En el empate de fechas electorales presidenciales de México y Estados Unidos en 2024, habrá circunstancias que estarían beneficiando más a la estrategia mexicana: las votaciones en México son en junio y las de Estados Unidos en noviembre; por lo tanto, es más fácil que en México sea seducido para beneficiar a los candidatos demócrata y republicano.

La oposición mexicana suele descansar presuntos beneficios electorales en la estrategia estadounidense de querer influir en el proceso por así convenir a sus intereses geopolíticos, en tanto que los candidatos estadounidenses ponen a México como un factor de distracción frente a sus problemas domésticos propios y desde luego culpando a su vecino de los asuntos negativos del narcotráfico y la migración.

En las presidenciales estadounidenses de 2016, Donald Trump encontró en el tema México un punto de crítica hacia los demócratas en materia de narcotráfico y migración y causó estragos políticos en su vecino por la impericia y torpeza del presidente Enrique Peña Nieto para gestionar las acusaciones de Trump.

En una maniobra que quiso ser estratégica, Peña Nieto invitó a los dos candidatos presidenciales –Trump y Hillary Clinton– a visitar México como una forma desactivar las acusaciones negativas. La intención de Trump no fue solo usar a México como punching bag para eludir responsabilidades propias, sino en busca del voto hispano conservador que cada vez es mayor a favor de los republicanos y para resaltar el fracaso del presidente Barack Obama por el incumplimiento de su doble compromiso –en la elección y en la reelección– de una reforma migratoria legislativa que ayudara a los migrantes mexicanos a eludir las persecuciones de la migra. Hillary andaba tras la misma intención, pero de manera errática no quiso empatar su enfoque con el de Trump y no encontró forma de convencer a los migrantes hispanos y sus familias ya naturalizadas a votar por los demócratas.

El discurso de Trump causó muchos efectos negativos en la política mexicana, pero la visita solo de Trump a México fue un gran empujón para, en el lenguaje político estadounidense, darle a Trump una figura de presidenciable, es decir, de un político con reconocimiento de un jefe de Estado. Con la visita a México ganó Trump una base electoral fundamental para su victoria, mientras Hillary se alejó del voto hispano-mexicano.

El saldo electoral de las pasadas elecciones intermedias en EU fue un indicio de que los republicanos tienen un punto de arranque electoral muy ventajoso, pues perdieron el Senado, pero ganaron la Cámara de Representantes y prácticamente mantuvieron su base de gubernaturas, aunque la propaganda estadounidense quiera presentar el resultado como un fracaso de Trump y de los republicanos.

La política estadounidense se mide con otros parámetros. Por eso el expresidente Trump ya anunció de manera formal su precandidatura a la presidencia para el 2004, en tanto que los demócratas quedaron fracturados en sus posibilidades y tardarán en construir una base política fuerte para las elecciones presidenciales; inclusive, el propio presidente Biden no ha anunciado de manera formal su precandidatura al 2024, mientras nuevas figuras demócratas comienzan a posicionarse en el escenario político ante el problema de edad del presidente Biden y la incapacidad de la vicepresidenta Kamala Harris para convertirse en una confiable y sólida figura presidencial.

Más tardó Trump en anunciar su candidatura a la presidencia que en colocar a México como el tema central de su campaña, sobre todo por el fracaso de la política migratoria del presidente Biden, la decisión de quitar restricciones al ingreso y con ello provocar una oleada de cientos de miles de extranjeros irrumpiendo de manera violenta en sus fronteras y la falta de resultados del Gobierno estadounidense actual en materia de combate al narcotráfico por las cifras de más de 120,000 estadounidenses muertos por sobredosis de fentanilo que ha cruzado de manera impune y crecientes las fronteras americanas.

Del lado mexicano, grupos de oposición han estado enviando mensajes a los servicios de inteligencia de Estados Unidos para obtener algún tipo de apoyos en contra del presidente López Obrador y su partido Morena que en las primeras encuestas sobre las presidenciales del 2024 encabezan las preferencias electorales. Pero la presencia del Gobierno de EU en las elecciones mexicanas podría ser más negativa que positiva en función de los resabios nacionalistas que siempre han visto intenciones imperiales y no democrática en los apoyos de la Casa Blanca hacia México.

La amistad Trump-López Obrador tendrá beneficios para sus respectivos partidos y el Partido Demócrata tendrá que pagar su cuota de falta de sensibilidad para acercarse a México, a los mexicanos y a los migrantes dentro de Estados Unidos, en momentos en que el discurso de pánico social ante la oleada migratoria y del crimen organizado está beneficiando a los republicanos por la pasividad de los demócratas.

Las fechas de elecciones van a beneficiar a México por poco más de seis meses de diferencia entre las mexicanas en junio y las estadounidenses hasta noviembre, un tiempo político que López Obrador y Morena podrían utilizar como ventaja por previsibles mensajes de apoyo de Trump a México y la pasividad del discurso demócrata en las reformas migratorias.

El autor es director del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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