El investigador Luis Felipe Pérez, que está ordenando el archivo de la escritora María Luisa, la China Mendoza, se encuentra a cada rato este nombre sobre todo en la correspondencia de Sergio Pitol y Carlos Monsiváis con la China. Le dije lo que acostumbro comentar con mis alumnos. Para los famosos Carlos Fuentes, Porfirio Muñoz Ledo, Pitol y Monsiváis, Luis era un personaje. Fuentes le dedica uno de los extraordinarios cuentos de Los días enmascarados y Sergio, aunque públicamente asegura que se inspiró  en tal o cual intelectual para sus personajes de El desfile del amor, la verdad es que Ida Werfel le roba un montón de frases a Luis y el personaje de Pedro Balmorán le debe mucho a una caricatura de una militante del Partido Comunista que Luis designaba como La Seca. Y ya que mencioné la palabra caricatura, Monsiváis decía que  Luis Prieto Reyes era “el mejor caricaturista verbal de México”.

Cuando Cuauhtémoc Cárdenas se lanzó a la presidencia de México, le dijo a Luis: Me van a atacar, así que no me vuelvas a hablar, porque quiero que continúes en el Centro de Estudios Lázaro Cárdenas, un centro de historia oral, en Jiquilpan, Michoacán, que Luis Prieto dirigió hasta su muerte.

Fue colaborador de Lázaro Cárdenas, lo que hoy llamamos “su asistente”, tanto así que cuando Cárdenas murió, Doña Amalia lo puso a la puerta a decidir quién podía pasar a la casa y quién no. Era tremendo. Como cada rato el general Cárdenas lo mandaba a actos políticos en su representación, Luis se hacía acompañar, al azar, de alguna de las secretarias. Al llegar al acto, en secreto, le indicaba al organizador “trate bien a la señora, es el segundo frente del general”. Sobra decir que nadie aclaraba con la interfecta, el porqué se convertía en reina por un día.

Ya dije que era tremendo. Una vez, él y Selma Beraud, la actriz del grupo de Héctor Azar, que era su cómplice en todo, invitaron a un homenaje a Ermilo Abreu Gómez en casa de Lourdes y Juan Guerrero en los edificios Condesa. Aseguran que invitaron a 100 personas, quizá sólo 50 que fueron llegando a casa de Lourdes y Juan, que no sabían nada de la supuesta fiesta en honor de don Ermilo. A los primeros en llegar,  les dijeron cortésmente que quizá era en el departamento de arriba o tal vez en el de abajo, pero cuando abrieron la puerta por enésima vez y estaban Don Ermilio, el autor de Canek y la prestigiada poetisa Margarita Paz Paredes, su esposa, los corrieron a gritos. “En desagravio” a la pareja, hicieron una fiesta en casa de Selma y como Luis era maestro en un juego, que no se puede calificar  de salón, que se llamaba La Tarántula y que consiste en tomarse de los hombros e ir girando hasta que los participantes pierden el equilibrio y caen unos sobre otros. Como en casa de  Selma, la Tarántula era china, todos se despojaron de los zapatos y Selma se ocupó de tirarlos a la casa de junto, que era, creo, de una de las hijas de Lombardo, que furiosa por las fiestas de Selma, se negó a regresar los zapatos y a las tres de la mañana se fueron Don Ermilo y Doña Margarita, contentos, pero descalzos y muertos de frío.

Por último, arrojando alimentos del refrigerador al techo, se dice que destruyó la casa del pintor Kasuya Sakai y la del escritor Jaime del Palacio. Yo lo vi arrojar lo del refrigerador a los coches estacionados afuera de la  casa de Pepita Gómez, la que con el tiempo sería la viuda del historiador Edmudo O´Gorman. En mi casa, a mis ruegos, Luis se comportaba “como en Versalles” y parecía no romper ni un plato.

Un México a través de los Prieto es un libro suyo que merece volverse a editar y lo mismo su entrevista a Gilberto Bosques, que se completa con testimonios.