Por primera vez en la historia, el coeficiente intelectual de esta generación es más bajo que el de sus antecesores. El llamado efecto Flynn, que afirma que los jóvenes son más inteligentes que los padres, con un riguroso sustento científico, se ha detenido. En este momento que se tiene el mayor acceso a la información se tiene menor sabiduría y conocimiento, así como la capacidad para resolver problemas. De acuerdo al estudio titulado The decline of the world’s IQ (El declive del coeficiente intelectual mundial) publicado por The Washington Post , documenta esta disminución.

Nuestros jovenes cada vez usan más juguetes digitales. A los dos años usan tecnologia un promedio de 3 horas diarias, de 8 a 12 hasta 5 horas, y en la adolescencia 6, lo que provoca un desarrollo neuronal y racional diferente. Paises como Taiwan han prohibido los dispositivos en menores de dos años, por lo riesgos en el desarrollo de problemas de atención y ansiedad, con una multa en el equivalente de 30 mil pesos. El uso excesivo de estas tecnologías no solo afecta la salud y la socialización, también nos genera limitaciones en la capacidad de resolver problemas.

Esto nos lleva a un cuestionamiento fundamental, ¿Cuál es nuestro concepto de progreso? ¿Hacía donde debe ir el desarrollo tecnológico? ¿Es un avance tener más cámaras en el teléfono? Tenemos que entender que los gadgets no representan un avance ni en la tecnología y menos en la ciencia. Invertir solo en tecnología como productos de mercado, sin ninguna conciencia o sentido social, y la mayor adicción, nos lleva hacia una sociedad menos crítica, conciente, solidaria, creativa; nos está haciendo una peor humanidad. Si la tecnología no le sirve a las personas, solo es un mecanismo de enajenación. No se trata de crear un debate sobre tener teléfonos o no, todos los necesitamos y se han vuelto parte fundamental de nuestro trabajo y nuestra vida, el punto es cómo utilizarlo de manera productiva, incluso divertida, pero sin que se convierta en el eje de la vida humana.

Como educadores, nuestra mayor prioridad debe de ser trabajar para que las generaciones que estemos formando constituyan una mejor sociedad, ¿cómo lograrlo cuando la tecnología mal aplicada disminuye nuestra capacidad de empatía, de pensamiento crítico, de análisis, así como de resolver problemas o conciencia social? Esta es una alerta que no podemos dejar pasar, necesitamos actuar para hacer un uso de las tecnologías más humano.