En general, los virus son considerados perjudiciales y causantes de muchos males, como la pandemia por covid-19, el sida, la influenza, la rabia y el dengue. Probablemente por su poder patógeno, Peter Medawar, Premio Nobel de Fisiología y Medicina 1960, los consideró pedazos de ácido nucleico rodeado de malas noticias.

Sin embargo, los investigadores de estos minúsculos replicantes consideran que han sido y son agentes importantes en la evolución tanto de animales como de plantas, ya que en nuestro genoma se encuentran secuencias de genes de origen retroviral, que por estas características se les ha llamado Retrovirus Endógenos Humanos (HERV, por sus siglas en inglés.).

 

Los claroscuros de los virus

Los virus, los elementos replicantes más pequeños que se conocen, allí están, casi inertes, casi nada… mientras no penetran a algún organismo vivo, porque en cuanto lo hacen comienzan su proceso de multiplicación. Se encuentran prácticamente en todo lugar: el aire, la tierra y el agua, claro que no vuelan, caminan ni nadan, pero pueden ser transportados de manera pasiva, en el aire con cada estornudo o tos se esparcen hasta veinte mil virus, que pueden permanecer suspendidos en microscópicas gotas de saliva durante bastante tiempo, el suficiente para invadir las células germinales (de óvulos y espermatozoides) y somáticas (las demás del organismo) de alguna persona que esté cerca.

Tal vez eso ha sucedido en mamíferos y otros vertebrados durante al menos cien millones de años, tanto así que “los remanentes provirales de la antigua infección retroviral de las células germinales ahora constituyen alrededor del 8 % del genoma humano en forma de retrovirus endógenos humanos (HERV)”, como señalan Aidan Burns y colaboradores en su trabajo Widespread expresión of the ancient HERV-K (HML-2) provirus group in normal human tissues (Expresión generalizada del antiguo grupo de provirus HERV-K (HML-2) en tejidos humanos normales), publicado en PLOS Biology en octubre del año pasado.

Cuando se descubrieron, hacia 1981, se pensó que los HERV eran potencialmente dañinos y lo son, intervienen en algunos padecimientos cancerosos, autoinmunes e incluso en la esquizofrenia. Ahora se conoce que además de encontrarse en algunas enfermedades, también están en el tejido sano.

Los HERV son biológicamente activos, ya que codifican proteínas, es decir que contienen las instrucciones para sintetizar proteínas que llevan a cabo ciertas funciones. Una de esas funciones es la que tiene como objetivo lograr la placentación, es decir permitir la anidación del huevo fecundado en el útero, mediante la supresión de la respuesta inmunitaria, por lo que el organismo de la madre no reconoce como ajeno al huevo que se implanta en su útero; asimismo, interviene en la regulación del funcionamiento de la placenta y el desarrollo fetal. Así que sin la ayuda de esos Retrovirus Endógenos Humanos no sería concebible la vida humana, literalmente.

 

Los HERV en nuestro organismo

Se estima que actualmente se encuentran alrededor de 30 tipos diferentes de HERV, que representan más de 60,000 provirus (ADN viral integrado en el genoma de una célula), que demuestran las pandemias que ha sufrido el ser humano e incluso chimpancés y gorilas, que también tienen provirus.

Burns y colaboradores caracterizaron la expresión individual del grupo de provirus HERV-K (HML-2) en 13,000 muestras diferentes de 54 tejidos distintos tomados de la autopsia de 948 individuos. “Las transcripciones de HML-2 se pudieron identificar en cada tejido muestreado y estaban elevadas en el cerebelo, la hipófisis, los testículos y la tiroides. Se expresaron un total de 37 provirus individuales diferentes en uno o más tejidos”, refieren en su trabajo.

Además del cerebelo, el cerebro, otros tejidos del sistema nervioso y del reproductivo tienen una proporción elevada de provirus; en tanto que los sistemas circulatorio y digestivo mostraron niveles más bajos.

Este trabajo demuestra que los HERV no se encuentran únicamente en procesos patológicos, sino que también pueden jugar un papel importante en los tejidos sanos.

Aidan Burns considera que “todavía queda mucho por aprender sobre los virus antiguos que permanecen en el genoma humano, incluso si su presencia es beneficiosa y qué mecanismo impulsa su actividad. También será importante ver si alguno de estos genes se convierte realmente en proteínas”.

Así que apenas se abre una línea de investigación en la que seguramente los virus serán protagonistas y demostrarán, una vez más, que también han sido benéficos para la humanidad.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico