En todas partes se cuecen habas. Ningún país del mundo puede considerarse a salvo de conflictos sociopolíticos. Ni los considerados del primer mundo, como Estados Unidos de América (EUA) —donde el 6 de enero de 2021 una turbamulta de fanáticos derechistas seguidores de un presidente mentiroso como Donald John Trump asaltó la sede del capitolio, episodio que tuvo un saldo de varios muertos y heridos, y, lo peor del caso, una grave lesión a la democracia estadounidense quizás irreparable—, o una nación bimilenaria como Alemania, donde hace pocos días se desarticuló un grupo neonazi que planeaba dar un increíble golpe de Estado, o en la minera nación sudamericana Perú, que cuenta con una zona amazónica, y con alturas como la de la incaica Machu Picchu, así como turbulencias políticas que en apenas cuatro años ha tenido seis presidentes con graves problemas policiacos; el más reciente, Pedro Castillo Terrones, que pretendió dar un golpe de Estado, desapareciendo el Poder Legislativo pero este se le adelantó y lo destituyó recluyéndolo en la cárcel. La medida del Congreso originó manifestaciones de protesta y ocupó la Presidencia, la vicepresidenta Dina Boluarte, cuyo futuro es incierto. Y en México, donde hasta los “mesías” cantan mal las rancheras, con todo y su Cuarta Transformación. O, lo que es lo mismo, nadie se salva: sea de derecha, de centro o de izquierda. Nadie puede tirar la primera piedra. Y el que se atreva a hacerlo, aunque diga que nació en el “Edén”, es un hipócrita falsario, engañabobos que cualquier día se percatará que anda desnudo, presumiendo de austeridad franciscana y de otras “virtudes” inexistentes.
Resulta que en la madrugada del martes 6 de diciembre en curso, tres mil agentes de la policía alemana desarticularon una organización ultraderechista que planeaba la toma del Bundestag (parlamento), con su correspondiente Golpe de Estado, según informaron el Ministerio del Interior y la Fiscalía General del Estado. Los agentes se desplegaron en cateos en 130 sitios ubicados en once de los 16 estados del territorio germano en busca de miembros del movimiento Reichsburger (“Ciudadanos del Reich”). También se detuvo una persona en la ciudad austriaca de Kitzbuehel, y otra en la Italiana Perugia. Y, según la revista Der Spiegel, también se registraron las instalaciones de la unidad alemana de las Fuerza Especiales especiales KSK (Kommando Spezialkrafte), acuarteladas en Calw. Un grupo de estas fuerzas fue disuelta hacer pocos meses por la supuesta pertenencia de soldados a grupos de ultraderecha.
Las autoridades alemanas llevan años vigilando a los “Ciudadanos del Reich”, grupos o individuos que niegan la existencia de la República Federal de Alemania como Estado y su ordenamiento jurídico por motivos diversos. En muchos casos, niegan la legitimidad de cualquier representante elegido democráticamente. Así, la policía de Alemania arrestó a 25 personas que “siguen un conglomerado de mitos conspirativos compuestos por narraciones de los llamados Reichsburger y la ideología QAnon. Según la fiscalía alemana hizo saltar de nuevo las alarmas. Los detenidos conspiraban para derrocar al gobierno y formar uno nuevo.
“Las investigaciones nos permiten vislumbrar el abismo de una amenaza terrorista procedente del entorno de los Reichsburger”: (Ciudadanos del Reich), declaró el 8 de diciembre la ministra del Interior germano, Nancy Faeser. La asociación está “impulsada por fantasías de derrocamiento violento e ideologías conspirativas” agregó la política socialdemócrata.
Los Reichsburger a menudo se ven a sí mismos al margen del sistema jurídico actual como el Parlamento, las leyes o los tribunales. Declaran que el histórico Reich alemán sigue existiendo en la actualidad, de ahí su nombre (Burger, es ciudadano en alemán). Esto significa que los Reichsburger rechazan, por ejemplo, los documentos oficiales de Alemania y, en su lugar, se expiden documentos falsos como el “permiso de conducir del Reich”, o el “carné de identidad del Reich, o utilizar matrículas de auto del “Reich alemán” o incluso imprimir su propio papel moneda. También se niegan a pagar impuestos o aranceles y la cotización a la seguridad social.
Esto llevó a que durante años los “Ciudadanos del Reich” fueron motivo de burla nacional y se les tachó de locos. Sin embargo, en los años recientes los servicios de Seguridad del Estado alertaron de que se habían vuelto más radicales y peligrosos e intensificaron su vigilancia.
No obstante el nombre, no se trata de un movimiento nacional organizado y unificado, sino más bien de un conjunto dispar de pequeños grupos e individuos dispersos por todo el país unidos por esa creencia común. Algunos sueñan incluso con crear su propio Estado autónomo, al margen de la República Federal de Alemania. A principios del año que está por terminar, un grupo autodenominado Konigreich Deutschland (Reino de Alemania) compró dos terrenos en el estado federado de Sajonia, en el este del país, en los que pretendía crear su propio Estado.
