Cambalache

El tango Cambalache dice: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el 510 y en el 2000 también”, lo que sigue siendo válido en 2022 y en el pronóstico de los próximos años. Porque, como continúa el tango, “los chorros –ladrones- y los maquiavelos” siguen existiendo y “el mundo es un despliegue de maldad insolente”, en donde “da lo mismo ser cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”.

Este “despliegue de maldad insolente”, parecería ser, además, escenario de la decadencia de sus modernos “imperios”: Estados Unidos y el ya crepuscular Imperio británico, la Unión Europea y Rusia. Frente a China, que proclama sus grandezas y parece avanzar, imparable a la hegemonía mundial.

 

Caraduras en Estados Unidos

Nuestro vecino, la ejemplar democracia “americana”, que con la Ilustración francesa inspiró a nuestras democracias, muestra graves fisuras, que seguramente existen de años atrás, pero que un caradura -sinvergüenza, descarado según en el Diccionario de la Academia- como Trump, hizo escandalosamente ostensibles: el conato de golpe de Estado del 6 de enero de 2021, cuando él, todavía presidente de los Estados Unidos incitaba a sus seguidores a marchar sobre el Capitolio, para impedir que el Senado y la Cámara de Representantes ratificaran la elección de Joe Biden como su sucesor.

Las hordas que invadieron el Capitolio provocaron violencia, heridos -140 policías- y 5 muertes. Pretendían linchar a Nancy Pelosi, la demócrata presidenta de la Cámara de Representantes y al vicepresidente Mike Pence, a quien Trump acuso de traición por ratificar el triunfo de Biden en los comicios.

Los videos y otros testimonios difundidos por el comité bicameral que investiga el episodio y otras graves violaciones del hoy expresidente muestran a un país que nada tiene que ver con la ejemplar democracia “americana”, en el que alrededor de la mitad cree en las burdas falsedades difundidas por QAnon y otras asociaciones conspiracionistas que inundan Twiter, Facebook y otras redes sociales, y se manifiesta ¡dispuesta a tomar las armas contra el gobierno!

Ya casi en noviembre, cuando el día 8 tendrán lugar las elecciones de mitad de mandato, confirmamos la presencia de la religión en una campaña que tiene lugar después de que la Corte Suprema revocó el derecho al aborto y reaparece el “nacionalismo cristiano”, que hace de Estados Unidos el pueblo elegido por Dios: “es hora de ponerse la armadura de Dios”.

Las elecciones de mitad de mandato renuevan los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 33 o 34 de los 100 del Senado; asimismo, 36 de los 50 gobernadores son elegidos. Lo que significa que la suerte de Biden, incluso sus proyectos de reelección, y de su gobierno depende de los resultados del partido demócrata en estos comicios, quienes es previsible que pierdan el control de la Cámara de Representantes.

En síntesis, la situación política de Estados Unidos es alarmante, con el partido republicano rehén de Trump, aunque haya políticos importantes que están enfrentándose al neoyorkino y las barbaridades de este, como la de apropiarse de documentación secreta del Estado puedan desactivarlo políticamente y hasta hundirlo penalmente. Es, además, alarmante la situación porque, como lo señalé, “la información falsa y engañosa es hoy -dicen Steven Lee Myers y Sheera Frenkel, destacados columnistas de The New York Times- elemento clave de la política estadounidense.

Dos comentarios finales: En el partido republicano se afirma que, de ganar las elecciones de noviembre habrá de reconsiderarse la ayuda estadounidense a Ucrania, con el argumento de que Estados Unidos está por enfrentar una recesión. Con lo que se afectaría a Ucrania y obligaría a Europa a ampliar su ayuda.

Segundo comentario: The Washington Post, en su edición del 25 de octubre, publica un extenso artículo con comentarios de residentes latinoamericanos de Estados Unidos, preguntándose el periódico si, como sucedió en 2020, el voto latino ¡el decisivo voto latino! se desplazará a los candidatos republicanos. ¡Qué cosas!

El periódico francés Le Monde, informa por su parte que la representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, “estrella ascendente” del Congreso, exhorta a los jóvenes a movilizarse y a votar.

