Desde finales del 2018, hemos visto al inquilino de Palacio Nacional ya como titular del Poder Ejecutivo, mintiendo repetitivamente y acusando e insultando a quién no piense de la misma forma que él. Tantas veces ha mencionado que “vamos re que te bien, que se está transformando al país, que los conservadores tienen una guerra sucia con su movimiento, que ya no hay corrupción, que no son iguales, que el sistema de salud será mejor que el de Dinamarca, que la violencia y el narcotráfico son una exageración, entre muchas otras ocurrencias que viven día a día los mexicanos, que han hecho que se desconecte de la realidad y se crea su propio discurso de los otros datos. Ante la falta de resultados y promesas incumplidas que les hizo a millones de mexicanos por años, intenta distorsionar la información para convertirla en un discurso que engaña a quienes depositaron su voto de confianza como un vulgar político mitómano y populista; basta ver que Andrés le entregó la condecoración del Águila Azteca al dictador de Cuba, Díaz-Canel, que se otorga a extranjeros por “servicios prominentes prestados a la Nación Mexicana o a la humanidad”.
Ahora los colaboradores o servidores públicos de la cuarta transformación, ponen en práctica lo que tanto les ha enseñado su líder: mentir, ocultar, distorsionar la información y aminorar cualquier acción.
“Lo que bien se aprende nunca se olvida”.
El mismo señaló: “nada de que el presidente no sabe, no se enteró, de que el presidente no tiene buenos colaboradores, de que lo engañan. Mentira, el presidente de México se entera de todo”.
La forma en que enteran a Andrés de lo que sucede en el país, es a las 6 de la mañana en su reunión con el gabinete de Seguridad, donde le presentan un reporte de las incidencias filtrado y matizado. De ahí pasa a su conferencia de cada mañana para insultar a quienes escribieron una columna o nota acerca de él, divagar sobre cualquier situación incomoda para no dar respuesta o solución, disertará cualquier señalamiento en contra de su movimiento y ubicará a quienes no estén de acuerdo con él en el banquillo de los conservadores y corruptos. Esta rutina de casi cinco años, ha hecho que se vuelva una persona insensible e indolente, que solo se preocupa por su ego en porcentajes de aprobación, en mantener el poder, en colocar corcholatas dándose por vencido sin importar que sea a costa de atropellar a los ciudadanos, leyes o instituciones.
Este es el presidente de México, el que vive encerrado en un Palacio, donde no ocurren muertes, dolor, carestía y una violación constante a las leyes.