Más allá de las muertes que dicho conflicto ha provocado, todas ellas lamentables, hay una faceta del mismo que empieza a despertar la atención en especialistas de varias disciplinas y que tiene que ver con la introducción de armamento occidental en favor de Ucrania.

A semanas de que se cumpla un año del inicio de la invasión rusa, que de acuerdo a declaraciones de Kremlin era una operación especial que iba a durar un mes, lo que se ha visto es que el armamento ruso no ha demostrado la efectividad que el gobierno de dicha nación presumía.

Las armas, hasta el momento, que han brillado en el teatro bélico ucraniano son los misiles antitanque o antiaéreos que han causado destrozos entre las filas rusas, además de los sistemas de artillería como los Himars estadounidenses.

Mención aparte merecen los drones, usados por ambos bandos y con resultados devastadores, pero en el caso de Rusia son de fabricación iraní.

Pero el escenario bélico puede cambiar con la llegada de los tanques Leopard 2 y Abrams, que pondrán a prueba a sus contrapartes rusas que son consideradas de lo mejor que puede ofrecer su industria militar.

Y si se concreta la llegada de aviones caza, sean F-16 o algún modelo europeo, por las declaraciones de Emmanuel Macron, veremos que tan bien resultan frente a los Su-35 o Mig-29 rusos que por cantidad han dominado los cielos ucranianos, algo que podría cambiar en breve.