La Marea Rosa que no será

La irrupción, en los últimos años, de gobiernos de izquierda en América Latina -más Cuba en el Caribe- hicieron pensar a políticos y a expertos en la región, que se repetiría el fenómeno llamado de la Marea Rosa, de los gobiernos de izquierda, exitosos: La ola socialdemócrata que entre 2000 y 2014 invadió el mapa político latinoamericano. Ya en 2005 la BBC reportaba que el 75 por ciento de los 350 millones de latinoamericanos vivían en países con gobiernos de izquierda.

Muchos de los gobiernos de la Marea Rosa de los primeros 15 años de este siglo beneficiaron a los estratos menos favorecidos de sus países invirtiendo inteligentemente los recursos cuantiosos que recibían como consecuencia de los altos precios que habían alcanzado las materias primas (commodities) impulsados por la demanda china.

Hoy la situación es otra y hoy los gobiernos de izquierda no tendrán tan a la mano recursos millonarios para inversiones sociales, como sí los tuvieron los regímenes socialdemócratas de la primera Marea. Además, y esto es lo que me interesa enfatizar no pocas de las actuales izquierdas son impresentables y es ilusorio pensar en un grupo latinoamericano de izquierda cohesionado y con presencia e influencia mundial. Seguimos siendo marginales. Aunque más abajo comentaré las relaciones de nuestra región con la Unión Europea.

Días antes de que se publique este artículo, la suerte de Lula en las presidenciales brasileñas del 30 de octubre es incierta: el espantoso Bolsonaro, que cuenta con el apoyo de los evangélicos y reparte dinero entre los pobres, ha reducido en mucho la ventaja que le llevaba el antiguo obrero metalúrgico, cuyo triunfo deseo.

El Reino Unido en su crepúsculo

No bien había concluido la despedida de la Reina Isabel II, que entra a la inmortalidad por sus valores humanos -para mi es, además, entrañable- su talento de jefe de Estado y como reina de una comunidad de Estados menguante, cuando el Reino Unido es escenario de graves turbulencias económicas y sociales: inflación de más del 10 por ciento, alza brutal de precios, entre otros los alimentos, riesgos de recesión, etc. Lo que ya había provocado, aun en vida de la Reina, la renuncia del bufonesco premier Boris Johnson y el nombramiento de Liz Truss, una Margaret Thatcher que fracasó estruendosamente.

Hoy Gran Bretaña estrena de nuevo primer ministro, encomendando tal responsabilidad a quien ya lo fue con Boris Johnson y, además de haber probado su competencia, tiene un currículum académico y profesional impresionante. Se trata de Rishi Sunak, hijo de inmigrantes indios, de religión hindú, hombre de familia, que a sus 42 años ¡es millonario!

Este paki, como alguna vez lo increparon con este término que en Gran Bretaña es insulto para los indios, sin que ello le hiciera mella, es un brexiter que defendió el divorcio de Londres de la Unión Europea, afirmando que, “aunque la salida traerá algo de incertidumbre, la nación será más libre, más justa y más próspera. Podremos decidir nuestra propia política de inmigración, asegurarnos de que nuestras leyes y nuestros tribunales sean soberanos, y agrandar nuestra posición como una economía dinámica”.

Valga, pues, el que para Sunak Europa sea “una mala palabra” -dicen con sorna los europeos. Lo que me incomoda, sin embargo, es que él, hijo de inmigrantes, sostenga el muy controvertido programa sobre inmigración, que consiste en enviar a Ruanda a los inmigrantes que arriben ilegalmente al Reino Unido. El proyecto está, felizmente, frenado por la Justicia.

Hacen notar los comentaristas que este indio es elegido primer ministro del Reino Unido 75 años después de que la India obtuvo la independencia de precisamente de los británicos. Por otro lado, la India celebró tal nombramiento. El lunes, el primer ministro indio, Narendra Modi, expresó sus mejores deseos a uno de los “puentes vivos” que representan los británicos de origen indio.

