Los poco más de 3 mil kilómetros de la frontera México-Estados Unidos y sus 40 garitas, pero, sobre todo, los más de 150 puntos de acceso por donde ingresas los miles y miles de inmigrantes, son una zona de alta tensión, donde cualquier estallido social puede desencadenar en una tragedia.

En las poblaciones fronterizas de ambos lados del Río Bravo, la incertidumbre es lo que campea y sobre todo una interpretación de la realidad basada más en; ilusiones, deseos y hasta esperanzas, que en una certeza jurídica.

La única realidad que se percibe en la línea divisoria fronteriza es: la militarización, los soldados, los de la patrulla fronteriza, de la guardia nacional, todos armados, con uniformes de campaña, preparados para actuar en cualquier momento.

El equipo táctico, técnico y tecnológico también están a plena vista, con una doble función, como advertencia y claro, como disuasión.

Sin embargo, lo más de 150 mil migrantes que están en la región fronteriza tienen como objetivo único ingresar a la que llaman “la tierra prometida”, el costo que ello implica pasa a segundo término y es precisamente ahí donde puede surgir en cualquier momento la chispa que venga a detonar un conflicto de proporciones mayores.

Desde el 12 de mayo, la vía legal para solicitar asilo en EE.UU. será a través de la aplicación móvil CBP One, que permite a los migrantes concertar citas con las autoridades para exponer sus casos.

Y es que los Estados Unidos ofrecerá unas mil citas diarias para solicitar asilo a través de este procedimiento, una cifra que según contaron los funcionarios públicos, podrá incrementarse “dependiendo de la capacidad” de los trabajadores del servicio de migración.

Quienes no se acojan a este proceso y decidan cruzar la frontera de manera irregular serán declarados no aptos para pedir asilo en territorio estadounidense, a menos que se les haya negado anteriormente en un tercer país o que demuestren haber encontrado a barreras tecnológicas o de lenguaje para acceder a la aplicación.

Y miles de migrantes ven estos caminos que ofrece Estados Unidos como largos, complejos y poco viables para alcanzar su residencia legal, por lo que recurren a todo tipo de acciones para adentrarse.

Además de la atención que debemos tener ante el accionar de las fuerzas policiacas con sus muy diversas caras y uniformes, particularmente hay que ver el comportamiento de poco menos de 500 elementos voluntarios, principalmente en Texas, que se han sumado a estas fuerzas vigilantes ya que tienen formación militar, en la mayoría de los casos, los familiariza con el uso de la fuerza y las armas.

Y es que nadie puede confirmar el tamaño de la ola migrante que ha llegado a la frontera México-Estados Unidos y mucho menos las que vienen en camino, la única certeza es que este fenómeno social es de muy difícil resolución, más allá de los discursos políticos.

El sonido de las alarmas ante las crecientes olas migrantes se ha vuelto parte de la cotidianidad de las autoridades responsables de ambas partes del Río Bravo, y bueno, también en Centroamérica, Sudamérica y hasta en el Caribe. Todos la escuchan y pocos, muy pocos, hacen por alcanzar una solución más allá de crear y pronunciar textos políticos.

La realidad de los recorridos e intentos que viven miles de migrantes por ingresar a los Estados Unidos desde México se ha ido acomodando a las “nuevas reglas” que imponen ambos países, pero que en nada han impactado en un descenso en los intentos por cruzar.

Más allá de las presiones con las que un país amenaza al otro (Trump, de imponer un 25 por ciento de aranceles a los productos mexicanos) o incluso de las promesas de ayuda (sembrando vida en Centro América) nada, absolutamente nada ha sucedido, el flujo migratorio sigue incrementándose.

La realidad, esa necia y terca realidad reportó que casi 2.5 millones de migrantes fueron detenidos el año pasado en su intento por ingresar a territorio estadounidense.

Eso sí, el tema migratorio nunca ha dejado de estar entre los pendientes de solucionar en el continente, más en el norte. Datos de la administración Biden señalan que de los detenidos el año pasado 808. 339 fueron mexicanos, 231,565 guatemaltecos, cubanos 220,908, hondureños 213,023, venezolanos 187,716, nicaragüenses 163,876, colombianos, salvadoreños, haitianos y otros paises 277,405.

La crisis migrante no se solucionará únicamente en el anuncio de cerrar las puertas de acceso a los Estados Unidos, como lo mencionó, Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional del gobierno de Biden, ni tampoco con la ayuda del presidente mexicano López Obrador del otorgamiento de permisos de estancia y trabajo. No, definitivamente las acciones aisladas no son la ruta para construir una solución, se requiere de decisiones, acciones y de voluntad política para atacar las causas de origen; el desempleo, la inseguridad, la violencia, la falta de empleo, en fin, por citar algunas.

Pero, primero que nada, una planeación a mediano y largo plazo en la cual los intereses de los gobernantes sean considerados, pero sobre todo el interés y la necesidad de millones para que prevalezca.

La presión social, económica y humanitaria que han ejercido los migrantes no desfallecerá, no importa cuántas vidas se pierdan en ello, el primer paso bien podría ser la atención y comprensión de su difícil realidad, no sería un mal comienzo.

El caldo de cultivo para un estallido social en la frontera está en ebullición, ojalá y no pase a más.

@lalocampos03