La concentración masiva de ciudadanos en el Zócalo de la Ciudad de México y en más de 90 ciudades del interior del país y del extranjero, el domingo 26 de febrero, mostró el descontento de la ciudadanía por las reformas recientemente aprobadas por los senadores y diputados de Morena y sus aliados. Miles de Ciudadanos que de manera ordenada y respetuosa permanecieron bajo los rayos del sol intenso para hacer patente su desaprobación por la reforma legislativa a los diversos ordenamientos en materia electoral.

Las miles de personas que  estuvimos ahí, respetuosamente pedimos a los Ministros de la Corte que al resolver las diversas controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad  -que fueron presentadas por los integrantes de los partidos de oposición-  no se dejen amedrentar por las amenazas e insultos  que acostumbra emitir desde el pulpito de la mañanera el presidente;  que solamente resuelvan con estricto apego a la Constitución y que tomen en cuenta el sentir de la ciudadanía que elevó su voz en el ejercicio de la Soberanía Popular, y que declaren inconstitucionales todas las reformas del “plan B” y dejen sin efectos la promulgación de dichos ordenamientos legales.

La sociedad en México ha llegado al hartazgo, causado por los males de este tiempo, que conviven en los ámbitos de lo público y lo privado, como la concentración del poder en un solo actor político y sus lacayos, la exacerbada corrupción, la violencia, la delincuencia organizada, la impunidad, las injusticias que los órganos jurisdiccionales no han sido capaces de evitar, el desempleo y la miseria de muchos millones de mexicanos, por lo cual se necesita con urgencia un nuevo modelo de política. Respecto de las recientes reformas político-electorales, en el vértice del debate nacional, existe una sola voluntad la del Ejecutivo federal, y así como en la canción de José Alfredo Jiménez, el  inquilino del palacio conduce el gobierno de la República con la convicción de que su voluntad y decisiones son únicas e inatacables “Porque mi palabra es la ley”.

La eficacia del sistema político requiere de consensos que privilegien al interés general de la sociedad. Toda decisión implica definiciones con costos y ventajas para los actores políticos. La auténtica democracia no se agota en las urnas, va más allá de la democracia electoral; supone una participación real de los ciudadanos en la elaboración de las políticas; se debe consensuar la extrema polarización política, construyendo un espacio que haga posible el entendimiento de las posturas contrarias y la suscripción de los compromisos ineludibles para la nueva conformación del Estado mexicano. Los tiempos actuales son tiempos de actuar con decisión, de actuar y decidir con visión de futuro, estamos construyendo el México del tercer milenio.

Es cierto que el presente que vivimos en el México de nuestros días no resulta especialmente luminoso, inmersos en una crisis económica y de seguridad pública sin precedentes; la desilusión, el escepticismo y la rabia social ante la ineptitud y autoritarismo de quien dirige los destinos del país se acrecientan; se percibe por un lado un ánimo de cambio y por otro parece existir una depresión social que se filtra por los vasos comunicantes de toda la sociedad.

Ante la cerrazón y falta de visión de Estado, de la actual camada de políticos que se encuentra al frente de la vida pública, la sociedad civil debe con una mayor frecuencia y con mayor fuerza, elevar la voz y hacerse presente  en la generación de iniciativas y propuestas para leyes y reformas legislativas que buscan aniquilar a las instituciones, también en todos los planes, programas y proyectos de carácter público, y desde luego, para establecer mecanismos de control sobre los representantes elegidos popularmente y los servidores públicos  sobre toda la gestión pública.

Si en un momento dado se requirieran reformas políticas, en todo caso tenemos que debatirlas y confrontar ideas, dar espacio al diálogo y a la construcción de acuerdos. Se debe consensuar la extrema polarización política, construyendo un espacio que haga posible el entendimiento de las posturas contrarias.

La presencia de la Sociedad Civil ha adquirido en los últimos años una relevancia muy significativa, debido a que históricamente las sociedades se han ido conformando con sus características distintivas, en donde este resurgimiento ha estado enmarcado en cambios estructurales en lo político, lo social, lo cultural y por supuesto en lo económico.

En México, tenemos que construir una verdadera gobernabilidad democrática, la mayoría de los ciudadanos ahora percibe con claridad la necesidad de construir los canales para expresar todas las demandas y que, esos canales sean  reales y operativos, en donde se escuchen todas las exigencias que se expresan. Podemos observar que en la actualidad la sociedad civil comienza a despertar y a participar, y se percata que, ante la formulación de políticas públicas es muy importante su participación. La sociedad debe cada vez más, asumir con mayor intensidad su papel y ejercer presión con fuerza sobre los diversos actores políticos para que el gobierno cumpla con sus obligaciones elementales de garantizar la vida, la integridad física y el patrimonio de los ciudadanos, así como otorgarles seguridad jurídica, y el respeto al voto en una verdadera democracia, esto es vivir en un auténtico Estado de Derecho.

¡Nunca más un gobierno de una sola persona!