Los edulcorantes (sustitutos del azúcar) más comercializados en el mundo, han sido estudiados desde que comenzó su consumo masivo como sustitutos del azúcar o glucosa y en especial, en los últimos años por el aumento de la obesidad y diabetes en el mundo.

Las numerosas investigaciones sobre sus efectos cancerígenos han sido descartadas por las principales instituciones gubernamentales de salud, por lo que ha continuado su uso. Sin embargo, nuevos estudios parecen indicar que contradictoriamente aumentan los niveles de glucosa en sangre.

 

Las investigaciones sobre la salud

La sacarina fue el primer edulcorante (sustituto del azúcar) comercializado para consumo humano, a principios del siglo pasado; posteriormente se descubrió el aspartame, en 1965, comercializado con el nombre de NutraSweet; luego la sucralosa, en 1976, conocida como Splenda; por último, la estevia (Stevia rebaudiana), utilizada ancestralmente por los guaraníes, empezó a extenderse su consumo comercial desde finales del siglo pasado.

Estos cuatro edulcorantes han sido investigados para comprobar su inocuidad; tanto la sacarina, como la sucralosa y el aspartame han sido considerados como sustancias cancerígenas en algunos estudios; sin embargo, investigaciones posteriores han puesto en duda que efectivamente sean factores causantes de cáncer.

Además de las investigaciones que contradicen los estudios iniciales, el uso de los edulcorantes ha sido defendido por las firmas que los produce, las cuales han pretendido descalificar cualquier investigación que revele efectos secundarios para la salud, como fue el caso de un estudio de 2014.

En ese año, el microbiólogo Jotham Suez, de la Universidad Johns Hopkins, publicó una investigación en la que encontró que los edulcorantes podían provocar obesidad y problemas como diabetes y enfermedades cardiovasculares en ratones, porque los edulcorantes cambiaron sus bacterias intestinales (microbioma) que desempeñan un papel importante en la regulación del apetito y almacenamiento de grasa.

Por supuesto que las compañías se apresuraron a señalar que eso sucedía en ratones, no en humanos, por lo que no era válido. Y tenían razón, pero ocho años después, Suez realizo una investigación en personas, con resultados semejantes en sus bacterias intestinales.

En el trabajo Personalized microbioma-driven effects of non-nutritive sweeteners on human glucosa tolerance (Efectos personalizados impulsados por el microbioma de los edulcorantes no nutritivos en la tolerancia a la glucosa humana), publicado en la revista Cell, el 1 de septiembre pasado, Suez con el inmunólogo Eran Elinav del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel y otros colaboradores, señaló los resultados de una investigación con los cuatro edulcorantes.

 

Los paradójicos edulcorantes

En 120 adultos sanos, divididos en seis grupos, durante dos semanas se evaluaron los efectos de sobres de sacarosa, aspartame, sucralosa y estevia, a los que se les agrega rutinariamente azúcar como vehículo, en dosis inferiores a las que se recomiendan. El quinto grupo recibió una cantidad equivalente de glucosa (cinco gramos) y el sexto no recibió ningún edulcorante ni glucosa.

Los resultados fueron que los grupos que recibieron edulcorantes tuvieron alteraciones funcionales en sus microbiomas, ya que se encontró un aumento de los niveles de azúcar en sangre.

“Es importante destacar que, al realizar un trasplante fecal extenso de microbiomas humanos en ratones libres de gérmenes, demostramos un vínculo causal e individualizado entre los microbiomas alterados por edulcorantes y la intolerancia a la glucosa, que se desarrolla en ratones receptores que no consumen edulcorantes”, refieren los autores.

Este estudio sugiere que estos y otros edulcorantes no nutritivos pueden no ser fisiológicamente inertes, como se consideraba, ya que algunos de sus efectos se deben a las distintas configuraciones del microbioma humano. Los investigadores advierten que “estos resultados no deben interpretarse como un llamado al consumo de azúcar, que está fuertemente relacionado con enfermedades cardiometabólicas y otros efectos adversos para la salud”.

La investigación no es concluyente, pero establece la necesidad de realizar estudios a mediano y largo plazo sobre los efectos de los edulcorantes en las personas.

Por su parte, Suez y colaboradores consideran que: “Desentrañar los mecanismos moleculares y las consecuencias clínicas del consumo de edulcorantes no nutritivos en el huésped humano y el microbioma, pueden permitir optimizar las recomendaciones dietéticas para prevenir y tratar la hiperglucemia y sus ramificaciones metabólicas”.

 

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico