El año que está por finalizar, para nuestro país fue uno más con eventos que desearíamos no hubiesen ocurrido nunca. Los doce meses que están por concluir, resultaron nefastos por los excesos y abuso del ejercicio del poder ejecutivo; pasando por encima de la Constitución y las leyes nulifico al poder Legislativo al ordenar de aprobar todas las iniciativas que envió aún las inconstitucionales, y presionó a los Ministros de la Corte para que al revisar en Acciones de inconstitucionalidad resultara ambigús su resolución final.
Los 12 meses de este año fueron igualmente de sombríos por la cauda sangrienta provocada por la equívoca política de “seguridad” contra el narcotráfico que en los cuatro años del actual Gobierno contrario a los dichos del presidente, su sexenio se sitúa para acumular más casos de feminicidio y homicidios dolosos que el de Felipe Calderón y el de Enrique Peña Nieto, llegando a rebasar con mucho las 130 mil muertes violentas, y pese al empecinamiento, terquedad, arrogancia y soberbia del Ejecutivo, se deben replantear: estrategia y responsables. Lo anterior no sólo es una demanda de algunos académicos o especialistas, ahora lo afirma la propia Iglesia católica, y desde luego, cada vez más la sociedad civil debido a los excesos policíacos-militares que derivan en la creciente violación a derechos humanos.
Lo que la Presidencia de la República no puede negar, es la flagrante violación constitucional de emplear al Ejército como fuerza policíaca. Lo afirmamos desde 2007 y lo reiteramos ahora: “se expone a las fuerzas armadas a ser permeadas por la corrupción y se termina por faltarles al respeto”; hoy enfrenta denuncias –documentadas– de graves violaciones a derechos humanos y de comprobados casos de infiltración de la delincuencia organizada en áreas sensibles de inteligencia militar.
En la persecución de la delincuencia organizada debe privilegiarse el uso de la inteligencia y se debe golpear a las cadenas financieras por encima del uso de la fuerza y la violencia, hoy testimoniamos el crecimiento de la percepción ciudadana de que se está llegando al extremo de no actuar o de simular las intervenciones, es la consigna, tanto que en diversos foros académicos internacionales se está discutiendo esta hipótesis, aunado que ahora algunos analistas señalen que el gobierno está actuando como aliado a los carteles de la delincuencia.
Lo lamentable es que algunas de esas afirmaciones parecen comprobarse con motivo de casos judiciales que se ventilan en la justicia norteamericana, además de que se nos debe una amplia explicación respecto de quiénes fueron los funcionarios mexicanos que autorizaron a sus contrapartes norteamericanas la realización de operativos como Rápido y Furioso o el lavado de dinero a cárteles mexicanos, quizá otra vez tendremos que esperar a que los medios estadunidenses o cortes judiciales de ese país nos informen al respecto.
Ante la cerrazón oficial y el crecimiento del uso irracional de la fuerza legítima por parte de las policías, la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina, un grupo no menor, cuantitativa y cualitativa de mexicanos, recurrieron a las instancias internacionales y será la Corte Interamericana de Derechos Humanos que resolverá sobre la procedencia o no de la adscripción a la SEDENA de la Guardia Nacional.
Por otra parte, las cifras oficiales nacionales e internacionales volvieron a evidenciar la indignante pobreza de más de la mitad de nuestros compatriotas. En la economía, pese a la lenta recuperación, a la generación de empleos nuevos que afirma haber creado el régimen del presidente, al pobre crecimiento anual en la economía, al equilibrio de las finanzas públicas, a lo que queda de reserva de divisas, el gobierno persiste en mantener sin variación el actual modelo de la 4t.
La cadena de protestas sociales alrededor del mundo presenta como característica el uso de las nuevas tecnologías informáticas. Como nunca antes, las comunidades virtuales cobraron fuerza internacionalmente. Las noticias como nunca antes se desarrollan y comunican por medio de la gente y no provienen únicamente de fuentes informativas tradicionales. Sin embargo, hasta ahora en nuestro país el fenómeno no ha presentado la sinergia presente en otras sociedades. Recientemente sólo hemos testimoniado su utilización para denigrar, vituperar o hacer burla de los candidatos y precandidatos de las tres principales fuerzas políticas, pero sin superar el cotilleo inducido o espontáneo.
¿El poder de la información en manos de las redes sociales y su impacto en la opinión pública transformará la política? ¿Qué impacto tendrá en las campañas de 2023 y 2024 ?
En fin, este “annus nefastus”, lo mejor que puede pasar es que se acabe. A los lectores mis mejores deseos de paz y felicidad para las fiestas navideñas, así como salud y éxitos personales y profesionales, y recordarles que el próximo 2023 tendremos que seguir luchando esforzadamente por México.