“Si algunos piensan que vinieron y van a presionar, yo lo veo muy complicado, porque el presidente así como se reúne todas las semanas para ver otros temas, también ve este. Y hay un tiempo que él plantea… Podemos estar o  no de acuerdo, pero eso es lo que dice el decreto y vamos a legislar en ese sentido… La pauta que tenemos los senadores, lo que plantea el presidente -para nosotros el líder de este país, el lider de nosotros, lider de la cuarta transformación- es lo que vamos a hacer los senadores de Morena, que somos la mayoría, también los diputados, es lo que vamos a hacer”.

Se trata de la confesión del senador José Narro, que aunque atropellado, tenía el propósito de acallar el reclamo de productores agrícolas durante el Primer Parlamento Abierto en Materia de Plaguicidas y Fertilizantes organizado por las Comisiones Unidas de Salud y Agricultura del Senado. Declaraciones que resultan altamente ofensivas para el sector agrícola y no sólo por el trasfondo político, sino por venir de uno de los dirigentes sociales del campo que más ha presionado a punta de gritos y sombrerazos a otras administrasciones para conseguir recursos y producir votos. ¡Un profesional de la presión social!

¿Qué motivó este desaire legislativo a los productores? Resulta que al inquilino de Palacio se le ocurrió, al inicio de su administración, aconsejado por sus flamentes subsecretarios, Hugo López Gatell y Víctor Suárez, la eliminación de los agroquímicos en la producción de alimentos bajo el argumento de que buscan cuidar la salud humana y como más queriendo la cosa, pegarle directamente a las transnacionales. El mensaje tiene remitente directo: Monsanto. Hay voces que alientan a olvidar el factor ideológico y seguir la ruta del dinero para entender el transfondo de la motivación de los subsecretarios que ven su futuro más allá del cargo en este sexenio. Así llegó al Senado una iniciativa promovida por las senadoras Ana Lilia Rivera y Lilia Margarita Valdez, ambas de Morena, para eliminar expresamente el uso del glifosato, sustancia activa de agroquímicos, utilizado en más de 120 países incluidos Estados Unidos, Canadá, Australia y miembros de la Unión Europea para la producción de alimentos.

El foro que resultó una mera simulación y un muro de lamentaciones, dio espacio para que algunos productores pudieran solicitar que los legisladores reconvinieran sus intenciones por prohibir el uso del agroquímico, menos cuando hoy por hoy, no ofrecen una alternativa que lo sustituya. El presidente del Sistema Producto Manzana Nacional, Mauricio González, defendió que los agricultores promueven la alimentación y la salud humana. Recordó que la vocación de los productores es producir alimentos que dan bienestar y salud a la sociedad en general. Sin embargo, ni así de clarito los interpelados entendieron o se negaron a entender el riesgo en que pueden poner a la producción y el abasto alimentario de México. Simplemente soslayan que la estabilidad social de cualquier nación, sociedad, depende de que todos los días haya alimentos sanos e inocuos en sus mesas.

En los contrapesos, los senadores incluyeron a vendedores de bioinsumos, algunos asesores de productos orgánicos, quienes mostraron los datos y estadísticas de sus negocios, mientras que se pidió a algunos participantes, sólo a algunos, firmar una carta de “no conflicto de intereses”. Adivinó, fue a los relacionados con la venta de agroquímicos. El problema es que la cancha no fue pareja.

El senador Narro —sí ese mismo que ha estado en el ojo del huracán por la desaparición de dos marinos y un empresario con posibles nexos con el narco— insistió en que cumplirán los deseos presidenciales y a más tardar el primer semestre del próximo año, SEMARNAT, SADER y CONACYT promoverán las reformas de los ordenamientos jurídicos aplicables para evitar el uso de glifosato y de maíz genéticamente modificados en México. ¿Le leerían la cartilla a Narro? ¿Será que está en penitencia de obediencia política? ¿Busca congraciarse con su líder político? ¿Busca cobijo político sin importar el descobijo del campo?

Hasta hace poco al senador tamaulipeco se le veía molesto, rebelde porque no consiguió la candidatura por la gubernatura de Zacatecas que alcanzó David Monreal y tampoco logró la presidencia del Senado en disputa con Ricardo Monreal. Se trata de un Senador que ha dado escasos resultados, no lograba ser convocado a las reuniones de comisiones unidas ni lograba el quórum cuando presidió la Comisión de Agricultura. Narro es un dirigente social que presiona a gritos con el respaldo de su ya muy menguada y falta de credibilidad organización, la CNPA, debido a que hoy es un franco obediente servidor de la voluntad presidencial.

Ante esta posición de un grupo de sendores, los productores decidieron dar la batalla que si bien no se percibió públicamente, si lograron mover el statu quo y finalmente, desde Palacio Nacional se frenó la iniciativa de prohibir los agroquímicos. El argumento es que no hay un sustituto del glifosato y ello podría poner en riesgo la producción nacional de alimentos. Parece que la presión también vino de parte de los productores de Estados Unidos que buscan seguir comercializando maíz genéticamente modificado para consumo animal. Si bien se trata de temas distintos, en el imaginario colectivo, sobre todo en el de la cuatroté donde no saben distinguir los conceptos transgénicos, agroquimicos o plaguicidas.

Mientras, digan lo que digan, lo cierto es que la comunidad científica no se pone de acuerdo para determinar la peligrosidad y afectación del glifosato, sí que protege los cultivos contra insectos, malas hierbas, hongos y otras plagas que diezman los grandes cultivos. No obstante, los mismos productores nacionales reconocen la falta de capacitación para el buen uso del agroquímico. Es decir, hay mala prácticas que deben ser observadas y superadas con los programas de capacitación, toda vez que bien utilizado y cumpliendo las normas de seguridad, los agroquímicos no conllevan riesgos significativos para la salud de las personas ni para el consumidor ni para el productor.

Por el momento, la suspensión del uso de glifosato se ha detenido, pero como el ánimo e interés presidencial es tan cambiante podría reactivarse en cualquier momento, mientras tanto se designó a la sumamente ideologizada titular del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), María Elena Álvarez Buylla, a hacer la investigación y formulación del nuevo agroquímico, porque dice el inquilino de Palacio que tiene la experiecia y conocimiento “no por nada encabeza la creación de la vacuna Patria contra Covid”. Estamos en buenas manos…??? ¡Zas!