El PRI la tiene difícil. En las actuales circunstancias no se puede dar el lujo de improvisar. Como ya lo afirmé:  Enrique de la Madrid está “pelas”. Los priistas no lo ven como uno de los suyos; los otros: los panistas, perredistas y los del Movimiento, lo toman como un oportunista o, en el mejor de los casos, como un bicho raro. Alejandro Murat, gobernador saliente de Oaxaca, ya es de AMLO. Se lo ganó en buena ley: entregó a Morena el estado que gobernaba y lo hizo de buen modo. Pronto recibirá su recompensa.

Los priistas deben optar por uno de los pocos cuadros con que cuentan, por lo pronto, para asumir el liderazgo de su organización y después para pretender compartir el poder con sus socios. Tendrán que hacerlo. En la inteligencia de que a cualquiera que seleccione, si no es basura, será invitado a representar a México en el extranjero; si lo es, será objeto de ataques de parte de AMLO y Morena. No sobrevivirá. Su pasado los condena. Los tricolores no aspiran a la presidencia de la República.

El PRI, habiendo sido mano en el Estado de México, no puede pretender serlo para Coahuila, la Ciudad de México y para la buena: la presidencia de la República. Sus altos mandos se tienen que convencer de que su prioridad es recomponer su organización política y tratar de retener algunos de los cuadros políticos que le quedan. No tienen mucho de donde echar mano; no pueden aspirar a más.

Dos son los que, en los actuales momentos, pueden asumir el liderazgo de lo que queda del PRI: Miguel Osorio Chong y Alfredo del Mazo Maza. El primero goza de inmunidad; el segundo está a punto de perderla y de convertirse en un ciudadano común y corriente.

No veo a Beatriz Paredes, Claudia Ruíz Massieu Salinas, Manlio Fabio Beltrones y a Dulce María Sauri Riancho con tamaños para levantar a su partido. No por falta de ganas, que les sobran, sino por falta de ascendiente entre de sus correligionarios. Sus mejores tiempos ya pasaron; cuando ocuparon la presidencia de su organización o posiciones importantes dentro de ella, hicieron lo que pudieron. No fue mucho. Alejandro Moreno está descartado a mediano y largo plazo. Su destino es vivir una temporada en el Altiplano o escondido en algún país con el que México no tenga celebrado tratado de extradición.

 

Miguel Osorio Chong

Aunque aparentemente tiene pocas opciones para sobrevivir en política, si se reelige, gozando de inmunidad, pudiera ser el líder que haga que el PRI siga con vida y, de lograrlo, de paso, obtendrá un salvoconducto que lo ponga fuera del alcance de Gertz Manero. Llegado el momento en que asuma la dirigencia del PRI, Osorio Chong, para estar a salvo de la Fiscalía, tiene dos opciones:

Una, someterse a los dictados de AMLO y salvarse en lo personal; éste, con tal de debilitar al PRI, pudiera estar dispuesto a aceptarlo dentro de su grey o como colaborador free lance, a pesar de los “fuchis” que le ha hecho; y

Dos, en los momentos en que muchos priistas se han inclinado ante AMLO y han hecho suya su política militarista y de dispendio de los fondos públicos, una opción sería enfrentarse a él abiertamente, marcar la independencia de su partido, asumir el liderazgo dentro de él y como senador, gozando de inmunidad, dar la batalla, con la esperanza de que en las próximas elecciones Morena no alcance los diputados suficientes para reformar la Constitución o, en el peor de los casos, para aprobar una declaración de procedencia respecto de su persona.

La reelección le permitiría estar a salvo de los ataques que le vendrán de parte de AMLO, vía el Fiscal General de la República. Llegado el caso, en lo que resta del actual sexenio, para deponerlo no se le seguiría un juicio político; éste es una figura teórica que no ha tenido aplicación práctica durante la vigencia de la Constitución de 1917. Además, de intentarlo, a AMLO y a Morena le faltarían votos en el Senado para alcanzar la aprobación de una resolución condenatoria.

En el caso, de ser necesario, para doblegarlo, pudiera perseguirse una declaración de procedencia acusándolo de la comisión de ilícitos de naturaleza común. Para lograrlo, durante la actual legislatura, le sobran los votos que son necesarios para alcanzar la mayoría absoluta de los diputados.

 

Alfredo del Mazo

Del Mazo está próximo a dejar la gubernatura de su estado. Conserva alguna influencia. Como ya lo he comentado, los líderes de los partidos que componen la triple alianza pudieran llegar a aceptar que el PRI sea mano en la designación de la candidata a la gubernatura del Estado de México.

Es evidente que ese proceso electoral es vital para el PRI e importante para AMLO y Morena. La triple alianza le echará todos los kilos para conservar esa entidad con vista a que sirva de plataforma inicial para la elección de 2024. Esa alianza, sin esa posición, no contaría.

El proceso electoral mexiquense, es importante pero no vital para Morena. Pretenderán ganar la gubernatura, quiere todo el pastel para estar en posibilidad de asegurar una victoria holgada en la elección presidencial del 2024.  Parte del supuesto de que van a ganar esa elección, por eso puso como candidata un bulto que recibirá, pero no tirará golpes. Esa entidad representa una porción muy importante de votos

La sobrevivencia política del PRI y de Alfredo del Mazo dependen de que la candidata que propongan ambos a la triple alianza se alce con la victoria. Echarle muchas ganas para obtener el triunfo significará “picarle al avispero”; sería nocivo para ambos. Procurarán ganar sin echarle muchas ganas y, llegado el caso, justificarse ante AMLO con el argumento de que Morena tuvo una mala candidata. Lo que es absolutamente cierto.

El PAN, PRD y Dante, se tendrán que poner de acuerdo respecto de otras candidaturas: la de la Ciudad de México y la de Coahuila.

Alfredo del Mazo se quedará sin inmunidad en 2023. Una vez que abandone el cargo, estará a merced de la Fiscalía General de la República. Ante las amenazas que reciba, se doblará; traicionará a su partido y aceptará una embajada. No creo que lo metan a la cárcel. Eso sería lo último que intentará AMLO. Hacerlo implicaría perder la posibilidad de amenazar para obligarlo a colaborar.