Desde hace más de cuatro décadas, Joe Biden ha estado ligado a la política y ha utilizado anécdotas sencillas como una herramienta para relacionarse con sus votantes y con frecuencia añade la frase “¡No es broma!” a la mitad del relato para recalcar que lo que dice es cierto.

Cada político sigue lo que considera la mejor estrategia para sumar simpatizantes, el problema es que las historias casuales del hoy presidente de los Estados Unidos, en muchas ocasiones parecen más bien fábulas pues las fechas no siempre son exactas, incluye detalles exagerados o equivocados y hace ciertos ajustes para llamar la atención de la audiencia.

Y así la estrategia política del hoy inquilino de la Casa Blanca es cada día menos efectiva, incluso ha comenzado a restarle. Claro que las exageraciones de Joe Biden en nada se parecen a las mentiras de su antecesor (Donald Trump).

Vale la pena recordar la forma en que el periódico The Washington Post utilizó un verificador de datos donde mostró sus falsedades, la cadena televisiva CNN describió como “una impresionante avalancha de incorrecciones diarias”.

El expresidente Donald Trump mentía constantemente, no sólo sobre detalles triviales (como cuando insistió en que no había llovido el día de su toma de posesión, aunque sí llovió), sino también sobre momentos significativos, por ejemplo, la confusión que creó en la pandemia, la gran mentira de que Biden se había robado las elecciones de 2020 y la declaración falsa de que sus partidarios no habían atacado el Capitolio el 6 de enero de 2021.

Hay que ser justo con estas exageraciones y mentiras de los dos recientes ocupantes la casa presidencial en Washington DC, los relatos ficticios de Biden no llegan en absoluto a esas dimensiones escaladas por Trump. No obstante, muchas de las anécdotas de Biden son emblemáticos de su incapacidad y es que, en casi cinco décadas de vida pública, de sacudirse el hábito de crear narrativas adornadas, que en ocasiones sólo tienen una ligera relación con los hechos para crear su identidad política.

Y en el marco político electoral que se vive en plenitud a lo largo y ancho de los Estados Unidos, ésta forma de actuar del presidente, le proporcionan “municiones” a sus adversarios políticos para que lo ataquen a placer y es que los republicanos quieren hacerlo parecer muy débil para postularse a la reelección en 2024.

Y es que esta elección presidencial en los Estados Unidos iniciará tan pronto como en noviembre de este año, cuando sea superada la aduana de las votaciones intermedias del próximo mes y conozcamos entonces cómo se integrará el poder legislativo.

Una voz autorizada para opinar sobre la carrera presidencial se dejó escuchar esta semana, la del expresidente Barack Obama, un político que aún conserva voz y votos entre la ciudadanía.

Los demócratas bajo la conducción de Joe Biden no han podido superar la imagen y el recuerdo del controvertido Donald Trump, quien de la mano y con el voto de los republicanos alcanzó la Casa Blanca, por un sólo periodo.

Sabedor de las intenciones de Trump por regresar a la presidencia, Obama mando un contundente mensaje a Biden por su fijación anti-Trump …”es tiempo de cortejar a los votantes promoviendo los temas más importantes para el ciudadano común como: la economía, la inseguridad, la migración y el aborto”.

Vale recordar que los estadounidenses se encuentran a menos de 3 semanas de acudir a las urnas.

El que fuera jefe de Biden durante sus 8 años, Barack Obama, dijo en una entrevista recién publicada por el periódico The New York Times, gastamos tiempo, energía y recursos señalando la última locura de Trump, el reciente berrinche, su mal comportamiento público y lo grosero de su proceder.

Los ciudadanos de los Estados Unidos, recordó Obama, más allá de sus simpatías partidarias tienen objetivos primarios por resolver; una economía sólida, una ciudad tranquila donde vivir y que las mujeres puedan tener el control de su cuerpo y sus acciones.

Donald Trump mostró a lo largo de los 4 años, que la confusión, la estridencia y la confronta generan un terreno cómodo donde se mueve más allá de los intereses ciudadanos.

No es que Obama haya sido el mejor de los gobiernos o donde los estadounidenses se sintieran más cómodos, pero tenemos que reconocer que fue una nación de avanzada, progresista y con una dinámica mundial activa.

Basta recordar algunas de las ultimas “andanzas” de Trump; a unos días de entregar la presidencia hizo todo los posible por evitar el traspaso de poder, organizó y condujo la toma del Congreso en busca de permanecer en la presidencia. Los conflictos y desacuerdos internacionales fueron por mucho otro de los símbolos de su gobierno, donde la diplomacia, permaneció en el cajón de los pendientes.

El regaño de Obama debe de entenderse en la dinámica electoral que se vive en estos días, sabedor de que la popularidad de Joe Biden, ha caído considerablemente y que las encuestas más recientes muestran que en un hipotético escenario de elección presidencial, Trump, se encuentra por arriba de Biden poco más de un punto porcentual.

¿Le servirán las exageraciones una vez más a Joe Biden…? ¿o sus magros resultados en la economía, la inseguridad, la migración y el aborto le impedirán alcanzar un segundo periodo?

@laocampos03