Sin el cráter de Chicxulub tal vez no estaríamos aquí, ya que los dinosaurios seguirían reinando en la tierra, agua y aire, como lo hicieron por más de 150 millones de años, cuando un asteroide de 12 kilómetros de diámetro abrió un agujero de unos cien kilómetros de ancho y 30 kilómetros de profundidad, que poco después dejó un cráter de 200 kilómetros de ancho y pocos kilómetros de profundidad, en el puerto de Chicxulub.

Actualmente ese cráter se encuentra en parte en altamar, bajo 600 metros de sedimentos y en parte en tierra, cubierto de piedra caliza, con su borde trazado por cenotes. Lo extraordinario es que ese asteroide pudo no haber sido el único que cavó la tumba de los dinosaurios.

 

Un cúmulo de eventos inesperados

El 12 de agosto pasado, un grupo de investigadores encabezados por Uisdean Nicholson, de la Universidad Heriot-Watt de Edimburgo, Escocia, informaron de otro asteroide, de cerca de medio kilómetro de diámetro, que pudo haber acompañado al del cráter de Chicxulub, pero a 400 kilómetros de la costa de Guinea en África Occidental, con un diámetro de 8.5 kilómetros y a 300 metros por debajo del lecho marino.

En el trabajo The Nadir Crater offshore West Africa: A candidate Cretaceous-Paleogene impact structure (El cráter Nadir en altamar en África Occidental: candidato a estructura de impacto del Cretácico-Paleógeno), publicado en la revista Science Advances en agosto pasado, los investigadores formulan la hipótesis de que “esto se formó como parte de un cúmulo de impactos en el tiempo cercano o por la ruptura de un asteroide padre común”.

Lo cierto es que la caída del asteroide en Chicxulub desencadenó una serie de fenómenos que convirtieron al planeta en un lugar poco hospitalario, con bosques en llamas, costas sacudidas por tsunamis de algunos kilómetros de altura, sismos de gran magnitud en tierra firme, grandes cantidades de roca vaporizada y cenizas y polvo que impidieron el paso de la luz solar a la Tierra. En ese mundo incendiado, pero con baja temperatura ambiental por la falta del calor solar, se extinguió buena parte de la flora y la fauna.

Entre las grandes pérdidas, la de los dinosaurios fue la más importante ya que ocupaba prácticamente todo el nicho del planeta: tierra, agua y aire; además de los tiranosaurios y los triceratops, también los había con pico de pato, de cuello largo, una variedad muy amplia que se extinguió porque no pudo adaptarse a esas nuevas condiciones ambientales y dejó el planeta, lo que dio oportunidad a los mamíferos de evolucionar.

 

Un mundo por conquistar

Al final del reinado de los dinosaurios, los mamíferos comenzaron a ocupar su lugar, gracias a su pequeño tamaño y hábitos alimentarios, muchos de ellos eran insectívoros, algunos comían semillas y vivían en árboles o bajo la tierra. También había marsupiales carnívoros, como el didelphodon, de unos cinco kilogramos de peso, del tamaño de un gato doméstico, pero semejante a la nutria.

Esa diversidad también desapareció, se estima que nueve de cada diez especies de mamíferos se extinguieron junto con los dinosaurios. Pero otros, de poco tamaño, sobrevivieron porque eran muy semejantes a las ratas, ya sin sus depredadores fueron parte de la fauna del desastre, calificativo que se dio a los sobrevivientes del asteroide.

Se pensaba que el proceso evolutivo de los mamíferos había sido muy lento, pero en poco tiempo (en unos cuantos miles de años) se pasó del tamaño de un roedor a las dimensiones de un gato, según se ha comprobado por el descubrimiento de tres especies descubiertas en 2020 en la Cuenca de la Gran División de Wyoming: Miniconus jeanninae, Conacodon hettingeri y Beornus honeyi, de la orden de condilartros, que sobrevivieron al Cretácico y vivieron hasta el Oligoceno, hace unos 23 millones de años.

Estos y otros mamíferos sobrevivieron porque no estaban especializados, los que comían semillas fueron muy afortunados, porque algunas de ellas quedaron en estado de latencia, con sus propiedades intactas. Su disponibilidad para los animales y su dispersión ayudó a que volviera a crecer la vegetación. Así los ecosistemas se fueron recuperando y los mamíferos empezaron a ocupar los nichos que habían dejado vacíos los dinosaurios.

La ausencia de esos depredadores permitió que los mamíferos repoblaran el planeta con sus especies en agua y tierra, las cuales evolucionaron, se especializaron y diversificaron en tamaño, así como en habilidades en diferentes hábitats.

De los vertebrados terrestres surgieron los primates homínidos que comprenden a los orangutanes, los gorilas, los chimpancés, los bonobos y los humanos. Estos y muchos mamíferos no habrían surgido sin el cráter de Chicxulub.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico