Luego de la primera misión del programa Artemis, se comienzan a delinear los primeros pasos en lo que a exploración espacial se refiere: regresar a la Luna con varias misiones tripuladas y establecer una base desde la cual se puedan emprender nuevos viajes a Marte y el cinturón de asteroides, en una serie de etapas que irán aparejadas al inicio del turismo espacial y la minería en un par de décadas más.

Pero el principal problema para esta actividad es el presupuesto. Viajar al espacio –no se diga a la Luna o a Marte– requiere miles de millones de dólares y no hay muchos países dispuestos a financiar un programa de esta magnitud, lo cual es una de las razones por las cuales Estados Unidos terminó recortando el programa Apolo y cancelando varias misiones que estaban programadas para ir a nuestro satélite natural.

Si bien la mayoría de las naciones del planeta puede costear satélites de telecomunicaciones para usarlos en sus territorios, la lista se reduce a unos cuantos en lo que se refiere a tener estaciones espaciales o enviar sondas a otros planetas, y se vuelve más chica si hablamos de enviar tripulaciones a otros mundos o tener la posibilidad de establecer una base.

Así que aun y cuando ya se está trazando la ruta para las siguientes fases de la exploración espacial, el presupuesto va a ser el factor principal para que las metas se cumplan en un década o en tres, quizá.