El plagio de tesis es un hecho real. Se trata de conductas comunes en el ámbito universitario, tanto del pasado como de la actualidad. Es una forma de fraude que se presenta de manera constante y generalizada. De una u otra forma, todos somos responsables de ello.

Las explicaciones sobran: la carencia de compromiso de los estudiantes respecto de los trabajos terminales, es una de las consecuencias de la educación masiva; la otra: la irresponsabilidad de los directores de los trabajos terminales. El cúmulo de trabajos terminales y la carga docente, derivan en la pérdida del control sobre las investigaciones que llevan a formular los trabajos terminales; la responsabilidad recae, en especial, sobre quienes, supuestamente, los dirigen.

En el ámbito de la enseñanza del derecho y en lo relativo a las escuelas y facultades de derecho, hay tantas y con un crecido número de alumnos, que se antoja imposible que exista un control sobre el rubro específico de los trabajos terminales que se elaboran en ellas. En esta materia se presentan algunos fenómenos:

Que los alumnos de las escuelas o facultades llamadas “patito”, por negligencia de los directores de tesis, plagien los trabajos terminales de quienes egresan de las instituciones que aún gozan de crédito. Este riesgo deriva en el hecho de que las instituciones acreditadas resguarden trabajos terminales que, por muchos motivos, merecen ser difundidos.

Ya que, en general, los alumnos por flojera, prisas por recibirse para ser ascendidos o admitidos en un trabajo o para salir a estudiar al extranjero, tienen o aparentan tener prisa en recibirse, en esos casos es responsabilidad de los directores de tesis:

Asumir de manera seria la función de dirigir la elaboración de trabajos terminales sin dejarse presionar; además, en todo caso, llevar una bitácora de la investigación, archivar los resultados parciales y controlar el desarrollo de la investigación. Quienes hemos asumido la responsabilidad de dirigir trabajos terminales nos ponemos en sobre aviso cuando un alumno, de buenas a primeras, presenta una tesis totalmente terminada;

La dirección de una tesis implica la obligación de consultar los bancos de tesis cuando menos de la institución a la que sirven; y

Los directores de tesis debemos hacer un seguimiento escrupuloso y puntual de la investigación de la que deriva el trabajo terminal.

Hay también responsabilidades que deben asumir las autoridades universitarias, las que están al frente de las instituciones de educación superior deben:

Fijar un límite al número de tesis que un director puede asesorar;

Establecer un banco interno de tesis;

Hacer seguimiento y auditorias a los directores de tesis; y

Hacer un intercambio de información entre las diferentes escuelas y facultades respecto de los trabajos terminales. Esto implicará adquirir programas que verifiquen que un trabajo terminal no es un plagio.

En el caso de los alumnos, las autoridades universitarias deben:

Respetar el código de ética universitaria y no ser tolerantes con los actos de corrupción que observen;

Al momento de que un alumno presente su tema de tesis, consultar los bancos que contienen información respecto de ellas;

Hacer conciencia en los alumnos en que tienen una gran responsabilidad como universitarios y que su observancia está confiada, preferentemente a ellos; y

Otra, sería suprimir el trabajo terminal. Así lo han hecho algunas instituciones de educación superior. Esto debe ser suplido con investigaciones y trabajos parciales.

En una de las materias que imparto en el Departamento de Derecho de la Universidad Autónoma Metropolitana, exigimos como requisito para tener derecho a su evaluación final la presentación de un trabajo relacionado con alguno de los temas que son objeto del curso. Contamos con los elementos para detectar cuándo el alumno optó por utilizar un trabajo presentado en cursos anteriores o cuándo, simplemente, copiaron y pegaron. Una irregularidad, dependiendo de su gravedad, repercute en una calificación no aprobatoria o en la pérdida de puntos.

El caso de la Escuela Libre de Derecho es totalmente diferente e imposible que se pueda repetir en otra institución de educación superior en México: hablo del curso del que somos responsables. Tres profesores tenemos a nuestro cargo la dirección de un curso que se denomina: La enseñanza del derecho constitucional. Para tener el control directo y personal del curso únicamente admitimos como alumnos a los que tienen los más altos promedios, siempre y cuando no excedan de cinco. El año pasado tuvimos tres. Celebramos dos sesiones de trabajo cada semana durante todo un año lectivo; en cada clase los alumnos presentan, ante todos, el avance de sus investigaciones; el trabajo terminal que deriva del curso, es la base de lo que será la tesis que finalmente defiendan ante un jurado integrado por cinco profesionales del derecho.

Para afinar el estilo de escribir, damos algunos consejos previos y sugerimos algunas lecturas; los invitamos a escribir colaboraciones colectivas que se publican en diferentes medios. Ellos seleccionan los temas y fijan la extensión.

Estamos seguros de que con este sistema estamos formando no solo a los grandes juristas del siglo XXI, si no que, al mismo tiempo, estamos preparando a quienes serán los grandes tratadistas del futuro.

Alguien dirá que se trata de una educación elitista y que no se puede repetir en otras instituciones. Estoy de acuerdo. Se debe tener presente que en la Escuela Libre de Derecho prestamos nuestros servicios, en forma gratuita, más de doscientos profesionales del derecho y que de sus aulas egresan no más de cuarenta abogados al año en promedio. En 1924, sólo egresaron cuatro abogados; en 1929 se dio un caso excepcional: egresaron 29, entre ellos estuvieron el constitucionalista don Felipe Tena Ramírez, el procesalista don Juan José González Bustamante, ambos ministros de la Suprema Corte; el penalista Ricardo Abarca, el notario José Soto Borja y otros que, en su tiempo, fueron lo máximo en sus especialidades. En mi generación sólo terminamos dieciocho de los 118 que ingresamos al primer año.

En fin, volviendo al tema, es responsabilidad de todos el evitar que se presenten casos de plagios de trabajos terminales y de productos de investigación. No es fácil. Pero nunca ha sido fácil transmitir de manera responsable conocimientos. Un cambio para bien en esta materia implica un alto grado de compromiso de la planta docente. No es imposible. La tecnología puede auxiliar en mucho.

Lo que falta es un cambio de conducta generalizado, consciente y honrado en todos los actores: universitarios y académicos.