Muchos de sus simpatizantes tienen armas legales o ilegales. Eso se convirtió en algo preocupante cuando en 2016 un Reichsburger de Baviera disparó y mató a un policía mientras los agentes registraban alijos de armas en su casa. En suma, entre 2016 y 2021, unos 1,500 “ciudadanos alemanes” vieron retirados sus permisos de armas. Sin embargo, se estima que en la actualidad unos 500 poseen armas legalmente.
De las 21,000 personas que supuestamente forman los Reichsburger, se cree que 1,150 son extremistas de derecha y 2,100 potencialmente violentos, según datos de los servicios secretos alemanes, la Oficina Para la Protección de la Constitución (BfV). Además, según sus informaciones “aproximadamente uno de cada diez se consideran dispuesto a recurrir a la violencia”.
Marco Buschmann, ministro de Justicia alemán, describió los registros como una “operación antiterrorista” y agregó que los sospechosos podrían haber planeado un ataque armado a instituciones del Estado.
Las 25 personas arrestadas están acusados de haber formado el año 2021 “una organización terrorista con el objetivo de revocar el orden estatal actual en Alemania y sustituirlo con su propia forma de Estado, que ya estaba en proceso de fundación”. Y la Fiscalía indicó que los incriminados eran conscientes de que su objetivo sólo podía alcanzarse por medios militares y por la fuerza.
Los supuestos líderes del grupo fueron identificados sólo como Heinrich XIII P. R., y Rudiger v.P., de acuerdo con las leyes alemanas de privacidad. El primero, de 71 años de edad, ha defendido durante años la teoría de que la vida era mejor en todo el mundo bajo la monarquía. Desciende de la Casa de Reuss, que durante siglos gobernó partes del actual estado de Turingia hasta la revolución alemana de 1918 que instauró la República. Había estado activo en la escena de los Reichsburger durante mucho tiempo, hay según los planes estaba destinado a ser el nuevo “jefe de Estado”. Todos los hijos varones nacidos en la familia se llaman Heinrich y se les da un sufijo numérico, y cuando la familia llega al 100, comienzan a contarse nuevamente. La familia hace tiempo que se distanció de Heinrich III. Un portavoz del clan Reuss lo describió a principios de este año como un “anciano confundido”, guiado por teorías de conspiración. El “noble” septuagenario abandonó voluntariamente el clan hace tres lustros. En un discurso que pronunció hace tres años, salpicado de teorías antisemitas, Heinrich dijo que Alemania había sido un Gobierno vasallo desde la II Guerra Mundial, y que necesitaba recuperar su soberanía con un acuerdo de paz. Y, el otro “jefe” del movimiento, Rudiger v. P., es un ex paracaidista de 69 años de edad, que estaría al frente del brazo militar.
Según los medios alemanes, a fines de noviembre del año 2021, esos personajes —Heinrich y Rudiger—, se reunieron para fundar una “organización terrorista con el objetivo de derrocar el actual orden estatal en Alemania. Con ese fin congregaron a personas de ideas afines de la escena de Ciudadanos del Reich, así como a negacionistas del coronavirus. En búsqueda de adeptos, abordaron a miembros activos o antiguos de la Bundeswehr (Ejército federal) y de la policía, quienes deberían organizarse en “empresas de seguridad nacional”.
Con este propósito, se llevaron a cabo varias reuniones secretas, cuatro de ellas en verano en Badén-Wurtemberg dirigidas por Rudiger, y en octubre el “brazo militar” exploró los cuarteles de la Bundeswehr en Hesse, Badén-Wurtemberg y Baviera para comprobar si las “tropas” podrían alojarse allí después de un hipotético golpe.
Por otra parte, se sabe que los presidentes del partido ultraderechista Alternative fur Deutschland (AfD), Tino Chrupalla y Alice Weisselberg, se distanciaron del plan del golpe de la organización, después de la detención de la ex diputada Birgit Malsack-Winkemann, quien fungió este año como jueza de distrito en Berlín. A su vez, el fiscal federal alemán, dijo que los imputados aceptarán que sus planes golpistas incluían homicidios y reconocieron estar vinculados “por un profundo rechazo a las instituciones estatales” en Alemania y firmemente convencidos de que la RFA en realidad está gobernada por miembros de un “Estado profundo” del que habrían que liberar a los alemanes. Su principal objetivo eras un “cambio de sistema en todos los niveles”. Es más, algunas informaciones apuntan a que Maximilian E., un coronel jubilado del Mando de Fuerzas Especiales, ya había planificado la adquisición de equipos para el derrocamiento, así como el adiestramiento de tiro. Por lo demás, solo hay sospechas de otras directrices militares. El grupo subversivo había previsto renegociar (no se dijo con quién) los Tratados que Alemania firmó con los aliados al final de la II Guerra Mundial, dado que no reconocen las actuales fronteras.
Lo sucedido parece una novela de espionaje. VALE.