En los invernaderos, huertos, campos de cultivo, jardines y, en general, en todo lugar donde haya vegetación, no solo se producen sonidos por el viento o por el paso de animales, también los vegetales emiten sonidos que no son audibles para el ser humano, pues su rango de frecuencia va de alrededor de 20 a 100 kilohertz, como los que utilizan los murciélagos y delfines para comunicarse y desplazarse.

Ese mundo de sonidos de los vegetales apenas lo empiezan a descubrir los investigadores con equipos que permiten registrar sonidos de baja frecuencia, como los que ahora se sabe producen el jitomate, el tabaco, el trigo, el maíz y otras especies.

 

Los sonidos del “silencio” vegetal

Por investigaciones anteriores se conoce que las plantas producen señales visuales, químicas y táctiles a las que pueden responder otros organismos, pero no se había descubierto la producción de sonidos diferentes tras algún estímulo, como lo demuestra una primera investigación recién publicada, aunque está limitada a pocas especies y no se sabe con certeza si esos sonidos son señales de comunicación para otros organismos.

La investigadora Lilach Hadany, de la Universidad de Tel-Aviv, Israel y colaboradores publicaron en la revista Cell, el pasado 30 de marzo, su trabajo Sounds emitted by plants under stress are airborne and informative (Los sonidos emitidos por las plantas bajo estrés transmiten información), en la que refieren sus hallazgos de sonidos en frecuencia de 20 a 100 kilohertz.

Los autores refieren que las prímulas nocturnas de la playa (Oenothera drummondii) liberan un néctar más dulce cuando una abeja emite su sonido cerca de ella. Por lo tanto, consideran, “si las plantas emiten sonidos en el aire, estos sonidos pueden desencadenar una respuesta rápida en los organismos cercanos, incluidos los animales y las plantas”, pero no se ha demostrado con los ultrasonidos que estudiaron en su trabajo.

Hadany y colaboradores registraron los sonidos de plantas de jitomate (Solanum lycopersicum) y de tabaco (Nicotiana tabacum) en cámaras acústicas equipadas con micrófonos. Encontraron que esas plantas emiten sonidos de alrededor de 20 a 100 kilohertz, que pueden ser detectados a una distancia de tres a cinco metros por algunos mamíferos e insectos, como ratones y polillas. Asimismo, descubrieron diferencias entre los sonidos emitidos por plantas sanas y por las que sufren estrés, ya sea por sequía o porque fueron recién cortadas.

Con la finalidad de tratar de generalizar sus resultados, también grabaron los sonidos emitidos por el trigo (Triticum aestivum), el maíz (Zea mays), la vid Cabernet Sauvignon (Vitis vinífera), el cactus alfiletero (Mammillaria spinosissima) y el henbit (Lamium amplexicaule). Asimismo, grabaron a jitomates infectados por el virus del mosaico del tabaco, los cuales produjeron un sonido distinto por el estrés de la infección.

 

Posibles aplicaciones

Los investigadores aventuraron la hipótesis de que los sonidos emitidos provienen del xilema (tubos que transportan agua y nutrientes desde sus raíces hasta sus tallos y hojas, como lo hacen los vasos sanguíneos). El agua, señalan, se mantiene unida por la tensión superficial, como el agua que se absorbe en un popote. Cuando se forma o rompe una burbuja de aire en el xilema se produce el chasquido, el cual puede deberse a la sequía o a el corte del tallo.

Como la mayoría de las investigaciones, este estudio que aporta más conocimientos de la vida de las plantas, también puede llevar a abrir nuevas líneas de investigación aplicada, como Hadany y colaboradores refieren: “las emisiones de sonido de las plantas podrían ofrecer una forma de monitorear el agua de los cultivos y posiblemente los estados de enfermedades, cuestiones de crucial importancia en la agricultura. Un riego más preciso puede ahorrar hasta un 50 % del gasto de agua y aumentar el rendimiento, con implicaciones económicas dramáticas”.

Asimismo, consideran que su trabajo demuestra que por el sonido de las plantas se pueden distinguir las que están estresadas por sequía de las de control o sanas, lo cual abre “una vía de investigación en el campo de la agricultura de precisión”.

Así, una vez más se demuestra que la investigación básica tarde o temprano contribuye a hacer la vida más amable, pues de ese conocimiento se puede pasar a su aplicación para solucionar problemas o mejorar tecnologías, por ejemplo.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico