Aunque los tiempos que corren no son los más idóneos para recordar antiquísimas glorias de conquistas territoriales, y mucho menos para vanagloriarse de las mismas, sin duda el llamado Imperio Británico llegó a ser uno de los más célebres del mundo, aunque sus dominios no fuesen contiguos geográficamente, sino que se repartían por los cinco continentes. Además del United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland, el Imperio Británico incluía la India, Australia, Canadá y buena parte de África. En su máximo esplendor, la década de los años veinte del siglo XX, Londres mandaba sobre 33,7 millones de kilómetros cuadrados y sobre una población de más de 500 millones de personas, lo que suponía casi un cuarto de la población mundial en 1938. Lo curioso del caso es que únicamente los ingleses de cepa (aristocracia y pueblo: nacido en Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales), podían llegar a ser rey o reina y primer ministro del extensísimo imperio), los demás, “como el chinito, nomás milando”.
Las relaciones del Imperio Británico y la India se remontan al siglo XVII; el subcontinente se convirtió en la colonia más importante del Imperio, se le llamó “la joya de la corona” por su extensión y por su riqueza. El apogeo de la dominación británica se dio entre 1857 y 1899. No por casualidad, la lucha nacionalista empezó en la segunda mitad del siglo XIX. La primera revuelta se produjo precisamente en 1857, la de los cipayos —los soldados indios del ejército británico—, que se alzaron contras los mandos superiores. La rebelión fue aplastada sin misericordia, pero provocó el desmantelamiento de la Compañía Británica de las Indias Occidentales y que la India pasara a ser administrada directamente por la Corona, con la promesa de tratar por igual a todos sus súbditos. Pero ese compromiso no se lo creyó ni la propia reina Victoria. De entonces a la fecha, han transcurrido 165 años. Apenas ahora, un descendiente de inmigrantes de la India será Primer Ministro del United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland, Rishi Sunak, de 42 años de edad. No imberbe pero sí riquísimo. Si no lo fuera quizás no llegaría al número 10 de Downing Street de Londres.
De hecho, la India declaró su independencia del United Kingdom el 15 de agosto de 1947. Ese día significó para el milenario país el inicio de su ansiada soberanía; para el resto del mundo, fue el principio del fin de la época colonial. Jawaharlal Nehru, primer ministro del nuevo país, pronunció ese día en el Parlamento de Nueva Delhi, un discurso en el que dijo: “Cuando resuene la hora de la medianoche, mientras el mundo duerma, India despertará a la vida y a la libertad”. Pocas horas antes, Louis Francis Albert Victor Nicholas Mountbatten , 1st. Earl (Primer Conde) Mountbatten of Burma, el último virrey de la India, fue el encargado de la transferencia de poderes entre ambos países. Treinta y dos años más tarde, en 1979, el mismo personaje, por cierto mentor del actual rey Carlos III, y bisnieto de la reina Victoria, tío carnal del príncipe Felipe, el esposo de la recién fallecida reina Elizabeth II, sería asesinado en un atentado terrorista por miembros del Irish Republican Army (IRA), en una localidad irlandesa.
Los lectores interesados en ese trascendental capítulo histórico tienen a la mano un libro fundamental del escritor, novelista y periodista francés, Dominique Lapierre —excelente amigo de grata memoria en activo a los 91 años de edad—, que escribió en 1975, al alimón, con el periodista estadounidense Larry Collins (que falleció hace algunos años en Francia), el libro Cette nuit la liberté (Esta noche la libertad), en el que narra, espléndidamente, la saga de la independencia de la India. El volumen concluye con el asesinato de Gandhi. Una historia fundamental de la Humanidad. Los sucesos de hace 75 años tienen relevancia ahora en 2022.
En días caóticos, tal y como se vive en el United Kingdom desde la votación del Brexit —la salida de la GB de la Unión Europea: 23 de junio de 2016–, las jornadas del lunes 24 y el martes 25 de octubre, han sido las más convulsas de la historia del Reino Unido en lo que va del siglo: el joven economista Rishi Sunak, de apenas 42 años de edad (nacido en Southampton, uno de los puertos más importantes de Inglaterra, en1980) ex ministro de Economía, fue elegido nuevo primer ministro —el tercero en solo mes y medio—, en su segundo intento, para tratar de salvar la “profunda crisis económica y política” en el país, provocada por las pifias de los dos primeros ministros Boris Johnson, como por Liz Truss en unas cuantas semanas.
A 43 días de la anterior elección tory, Sunak, quien asumió el martes 25 de octubre el desprestigiado cargo, trata de demostrar a los conservadores —y sobre todo a la población británica— que él era la mejor opción desde el mes de septiembre último, cuando perdió la justa frente a Truss en la recta final; ahora surgió como la esperanza para calmar los mercados jugando con la baza de ser el primer político de origen indio, de color y el más joven en ocupar el cargo en 200 años.
En la elección de Sunak, los expertos en cuestiones religiosas de la India, quieren encontrar significado divino. Así, aseguran que el nuevo primer ministro, de origen indio, asume el cargo justo cuando comienzan las celebraciones de la festividad de Diwali —que duran justo cinco días—, un periodo para celebrar “el triunfo de la Luz sobre la oscuridad, del saber sobre la ignorancia y del bien sobre el mal”; el motivo: fuente de luz, Lakshmi, bien y conocimiento. Dicen los enterados que el Diwali es la festividad más importante de la India y una celebración del triunfo.
Creencias religiosas o no, el caso es que el nombramiento de Sunak es relevante por distintas razones. El hecho de ser quinto primer ministro desde la salida de la Unión Europea, pone en claro el agotamiento de una organización política —el Partido Conservador—, tras doce años en el poder. Más allá del mundo “tory”, la llegada de Rishi —claro ejemplo del “American way of life” a la británica—, al número 10 de Downing Street, es histórica por donde se le quiera ver.
Prejuicios raciales y religiosos aparte, Sunak representa al primer responsable del gobierno del Reino Unido de la Gran Bretaña en un país donde el monarca no solo jefe de Estado, sino que representa también la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana. Dado el caso, no se como se dilucidará cualquier controversia religiosa si el nuevo primer ministro solo es practicante del hinduismo. Mientras son peras lo manzanas, el hecho es que su nombramiento evidencia el cambio de una sociedad multirracial, muy distinta a la de los años 70 del siglo pasado, donde en Londres aun era común leer anuncios en los periódicos y revistas, o en radio y televisión, de alquiler de departamentos donde se excluía a musulmanes e hindúes.
Quizás por estas mismas consideraciones, Sunak, descendiente de indios punjabíes, días pasados declaró: “Soy completamente británico, este es mi hogar y mi país, pero mi herencia religiosa y cultural es india”. Y en su primera intervención pública, en la que advirtió de los “profundos retos económicos a los que se enfrenta el Reino Unido”, declaró: “Es el mayor privilegio de mi vida es ser capaz de servir al partido que amo y de devolver a este país todo lo que me ha dado…Mi prioridad será unir nuestro partido y nuestro país. Porque ésa va a ser la única manera de superar los obstáculos que tenemos por delante y de construir un futuro mejor para nuestros hijos y nietos”.
Por otra parte, en el momento de ser elegido nuevo líder del Partido Conservador, y de convertirse en el tercer premier en dos meses, el ex secretario del Tesoro, advirtió del “riesgo existencial” que corren los conservadores en prestarle su apoyo. Y, a puerta cerrada, aseguró a sus correligionarios que tendrán que “unirse o morir”, en el intento de pedir el punto final a las “divisiones personales” que han llevado al país a la actual crisis política y económica.
Claro está que los adversarios no están conformes con la “elección” del descendiente indio —sin someterse a la votación de los militantes conservadores—, por lo que Angela Rayner, la segunda en el mando del Partido Laborista, cuya formación está 30 puntos por arriba de los conservadores en intención de voto reclamó: “Los tories han coronado a Rishi Sunak como primer ministro sin que él haya dicho una sola palabra sobre cómo dirigirá el país y sin que nadie tuviera la oportunidad de votar”.
No solo eso, la propia Rayner recordó que “éste es el mismo Rishi Sunak” que, como ministro de Economía hasta el pasado mes de julio, “no logró hacer crecer la economía ni controlar la inflación hoy no ayuda a las familias en la crisis por el coste de la vida provocada por los conservadores”…”Y es el mismo Rishi Sunak cuya familia evitó pagar impuestos en este país cuando él decidió subirlos al resto”, añadió, en alusión a la esposa de Sunak, la multimillonaria Akshata Murthy, quien en abril pasado se supo que aprovechó que únicamente tiene pasaporte indio para acogerse al régimen impositivo no domiciliario para evitar el pago de millones de libras esterlinas en impuestos. Se trataba de que Akshata era una “non-dom”; lo que significa que contaba con un estatus fiscal no domiciliado que le permitía ganar dinero en el extranjero libre de impuestos. Es una fórmula diseñada para personas cuyo hogar permanente no se encuentra en el Reino Unido. Situación legal, pero no muy bien vista en un momento en el que muchos hogares pasan penurias. En fin, tras las críticas por este ahorro en el pago de impuestos, Akshata anunció que sus ingresos en el extranjero pagarían lo dispuestos por la ley motu proprio: “Lo hago porque quiero, no porque la regulación me obligue”, aclaró. No todo mundo vio con agrado la postura de la esposa del nuevo premier británico.
