«Nihil est annis velocius»

«Nada es más veloz que los años»

 

Una vez que está por terminar el actual año, esperamos que el próximo sea más venturoso, o con menos retrocesos, a pesar de que por el momento las cosas en perspectiva no se perciben halagüeñas,  para todo el mundo, ni para nuestro País.

En el contexto internacional, se continúan escuchando los tambores de guerra  en Ucrania, y con amenazas veladas algunas veces y en ocasiones de manera directa por parte de Corea del Norte y de China. En el caso de Medio Oriente, inexorablemente ligado a los conflictos entre Israel y las naciones árabes, nuevamente los equilibrios geopolíticos ponen en peligro a la humanidad. En este caso, la intervención de los Estados Unidos, ha logrado un frágil “estatus quo” que pende de un hilo, ante la beligerancia irracional del partido gobernante hebreo, que miope, es incapaz de visión de futuro.

Por otra parte, de manera esperanzadora resurge la posibilidad de una mayor participación en la economía global de los países de África, lo que no significa mejores condiciones de vida para su población. Un fenómeno que habrá de seguir de cerca, esto permitirá un crecimiento en materias primas y de mercado a esta Asociación de Países del continente africano.

La delincuencia organizada transnacional o globalizada, cobra cada vez mayor fuerza, sin que los gobiernos de las naciones más afectadas parezcan poder detenerla; el trasiego y venta de estupefacientes representa solo entre Estados Unidos y México, un mercado de cerca de 40,000 millones de dólares anuales. Los programas dedicados al combate de estos grupos son un mero paliativo, tal vez porque los intereses económicos están muy entremezclados en el sistema financiero mundial, hay que reconocerlo, pues en ningún país existen programas intensivos en materia de Salud para la prevención de adicciones y de rehabilitación de adictos, para disminuir la enorme demanda de los enervantes, como por ejemplo la campaña que se ha hecho en contra del tabaco a nivel mundial.

En el plano económico mundial, remontar la crisis económica, todavía parece lejos, con la inflación aún no completamente controlada en la mayoría de los países, se avecina un recrudecimiento de la guerra de divisas y la baja del precio  del petróleo, persisten los síntomas de inestabilidad en el sistema financiero  estadounidense, se prevé que  continuaran las crisis en algunas naciones europeas y la perspectiva para la economía norteamericana de la que somos interdependientes, solo presagia un crecimiento bajo. Lo cual no deja mucho margen para el optimismo.

Por lo que hace a nuestro País, la prospectiva en materia de economía, seguridad, derechos humanos y política, el escenario no parece muy positivo. La dependencia económica que nos ata –para bien y para mal- con la economía de nuestro vecino del norte, solo nos permite aspirar a un bajo crecimiento y continuar sobrellevando las cifras oficiales a modo, de generación de empleo  e índice de inflación.

De seguir esta misma dinámica de violencia, debemos estar atentos que no continúe el escalamiento de las violaciones de derechos humanos. La verdadera  lucha contra el crimen, debe ser aplicando la ley en un verdadero Estado de Derecho, y utilizando los Protocolos de Naciones Unidas para el uso legítimo de la fuerza por parte de los agentes del Estado debe de hacerse una seria investigación financiera para ahogar a los carteles a través de estrangularles sus flujos financieros, y el control de las aduanas para bloquear el ingreso de armamento para los grupos delincuenciales.

En el escenario político, con las próximas elecciones las cosas no pintan muy bien, existe una clara intencionalidad de polarizar a la sociedad para que a “rio revuelto ganancia de pescadores”. Iniciaremos el año con el arranque de las precampañas de las elecciones para renovar las gubernaturas en los estados de Coahuila y Estado de México, en donde una coalición de partidos de oposición pretende impedir que esos dos estados aún gobernados por el PRI pasen a las manos de Morena.

Los males de este tiempo, que conviven en los ámbitos de lo público y lo privado, como la concentración del poder en el presidente y en  unos muy pocos actores públicos y de poderes fácticos, la exacerbada corrupción en todos los niveles, la deshonestidad intelectual que ha manchado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a la UNAM; la imparable y creciente violencia, la delincuencia organizada, la impunidad, la desigualdad y pobreza cada vez más graves entre los habitantes, las injusticias que los órganos jurisdiccionales no son capaces o no quieren evitar, el desempleo y la miseria de muchos millones de mexicanos.

Sin embargo, hay que tener esperanza en el porvenir, por lo que hago votos para que el 2023 sea el año de la reconciliación, el año de la reactivación económica y que llegue la paz a todos los hogares mexicanos.