El año de 1952 fue señero en la vida de México, como país; es digno de ser recordado por los mexicanos. Hubo de todo. Haré referencia sólo a algunos acontecimientos; los más notables. Por lo que voy a referir, se consideró que México, en ese año, entró en la modernidad.
En el ámbito político Miguel Alemán Valdez dejó de ser presidente de la República. No pudo reelegirse, aunque lo intentó; se lo impidieron el artículo 83 constitucional, los viejos revolucionarios y, sobre todo, el general Lázaro Cárdenas. Por ganas de él y de sus correligionarios no faltó. Lo intentó a pesar de que su padre, el general del mismo nombre, había muerto en defensa del principio de no reelección.
Alemán, al no poder reelegirse, sugirió como sustituto a su primo: Fernando Casas Alemán, en ese entonces jefe de gobierno del Distrito Federal. Él, para estar a la moda, puso su nombre a la avenida recién abierta: la que ahora lleva el nombre de Universidad; duró poco; lo conservó mientras ocupó el cargo. Ernesto P. Uruchurtu se encargó de quitarlo y de borrar su memoria, que ya de por sí fue efímera.
El intento de poner a Casas Alemán en la presidencia también fracasó. Finalmente, para suceder a Miguel Alemán en la presidencia de la República, contendieron, por el entonces invencible PRI, Adolfo Ruíz Cortines, veracruzano, como Alemán. La Federación de Partidos del Pueblo Mexicano presentó como su candidato al general de división Miguel Henríquez Guzmán. Por el PAN contendió don Efraín González Luna, un abogado jaliciense. Y por el Partido Popular Vicente Lombardo Toledano. Hubo otros candidatos.
La campaña política fue sangrienta e intensa. Los henriquistas, al final, alegaron fraude en la elección. Lo que era cierto. Lo fue desde el momento en que el gobierno puso a disposición de su candidato todos los recursos oficiales que fueron necesarios. Para que Ruíz Cortines asumiera la presidencia de la República hubo muertos de por medio. Se presentaron conatos de levantamientos; fueron sofocados violentamente.
Como lo he referido en otra colaboración, mi general don Rubén Jaramillo, fue nuestro candidato a gobernador del estado de Morelos. Él, en su momento, junto con algunos seguidores, también se levantó en armas.
En ese año de 52, asimismo, se inauguró Ciudad Universitaria. Con su construcción México se puso a la cabeza en el ámbito cultural, arquitectónico y muralístico en América Latina. A un lado de la rectoría de la UNAM se levantó la estatua de Miguel Alemán; aparecía togado. Por el parecido, se decía que era de José Stalin, zar de todas las Rusias. Su duración fue efímera. La dinamitaron. Los restos estuvieron tirados en el piso algún tiempo, junto al pedestal sobre el cual había sido colocada. Recuerdo haberlos visto muchas veces. Pasado un tiempo fueron retirados.
Las esculturas modernistas que hay en las rutas que conducen a Ciudad Universitaria, se colocaron después, en 1968, con motivo de los Juegos Olímpicos que se celebraron ese año en México.
Recuerdo que para inaugurar el Estadio Universitario se celebraron unos juegos. En el nivel nacional se organizaron carreras de relevos con antorchas que partieron de diferentes partes de la República. A los alumnos de la secundaria en la que estudiaba, le fue confiada la responsabilidad de cubrir el tramo de Cuernavaca a la Ciudad de México; concretamente, nos tocó cubrir el tramo que corre del centro de Cuernavaca al Estadio de Ciudad Universitaria; lo hicimos por la que aún se conoce como carretera federal o “libre”. Al mi me tocó llegar, después de haber corrido dos kilómetros, a la población de Tres Marías, en el Estado de Morelos. Cubrí un segundo tramo; en éste, llegué al kilómetro veinte de esa carretera, en el pueblo de San Pedro Mártir. En ese lugar hicimos un alto en espera de la orden de avanzar al Estadio Universitario de tal manera que quienes venían de otros lugares coincidieran en su llegada al Estadio Universitario.
Una partida de militares, en su radio, recibieron la orden de que avanzáramos. Lo hicimos y ocupamos nuestros lugares en el estadio que ese día se estrenó. Estando en nuestros lugares, vimos entrar a los atletas que portaban las antorchas con las que se encendió el fuego olímpico. Uno de nuestros compañeros de nombre José Guerra, formó parte de esa comitiva. Él aún vive y debe de recordar ese incidente.
Una vez que terminó la ceremonia de inauguración, tanto de los Juegos como del estadio, regresamos a Cuernavaca; lo hicimos por la autopista que en ese día se inauguró. Puedo decir que la recorrimos el mismo día en que fue estrenada. Como se trataba de un día muy especial, el uso de la autopista fue gratis. Entiendo que fue la primera autopista que se construyó en el territorio nacional. En 1952 había dos casetas de cobro: la primera estaba en la salida de México hacia Cuernavaca, unos cinco kilómetros antes de donde se encuentra la actual; la otra, fue construida en el pueblo de Chamilpa, a la entrada a Cuernavaca. Usarla costaba una fortuna: cuatro pesos.
Recuerdo que en la construcción de esa autopista intervinieron varios contratistas: el primero, fue responsable de construir el tramo de la salida de la Ciudad de México al pueblo de Topilejo; el segundo construyó el tramo de Topilejo a Tres Marías; el tercero, de Tres Marías a La Pera; y el cuarto, de La Pera a Chamilpa, en la entrada de Cuernavaca.
En ese entonces se habló de que el costo de construcción de cada kilómetro fue la fabulosa suma de un millón de dólares. El trazo que reconoce esa autopista, en el tramo de La Pera, se reducía a dos carriles, que son los que en la actualidad sirven de vía para el campamento que está en ese lugar. El tramo de la autopista que existe actualmente se construyó tiempo después.
Un dato adicional: en el trazo original, para dividir los carriles de ida y venida, se sembraron setos. Éstos resultaron incapaces para detener los automóviles que circulaban fuera de control. Hubo muchos accidentes mortales debido a esa circunstancia. Álvaro Carrillo, el gran compositor, fue una víctima de esa circunstancia. Muchos años después de su inauguración fue que se colocaron los actuales muros de contención.
A los estudiantes de mi secundaria les fue confiada la tarea de sembrar árboles a los lados de la autopista. A esa tarea dedicamos dos días de faena.
Miguel Alemán, en 1952, en los dos últimos meses de su mandato, se dedicó a inaugurar obras. Lo recuerdo en el mes de noviembre de ese año, pasando entre nosotros, los estudiantes de secundaria, en la inauguración del nuevo edificio de nuestra institución: la Secundaria Federal número 5, llamada, en ese entonces, para estar a la moda de los tiempos, “Revolución Social”, que aún funciona con el nombre de “Froilán Parroquín.
En 1952 se inauguraron muchas otras obras más. Lo referido es parte de lo que recuerdo.

