta directamente al final de la obra y da a conocer el desenlace de la tragedia… de modo que la atención puede concentrarse en cómo se desenvuelve el argumento, más que en el resultado al que va a conducir. Un iris-in (aparición gradual de una imagen o escena a través de la expansión de un círculo) revela el rostro hacia arriba de Otelo muerto, cuando va a ser llevado a su descanso final. La profunda música resonante, apoyada por el coro que entona un solemne canto fúnebre acompaña la escena, mientras el cortejo desfila lentamente junto a las murallas almendradas. Las figuras negras, encapuchadas, contra el cielo, evocan Electra o El sétimo sello y la muerte figura de Otelo recuerda los versos de Milton: … la grandiosa Tragedia se adelanta en real palio” (Peter Cowie).

Reporte confidencial (Mister Arkadin, Francia, 1955). “El traficante de armas Gregory Arkadin utiliza a Van Stratten, joven aventurero enamorado de su hija, para encontrar los testimonios de su pasado. A medida que la encuesta progresa, los personajes interrogados son asesinados. Amenazado a su vez, Van Stratten sugiere a Arkadin que sólo una persona conoce de verdad todo su pasado: su propia hija Reina. Arkadin, desesperado, se suicida tirándose desde su avión, mientras que Reina lanza una mirada de desprecio a Van Stratten y se aleja. Una de las obras de arte de Orson Welles. Después del tema del yo impenetrable (El ciudadano Kane), he aquí el tema del pasado, cuyas huellas son indelebles. Tras haber tomado a W. R. Hearst por modelo, parece que Orson Welles se haya inspirado esta vez en el legendario Basil Zaharoff, pero su film sobrepasa la realidad verdadera o falsa, para alcanzar, a través de una especie de realismo mágico, el sentido moral y el metafísico de un tema universal. La forma se inspira en un expresionismo  resplandeciente. Elipsis, escorzos, saltos atrás, componentes de un movimiento que se convierte, él mismo, en símbolo y materia expresiva” (Jean Mitry).

La tierra de los vascos (The Land of the Basques, 1955). “No son mediterráneos, ni alpinos, magiares, celtas, germanos, semíticos, escandinavos, ni arios. Nadie sabe quiénes fueron sus antepasados. Según ellos, Adán y Eva eran vascos puros. Son como los pieles rojas de América. Estaban aquí antes de que llegaran otros europeos. Hablan una lengua propia y extraña de origen desconocido. No. Los que aquí viven no son ni franceses ni españoles. Son vascos, y el surgimiento y caída de otras repúblicas y de otros reinos nunca les han hecho olvidar que son… vascos” (Orson Welles).