Les platico: Cuando no se tienen ideas propias, se copian. Así de sencillo dirimen la cuestión los que buscan notoriedad. Cuando se trata de humildes mortales -como ellos mismos se auto nombran- no pasa gran cosa.

Hasta anecdóticos y tiernos resultan sus escarceos en busca de fama y reflectores momentáneos, de oportunidad, de ocasión.

Pero al tratarse de personajes públicos y de encumbrados por la política, el tema se vuelve mayor, porque los pusilánimes, los ciegos ante la evidencia, los buscones de notoriedad, los siguen y se vuelven una manada.

Si éstos rugieran cada uno por su lado o en la soledad de sus mesas o escritorios de las casas donde viven, tampoco pasaría nada. Pero cuando son arropados por la miríada de chats que pululan en las redes sociales, el efecto multiplicador de su ignorancia se vuelve nociva y perniciosa para esas comunidades virtuales.

Lo hacen porque en México y en los países democráticos existe la libertad de expresión.

Aluden a ella y sus excreciones -que no expresiones– son de colección.

No son sus opiniones, son las de otros y terminan apabullados cuando se les exige que nombren a los que señalan con sus dedos inquisidores.

 

Bufones saltimbanquis

Entonces, terminan convertidos en viles bufones que entretienen con sus babosadas a la audiencia de esos chats.  Son saltimbanquis que brincan de un chat a otro cuando son botados por los administradores que de verdad cuidan la esencia de esos instrumentos virtuales de opinión pública.

Realmente son inofensivos y a duras penas merecen el tiempo que otros le dedican a leer sus apariciones públicas. No escriben en ningún medio de comunicación; no caben ahí porque no tienen oficio periodístico.

Por eso viven y se la pasan escribiendo en los chats donde refugian sus incapacidades, sus complejos, sus inferioridades, sus cortedades, sus afanes de notoriedad. Uno que otro de éstos tuvieron los arre$to$ suficientes para inventarse alguno y ahí andan, en las antesalas y los pasillos de los palacios medrando y mendigando contratos y planes comerciales.

 

Y mientras tanto los políticos…

Esos causan un daño mayor, al excretar sus resentimientos desde las tribunas, las curules y los púlpitos donde predican el catecismo para sus acólitos.

  • Buscan más aclamación que aceptación.
  • Buscan distraer más que convencer.
  • Buscan confundir más que aclarar u orientar.
  • Buscan perturbar en vez de sosegar o apaciguar.

Pegan brincos indisciplinados de notoriedad con los que buscan distraer a la audiencia de los temas verdaderamente importantes.

Emiten datos perturbadores que hacen ver a los grandes problemas nacionales como temporales, coyunturales, particulares, cíclicos, anclados en el pasado y en los errores que cometieron otros, NUNCA ellos.

Casi aluden a un derecho divino donde la disculpa no forma parte de su vocabulario.  De hecho invocan a las divinidades y a los relicarios, esos que se cuelgan en los pescuezos para detener los maleficios y conjuras de sus inexistentes adversarios.

Se envuelven en el humo de sahumerios, inciensos y  rituales. Para ellos, todas las instituciones son reemplazables o desechables. En cambio, sus proclamas son irreprochables.

 

Reinarnos, reirnos

A estos personajes se les olvida que si no le rinden tributo al presente en el que inevitablemente viven; si no aceptan y se reconcilian con el pasado del cual también inevitablemente provienen, será imposible que pasen a la historia en la forma como anhelan hacerlo.

Quieren reinarnos, pero reirnos es la única opción que nos queda al ver sus afanes por conservar un poder por el que lucharon tantos años. Si siguen así, no pasarán de ser un adorno inútil estancado en la sala de espera de la historia.

La velocidad con que sus acciones degeneran las estructuras del País, son un atentado contra las generaciones futuras. Viendo y actuando en el pasado, están degradando el presente y minando las posibilidades de salir adelante.

Sea quien sea el próximo presidente -aunque fuere de la oposición- no le van a bastar seis años para remediar el desmadre que le heredará la “cuarta transformación”.

El parte médico de los que realmente le saben al asunto, nos habla de un paciente encamado desde hace varios años en la sala de cuidados intensivos.

¿Cómo demonios va a cuadrar en una “democracia transformadora” la regresión de TODOS los indicadores. Así lo dicen los números de los organismos todavía autónomos del gobierno federal: El Banco de México y el INEGI.

El presidente no se ha dado cuenta de ello, porque está distraído totalmente en preservar el poder a través de una de las que él llama “corcholatas”.

No tiene tiempo para ver que los indicadores económicos, de seguridad, de educación y salud, van en picada y así lo dicen los propios organismos que procesan y operan esas realidades. Y cuando por accidente toca cualquiera de esos aspectos, es engañado por sus ujieres, rémoras y lacayos.

 

Botón de muestra

Señor presidente, si me lo permite, va éste ejemplo como botón de muestra.

El peso sostiene e incluso mejora su paridad frente al dólar, no por lo que su gobierno hace en materia económica, sino por dos factores simples y muy sencillos de explicar:

Banxico sigue a ciegas lo que hace la Reserva Federal de Estados Unidos en materia de tasas de interés para buscar controlar la inflación.

Las crecientes reservas que los paisanos envían desde EE. UU. a sus familiares en México. Este año pinta para romper el récord de 52,000 millones de dólares del 2021, pero esto, como sostén de la economía mexicana es una vergüenza para su gobierno, porque el peso se sostiene por lo que más exporta nuestro país en estos días: mexicanos, que no ven futuro en el propio suelo donde nacieron.

 

El síndrome Juárez -Díaz

Presidente, usted admira a Juárez, el reformista que quiso eternizarse en el poder y que de no habérsele atravesado una angina de pecho, se hubiera convertido en otro Porfirio Díaz, a quien usted menciona cada vez más en sus alocuciones desde el palacio nacional.

Su subconsciente le traiciona.

Lo suyo es un magnicidio en medio de un escenario decadente.

Sin darse cuenta, está presionando el botón de la destrucción de las instituciones, una de ellas, 100% de origen ciudadano, el INE.

 

Ebrard, ¿dónde estás? 

Refugiado en la aldea que usted cree que es México, no se ha dado cuenta de que el mundo ya cambió, por eso, de las desgracias que ocurren durante y dentro de su gobierno, culpa a todos y a los demás.

Los cortesanos estirados que le rodean no tienen capacidad para decirle que su alejamiento del concierto mundial, hará cada vez más caras las facturas que otros tendrán que pagar.  Con usted en los controles, la presidencia no es PARA NADA un símbolo unificador, sino todo lo contrario.

Ha hecho de la presidencia un objeto inanimado, expuesto al garete de los vientos electorales… y de lo que otros le aconsejan.

 

¿Faltan líderes a quienes seguir?

El clamor generalizado es “¿dónde están los líderes a quienes debemos seguir?”

Quienes eso preguntan, olvidan o no saben, que cada uno de los mexicanos llevamos dentro una grandeza oculta, que debe aflorar en tiempos como éste.

¿No nos cansamos de ver lo que está ocurriendo en México? El invierno toca ya a las puertas de gran parte de nuestro País. Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que ocurren décadas.

¿Queremos que este invierno dure décadas? ¿Queremos que venga otro a liberarnos de los grilletes que nos tienen aprisionados en medio del estanque?

 

Cajón de Sastre

“¡Madre santa!, ¿qué esperamos para ponernos en acción?”, exclama y remata la irreverente de mi Gaby.