 

La Unión Europea y los caballos de Troya

Cuando me refiero a la Unión Europea acostumbro hacer notar que esta organización supranacional es una iniciativa visionaria que intenta dar a Europa el peso que le corresponde en el escenario mundial. Al lado de los pesos pesados Estados Unidos y China, aunque ya no más -es previsible a partir de la infame guerra contra Ucrania- de Rusia.

La Unión Europea, con sus 27 Estados miembros, mostró ante esta guerra unidad admirable, tanto para imponer sanciones a Putin como para apoyar a Ucrania -sin perjuicio de que, desde mi punto de vista, el tema requiere de matices. Esta unidad, sin embargo, sufrió bien pronto fisuras, haciendo visibles de nuevo las diferencias, a menudo de fondo, entre sus miembros.

Diferencias entre los miembros, de los que hoy amerita destacarse como “europeístas” a Alemania y Francia en primerísimo lugar, y a España, Portugal e Italia con Mario Draghi como primer ministro. Destacar, asimismo, a los Estados de Centroeuropa: el Grupo de Visegrado que integran Eslovaquia, Hungría, Polonia y la República Checa, más los países bálticos, como “soberanistas” -por no decir “euroescépticos”.

Estos países tienen posiciones encontradas respecto a la Unión Europea que harían peligrar incluso su misma existencia: mientras gobiernos y en general la sociedad civil de Alemania, Francia, Italia y España -las cuatro economías más importantes de la Europa comunitaria- más Portugal, son europeístas, los Estados centroeuropeos y bálticos pretenden imponer límites legales y políticos a esta Europa comunitaria.

Francia y Alemania, “el motor de la Unión Europea”, Italia, España, Portugal y diríase que toda Europa Occidental, aceptan la primacía del derecho e instituciones legales comunitarios sobre el derecho e instituciones jurídicas nacionales. Con ello no está de acuerdo el grueso de los países de Europa Central.

Problema de fondo, pues de una u otra posición depende la naturaleza de la Unión Europea: Verdadera organización supranacional que asegura el futuro de Europa “potencia” mundial, influyente al lado de Estados Unidos y China, una Comunidad Política Europea.

El presidente francés Emmanuel Macron está incluso impulsando una Comunidad que se amplié y abra sus puertas a socios hoy no comunitarios como Turquía y “el hijo pródigo”; Reino Unido. Pero esto es ir más allá, aunque la “Comunidad Política Europea” se creo ya oficialmente en Praga, con la asistencia de líderes de 44 países europeos.

La alternativa a esta Unión Europea “potencia”, de peso mundial, es la que derivaría de los planteamientos de los Estados “soberanistas” -que terminan siendo euroescépticos y hasta eurófobos- de Europa Central destacadamente: una simple asociación de Estados con beneficios en el ámbito comercial y otros, pero con escaso u nulo peso político internacional.

Defensores de esta tesis, de hecho, enterradores de la Unión Europea son, primero, Viktor Orbán, primer ministro de Hungria, sancionado por Bruselas en virtud de medidas legales y políticas antidemocráticas. Racista que solo acepta inmigrantes blancos, tiene relaciones “opacas” con Putin. Al lado de Orbán hay que anotar al gobierno polaco -que ejerce, por encima del presidente y el primer ministro, Jaroslaw Kaczynski- igualmente iliberal y además antirruso feroz.

Giorgia Meloni, primera ministra recién estrenada en el cargo ha sido incluida a la lista de euroescépticos, por presidir un partido conceptuado de extrema derecha y por sus simpatías de antaño por el fascismo y Mussolini; además de que uno de sus aliados clave, Silvio Berlusconi, muy en su estilo desvergonzado, ha elogiado a Putin. Pero Meloni se ha desmarcado de todo ello y sus declaraciones pro Unión Europea y OTAN y el gabinete que ha conformado me hace pensar que seguirá formando a Italia en el grupo europeísta.

Como pie de página comento que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez informó de la reanudación de la Cumbre UE-CELAC suspendida desde 2015. Asimismo, de la intención de profundizar las relaciones de la UE con América Latina, aprovechando la presidencia española en el segundo semestre de 2023.