En fechas recientes, llamó la atención la denuncia que varios creadores de contenido hicieron acerca del revisionismo literario. Una editorial puso en manos de “lectoes sensibles” las obras de Roald Dahl, para que las adaptaran a los tiempos que vivimos, pero sin encontrar un consenso mínimo con los demás, pues se trató, finalmente, de una acción unilateral

Dahl es autor de, entre otras obras, Charlie y la fábrica de chocolate o Matilda, y la revisión se hizo a sus libros infantiles, los cuales tuvieron que quitar palabras como “feo” o “gordo” de sus páginas, además de cambiar el nombre de algunos autores que estaban en la historia pues alguno de los personajes había leído sus libros, pero como ahora no es políticamente correcto mencionar a personajes ligados al colonialismo u otras prácticas consideradas negativas, pues se retiró sus nombres, cambiándolos por otros.

Una de las críticas que se hace a esto, es que se subestima la capacidad analítica del lector, además de despreciar otras opciones –como la lectura comentada o el acompañamiento a los jóvenes lectores–, además de que todo esto puede derivar en censura y en la evidente incapacidad de comprender que los autores del pasado respondían a las circunstancias de la época en que vivían.