El arresto de Ovidio Guzmán López, encargado de la producción y tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, puso en la mesa de debates la parcialidad y hasta irresponsabilidad del Gobierno estadounidense en denunciar la paja en el ojo ajeno, sin reconocer la viga en el propio.

Los cárteles mexicanos del narcotráfico no existirían con tal fuerza de no ser por la existencia de adictos estadunidenses que demandan el acceso a la droga. Si por alguna razón el gobierno estadounidense cerrara las fronteras e impidiera la venta de drogas dentro de su país, los adictos y traficantes estallarían violencia en las calles como nunca antes vista, ni siquiera en los casos de protestas vandálicas por abusos policiacos contra ciudadanos afroamericanos.

De nada servirá el arresto de Ovidio porque desde 2005 La DEA ha detectado que el Cártel de Sinaloa –al cual pertenece el hijo del Chapo— es el principal traficante de drogas de México hacia Estados Unidos –mariguana, cocaína, heroína, metanfetaminas y ahora fentanilo–, está presente en cuando menos 40 estados de la Unión americana y es el responsable de la venta al menudeo de droga en las calles.

Los reportes de la DEA son públicos y se distribuyen de manera abierta. En julio de 2015, La DEA distribuyó un reporte de inteligencia de cuatro páginas para reconocer las áreas de influencia en los estados de la Unión americana de las grandes organizaciones criminales mexicanas que operan de manera transnacional, es decir con células organizativas en tres cuartas partes del territorio estadounidense. El documento muestra con claridad tres mapas y en ellos se ilustran las zonas de mayor presencia de los cárteles mexicanos en zonas territoriales americanas: el noroeste con sede en Seattle, la importante zona fronteriza de California, Arizona, Nuevo México y Texas, y el bloque del medio oeste al este en la zona norte. En términos de influencia, la mayor presencia de los cárteles mexicanos se localiza en la zona que va del medio oeste hacia el este.

La última evaluación de la DEA sobre la amenaza del narcotráfico en Estados Unidos, fechada en 2020, denuncia el crecimiento en la presencia de los cárteles mexicanos en el control del tráfico y venta de droga en las calles americanas y señala que dos son los grupos de narcos mexicanos más importantes en EU: el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación y revela que se trata de estructuras sofisticadas que no solo se dedican a distribuir y vender droga sino que están vinculadas a pandillas locales, a grupos criminales que operan desde las prisiones y a grupos de narcos que de manera autónoma se han ido asentando en territorio americano.

Además de estos dos muy conocidos carteles, otros siete operan en Estados Unidos, como en este espacio se hay denunciado en varias ocasiones: los Beltrán Leiva, el Cártel del Noroeste y Los Zetas, Guerreros Unidos, el Cártel del Golfo, el Cártel de Juárez y La Línea, La Familia Michoacana y Los Rojos.

De acuerdo con la DEA, se trata de organizaciones criminales trasnacionales, es decir que mantienen líneas de funcionamiento entre las células dentro de Estados Unidos y los estados mexicanos donde tienen su sede. Hasta ahora, la DEA había anunciado recompensas para lograr la captura de Ovidio y Nemesio Oseguera Cervantes El Mencho, líder del CJNG. Sin embargo, los otros siete carteles están desparramados en todo el país americano y causan los mismos estragos sociales y de salud entre los consumidores estadounidenses.

A pesar de tener muy bien mapeada la estructura de los cárteles mexicanos dentro de Estados Unidos, las autoridades no han sabido o no han querido explicar cómo ha sido su expansión y consolidación en medio del sistema de seguridad estadounidense que a veces suele ser demasiado estricto, pero con datos reconocidos en algunas publicaciones en el sentido de que solo la corrupción de autoridades americanas explicaría la existencia de las células de los cárteles mexicanos dentro de Estados Unidos. Los reportes de la DEA señalan la facilidad con la cual los jefes del narcotráfico mexicano cruzan la frontera y realizan negocios dentro de Estados Unidos, sin que ninguna autoridad estadounidense les haya seguido la pista o haya intentado detenerlos.

Una de las claves no exploradas del problema del narcotráfico en Estados Unidos se encuentra en la existencia diferentes niveles y grados de consumidores de droga americanos, aunque solamente se tienen contabilizadas las personas que ingresan al sistema de salud por sobredosis o los fallecidos por consumo de droga. De los adictos reconocidos se tiene la cifra de cuando menos el 9% de la población –alrededor de 28 millones de personas–, pero todas las encuestas y evaluaciones privadas revelan la existencia de consumidores que no llegan a crisis de adicciones y que por lo tanto pueden mantener su demanda de drogas sin tener que caer en crisis de salud.

Mientras el Gobierno de Estados Unidos no tome decisiones de fondo para combatir el consumo de drogas entre sus habitantes, los cárteles mexicanos seguirán siendo la fuente principal de suministro de todo tipo de drogas naturales y químicas, independientemente del grado de mortalidad. El fentanilo, en efecto, es hasta ahora la droga más mortal, pero su circulación Estados Unidos procedente de México y de China no ha podido ser controlada ni combatida y el año pasado se registraron 120,000 muertos por sobredosis de esta droga química.

En el tema del fentanilo en la cumbre del Tratado de Comercio Libre de la semana pasada, el presidente Biden exigió que México tomara cartas más estrictas para evitar el contrabando hacia Estados Unidos y pidió mayores acciones contra el Cártel de Sinaloa; sin embargo, el presidente estadounidense no asumió ningún compromiso para combatir de manera estricta y con todo el peso de la ley a la célula del Cártel de Sinaloa que está instalada dentro de Estados Unidos en el 75% de los estados y que opera prácticamente con impunidad.

En este contexto, el arresto de Ovidio en nada va a cambiar el escenario del narcotráfico en México, no afectarán la fuerza del Cártel de Sinaloa y no tendrá repercusiones en las células de este grupo delictivo en Estados Unidos.

Mientras Estados Unidos no combata en serio el consumo de drogas, los cárteles mexicanos seguirán existiendo.

El autor es director del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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