Por Alejandro M. Pagés Tuñón

 

Bajo cualquier parámetro de medición, en los últimos cuatro años la economía nacional, las empresas, los negocios y el bienestar de la población se han deteriorado como no se había visto en la historia post-revolucionaria de México. También, la capacidad institucional de los gobiernos y de las políticas públicas ha sido drásticamente minada. La planeación democrática del desarrollo nacional es inexistente y la visión de un futuro viable, vivible y equitativo se disipa ante nuestros ojos. La promesa que aceptó una tercera parte de los electores (una minoría al fin y al cabo) en 2018 por hartazgo, desinformación y apatía ha resultado en el mayor fiasco y la peor estafa que se ha dado para el bienestar presente y futuro de todos los mexicanos.

Con la impericia, negligencia, incapacidad, corrupción, así como deshonestidad o más grave aún, dolo de los gobernantes y funcionarios identificados con el partido en el poder, México como parte del mundo actual, debe transitar un futuro sombrío, lleno de riesgos, incertidumbre y crisis ambientales cada vez más graves. Hasta ahora, solo se han dado señales de los políticos de “mantener el poder, por el poder mismo” a toda costa sin pensar en el porvenir de los niños y los jóvenes de este país.

A medida que la economía mundial comienza a aceptar y convivir con la crisis de Covid-19, se vuelve más evidente que en México su impacto fue superlativo con más de 650 mil muertes en casi dos años y medio. ¡La causa!, la notable impericia en el manejo de la pandemia. Pero para el futuro inmediato, llegará el momento de que los líderes y sus gobiernos deban mirar más allá de la protección de vidas y medios de subsistencia y se preparen para afrontar un desafío social más profundo, que será varias veces más grande que la pandemia y durará mucho más tiempo. El desafío es y será ¿Cómo construimos un futuro que ofrezca crecimiento, sostenibilidad e inclusión? La interrogante no es menor cuándo apreciamos que los últimos 4 años la economía del país ha retrocedido al menos una década en indicadores de crecimiento, ingreso per-cápita, atención a la salud, vivienda, matrícula escolar, bienestar, inversión en infraestructura, entre otros y han aumentado la inflación y los índices de pobreza también. A ello le sumamos la ausencia de una agenda de crecimiento, sostenibilidad e inclusión, donde apenas un par de programas vislumbraban la atención de una pequeña parte de estos objetivos, i.e., sembrando vida y jóvenes construyendo el futuro, los cuales han fracasado por su pésimo diseño, su desastrosa implementación y sus pobres resultados.

También ha sido notable la incapacidad de lograr el financiamiento del desarrollo del país. Los constantes golpes a la confianza de los inversionistas han puesto en riesgo a los motores industriales del crecimiento, las cadenas de valor con los principales socios comerciales y el futuro mismo del T-MEC, con consecuencias de pronóstico reservado para varias generaciones de mexicanos. Además, la apuesta desacertada de los monopolios estatales de Pemex y CFE es totalmente contraria a una visión de sostenibilidad para el futuro. Si bien México se ha financiado a lo largo de varias décadas de los hidrocarburos, ha sido su maldición y perdición para alcanzar un mayor desarrollo y riqueza. Hoy representa una carga financiera monumental para el futuro de las finanzas públicas, no solo por su desmedida deuda y su estrategia de negocios perdedora, sino también por ser totalmente contraria a los objetivos del desarrollo sostenible y la meta de cero emisiones.

Por todas estas razones el reto para México es mucho mayor, pues necesitamos de proyectos viables y líderes confiables para conducir los destinos de todos los mexicanos en un escenario de tempestades que nos permita alcanzar los tres elementos de crecimiento, sostenibilidad e inclusión que están profundamente conectados, se refuerzan mutuamente, pero no siempre tiran en la misma dirección.

Retos de estas características y proporciones requieren la reconstrucción de las capacidades institucionales del país, el desarrollo de liderazgos sensibles a los problemas globales, nacionales y locales de la gente. Además de la reconstrucción, es vital que se asegure un camino de futuro capaz de afrontar las graves consecuencias de las crisis ambientales y el daño de la cohesión social, que no se logrará solo con entregas de dinero en efectivo. La adaptación y la resiliencia que se necesita requieren de una visión de estado, certidumbre y una acción colectiva sin precedentes. Seguir apostando a la división y el encono solo resultará en mayores daños. Apostar por un México de todos y para todos, que nos enriquezca como sociedad es la única vía.

Por ello, apenas estamos a tiempo de que los mexicanos trabajemos desde la sociedad civil, encumbrando liderazgos confiables y capaces, renovados y visionarios, exigiendo a los partidos políticos de oposición que no cedan en el empeño de forjar una alianza para revertir un daño mayúsculo que se está acentuando. Esta gran alianza necesita trazar este camino, este proyecto de crecimiento, sostenibilidad e inclusión, que no tenga parangón. Solo así, México y los mexicanos podrán restaurar las instituciones y la red social de protección que es tan necesaria para cerrar las brechas de desigualdad, de falta de oportunidades y de pobreza. Solo con una acción colectiva concertada estaremos en posibilidad de reformular el contrato social para detener la militarización y fortalecer el sistema de procuración e impartición de justicia, garante de la seguridad de la ciudadanía y misión principal del Estado nacional. Hagámoslo para reforzar, de una vez y para siempre, la cimentación de la Nación mexicana plural, democrática, próspera y sostenible, incluyente, resiliente y civilizada. ¡Ese es el México que queremos para nuestros hijos, ese es el México que merecemos!

Es autor del libro: Capitalismo Natural y Economía Circular: cómo restaurar el planeta al diseñar, materiales, negocios y políticas sustentables; es consultor en políticas públicas, economía y regulación. Twitter: @APagesT  FB y LinkedIn: Alejandro M Pagés Tuñón.