Mucho se ha especulado acerca del concepto de obsolescencia programada, según el cual algunos aparatos –marcadamente teléfonos celulares y computadoras– están destinados a convertirse en algo inútil al cabo de pocos años, con lo que la necesidad de cambiar de equipo se convierte en algo imperativo cada año o cada 24 meses como máximo.

Claro que en contra de esto tenemos bastantes ejemplos de dispositivos móviles u ordenadores que después de 5 años siguen funcionando perfectamente, incluso aparatos han seguido sirviendo tras una década de uso.

Lo que sí es una realidad es que, con el paso del tiempo, la tecnología sigue su imparable avance y los programas que actualmente se utilizan en nuestros equipos –desde los que utilizamos para redactar textos o incluso los utilizados para retocar fotografías y otras aplicaciones de diseño– se han vuelto más complejos y demandantes de recursos, por lo que una computadora de hace 10 años no cuenta con los recursos necesarios para que este tipo de programas funcionen adecuadamente.

Así, no es que haya una obsolescencia programada, sino un incremento en los recursos –memoria, procesadores, tarjetas gráficas– para que teléfonos o computadoras puedan utilizar programas modernos, claro que eso no lo ven las personas que creen que es más sencillo creer que las malvadas empresas programan sus equipos para que dejen de funcionar y no se percatan en las nuevas funcionalidades que los programas traen como consecuencia del avance tecnológico.

Claro que siempre hay opciones para que celulares y computadoras puedan seguir funcionando, algo que tampoco se aprecia por este tipo de teorías de la conspiración.