Nos hemos enfocado y entretenido en la “gran” aprobación del inquilino de Palacio Nacional, y dejamos de ver cómo el ejército poco a poco fue absorbiendo poder y ahora es el tema principal ante el tamaño e importancia que posee. Y todo ese poder que Andrés les ha dado ¿a cambio de qué?

Porque no hablamos de funciones menores o que las circunstancias lo obligaran a entregarle tanto poder al ejército. De una campaña en donde prometió regresar a los soldados a sus cuarteles, les ha regalado concesiones como: los bancos, aduanas, migración, puertos, aeropuertos, la policía y seguridad, los proyectos de infraestructura emblemáticos y más importantes de lo que será su sexenio y ahora una futura línea aérea.

La principal razón que da Andrés es que la policía no está preparada para enfrentar al crimen organizado y a la vez no son confiables. Pero nunca fue capaz de ponerse a trabajar en implementar que la Guardia Nacional fuese ese cuerpo civil que se encargara de la primordial preocupación de nosotros los mexicanos. Por lo contrario, ahora se ve un cinismo en los grupos delictivos frente al ejército y la policía; son intocables.

“La división de poderes ha cambiado en México; hay un poder por encima de todos: el poder militar. Y estos mismos han pasado de soldados a empresarios”.

Con la filtración de Guacamaya Leaks el Congreso le pidió al general Luis Cresencio Sandoval que fuese a comparecer a la Cámara de Diputados y este mismo se negó. La solicitud es para explicar el ataque cibernético qué destapo a los militares en su actuar y que en cualquier país habría causado la renuncia del titular. No solo no acudió al Congreso, sino que pidió a los diputados que si querían alguna explicación fueran a su oficina de manera privada. No obstante, el secretario de la Defensa los dejó plantados en sus oficinas.

Alguien debería recordarle al general Luis Cresencio que el Congreso es un Poder Constitucional que tiene entre otras funciones exigir la rendición de cuentas de las distintas áreas que componen al Ejecutivo federal.

El bienestar y esperanza que tanto predicó, se los ha entregado al crimen organizado y a los militares. Si eso es la cuarta transformación, se puede decir que lo lograron: regalar México.