Pese a los ataques de personajes laboristas que tratan de disminuir los atributos de Sunak, nadie se atreve a negar su habilidad para poseer la fortuna que lo coloca en el Parlamento como el diputado más rico del Congreso, status, incluso, que lo ubica como un británico (plebeyo) con mayor riqueza que el propio rey Carlos III. Aparte de su fortuna personal, Sunak está casado con Akshata Murthy, hija del multimillonario indio, Narayana Murthy, que en un principio tuvo algunos reparos para que su descendiente contrajera nupcias con el joven que ahora es el nuevo primer ministro británico. La heredera tiene una participación del 0,93% en la empresa india INFOSYS de software de su padre, valorada en alrededor de 715 millones de dólares. Eso representará la mayor parte del patrimonio neto de la pareja estimado en 730 millones de libras esterlinas (860 millones de dólares, el doble de la que se atribuye al rey Carlos III y la reina consorte, Camila, según la lista de los ricos británicos publicada por el periódico Sunday Times.
Los Sunak poseen una soberbia mansión en Kensington (considerado como el barrio londinense más caro, en la capital europea también del mismo tenor); a la que le agregan otra residencia en el condado de Yorkshire, y un departamento de lujo en el centro de la capital británica que suelen ocupar sus familiares procedentes de la India. Además, como ricos personajes internacionales, con negocios en el rico estado de California (EUA), no les podía faltar una elegante casa en la playa de Santa Mónica, a semejanza de los actores de Hollywood. La fortuna del “Maharajá” de Downing Street, la inició trabajando para el Grupo Goldman Sachs y otros fondos de inversión.
La carrera pública del “Maharajá de Yorkshire Dales”, como Rishi Sunak fue bautizado por la prensa local cuando ganó su primer escaño en 2015, ha sido meteórica, y desde el inicio decidió no pasar inadvertido. Su ingreso en el Palacio de Westminster —en. Inglés The Houses of Parliament, que albergan las dos cámaras del Parlamento del Reino Unido—, lo celebró con una fiesta a lo grande con los miembros de su circunscripción al norte de Inglaterra con champagne y bocadillos. Además, para que nadie dudara de sus orígenes familiares, realizó su juramento parlamentaria a la Reina sobre el libro el Bhagavad Gita, el texto central de la religión hindú.
Va de anécdota. Kuti Miah, propietario del restaurante indio en el que trabajó el nuevo primer ministro antes de empezar en Oxford, le dijo: “Rishi, tú vas a llegar a ser alguien importante”. El restaurantero profeta, es amigo de los padres de Sunak: Yashvir y Usha Sunak, ambos punjabíes hindúes nacidos en Kenia y Tanzania respectivamente.
El martes 25 de octubre, al asumir el cargo de primer ministro británico —el tercero en dos meses—, Rishi Sunak, sin derrochar gestos oratorios, afirmó que no está intimidado por la magnitud del reto y prometió dirigir al país a través de la crisis económica y recuperar la confianza en la política.
Advirtió que su gestión comienza con un plan específico para “corregir errores”, en referencia al caos económico actual heredado por Liz Truss, y bajo la presión de garantizar la estabilidad lo antes posible. De tal suerte, el ex jefe de un fondo de inversión —que apenas lleva siete años en cargos de elección popular—, recibió la tarea de poner fin a las luchas internas de su Partido Conservador y a los cambios radicales que han horrorizado a los inversores y alarmados a los aliados internacionales.
En su segundo mensaje a la sociedad como nuevo premier, Sunak agregó que su prioridad es ganarse la confianza de la población y de los legisladores que siguen con dudas, en medio de un horizonte turbulento, pues para sacar adelante el país se requiere apuntalar a su gobierno en medio de fuertes críticas. En fin, agregó que “la confianza se gana, y yo me ganaré la suya. Entiendo también que tengo trabajo que hacer para recuperar la confianza después de todo lo que ha pasado…El gobierno que yo dirija no dejará a la próxima generación, sus hijos y sus nietos, una deuda que saldar que no hayamos podido nosotros mismos. Uniré a nuestro país, no con palabras sino con acciones”. Y las felicitaciones de casi todo el mundo se hicieron esperar, sobre todo de la Casa Blanca, de París, de Berlín, de Roma, de la Comisión Europea y de Jerusalén. Le harán falta. VALE.