Desde el inicio del siglo XXI (y todavía no ha transcurrido ni la primera cuarta parte del mismo), la humanidad ha hecho frente a sucesos inesperados que nunca se podrán olvidar. Primero fueron los atentados terroristas “aéreos” en contra de las torres gemelas de la ciudad de Nueva York, el World Trade Center; el mismo día, otro avión se estrelló en el Pentágono en Washington, y uno más en campo abierto en Pensilvania, el 11 de septiembre de 2001, causando más de tres mil muertos, y miles y miles de millones de dólares en pérdidas. Los afectados sobrevivientes suman centenares, y las investigaciones sobre los responsables siguen su curso. El golpe contra la invulnerabilidad y el orgullo militar de Estados Unidos de América fue certero. La historia de EUA se marcó ese día en un antes y un después. Y no solo para la gran potencia, sino para casi todo el mundo occidental. La segunda gran calamidad se inició a fines de 2019, cuando en China la corona virus disease: COVID19 (enfermedad del virus corona: COVID19), empezó a diezmar la población. De acuerdo a los últimos cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia causó 15 millones de muertes. Las pérdidas económicas y las consecuencias de la pandemia son incalculables. En 2023 todavía está en vías de investigación el origen de la pandemia. Hasta el momento, China no admite su responsabilidad.

A la par de estos infaustos sucesos, la inmigración mundial —fenómeno sociopolítico que no tiene actas de nacimiento precisas, pero que son de larga data—, es, sin ninguna duda, el talón de Aquiles de gran parte del mundo en el siglo XXI que da la impresión que transcurre y se escapa como el agua entre los dedos de las manos. Aparte de lo que está sucediendo en el Nuevo Continente desde el último tercio del siglo XX, sobremanera en la incesante migración desde Sudamérica, el Caribe y México, en busca del “American way of life” (que para algunos ya no existe), en el Viejo Continente el problema se ha agudizado en el último lustro.

Hace pocos días, el holandés Hans Leijtens, director ejecutivo de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (FRONTEX, que empezó a publicar cifras sobre la migración irregular en el Viejo Continente en 2009), declaró que el arribo irregular de migrantes a la Unión Europea (UE) cruzando el mar Mediterráneo, ha crecido casi 300 por ciento en lo que va del año en curso, lo que significa máximos históricos, por traficantes cada vez más organizados y embarcaciones inseguras hechas a toda prisa. Este crecimiento registra niveles récord desde que la agencia da a conocer los números de la migración hace 14 años.

Leijtens no oculta su asombro: “Nunca vi esto antes”, agregando que las cruces “en Mediterráneo” representan algo más de la mitad de los 80,700 ingresos irregulares en la UE en lo que ha transcurrido de 2023, cuando la OMS dispuso que la pandemia de COVID19 fue controlada. Según el director de FRONTEX, los traficantes de personas cambiaron de estrategia: “ahora emplean pequeñas embarcaciones improvisadas de metal que pueden construirse en la playa en 24 horas, con un costo de mil euros…Los precios más bajos significa que los tratantes necesitan mayores volúmenes (de personas). Razón para que presionen más. Esto explica las cifras actuales”.

Leijtens abunda en el caso: “Los traficantes están cada vez más organizados y compiten entre sí, sin preocuparse por las pérdidas humanas. En al menos un caso, un barco fue hundido por competidores”. Por tal motivo, Human Rights Watch, entre otras organizaciones no gubernamentales, acusaron a FRONTEX           de ser cómplice de abusos a los migrantes en Libia y de colaborar con su guardia costera para interceptar navíos “con carne humana”.

Obviamente la agencia europea negó los cargos. Y una misión de Naciones Unidas alertó hace casi mes y medio que los migrantes bloqueados en Libia en su intento de llegar a Europa son sistemáticamente torturados y sometidos a esclavitud sexual, con la posible complicidad de fuerzas de seguridad estatales.

Por otra parte, autoridades policiacas de Moldavia, después de detener una banda criminal que falsificaba documentos para trasladarse ilegalmente a EUA y otros países europeos, comunicaron que “el personal del Centro de Lucha contra la Trata (de blancas), con los fiscales del Departamento de Crimen Organizado, desenmascararon a un grupo que contribuía a la entrada ilegal de personas a Estados Unidos de América vía México y también a los países de la UE”. Varios de los detenidos reconocieron su responsabilidad y cooperaron con la investigación.

Al tiempo que circulaba la información de FRONTEX, Olaf Scholz, el canciller alemán que sustituyó a Angela Merkel, y los gobernadores de los 16 estados germanos acordaron nuevas medidas para tratar de contener la creciente migración. El acuerdo incluye la modernización de los sistemas informáticos para acelerar el procesamiento de las solicitudes de asilo, que actualmente tardan 26 meses en promedio, con lo que podrían acelerar las expulsiones de los rechazados. En los primeros meses de 2023, se presentaron 101, 981 solicitudes de asilo en Alemania, aumento de 78 por ciento comparado con el mismo periodo de 2022.

Mientras tanto, el miércoles 10 de mayo —el Día de las Madres en México—, el problema migratorio reventó en la Cámara de los Lores (del Parlamento inglés) cuando Justin Portal Welby, el 105° arzobispo de Canterbury, el clérigo de mayor rango de la Iglesia de Inglaterra, tan es así que el sábado 6 de este mismo mes “coronó” a Carlos III, nuevo monarca británico, fustigó los polémicos planes del primer ministro de la Gran Bretaña, Rishi Sunak, de enviar a solicitantes de asilo a Ruanda, país africano ubicado a 6,500 kilómetros de Londres, calificándolos de “moralmente inaceptables”.

Welby, en su calidad de parlamentario de la Cámara de los Lores, instó al gobierno conservador de Sunak —primer ministro de origen indio de 42 años en llegar al número 10 de Downing Street—, a dar marcha atrás y rechazó las duras medidas que se aplicarán contra los migrantes que llegan a bordo de frágiles embarcaciones. El importante clérigo dijo que el Proyecto de Ley de Migración Ilegal representa un “dramático desvío” de las obligaciones de Gran Bretaña bajo la Convención de Refugiados de 1951 —que junto con el Protocolo de Nueva York de 1967, es el texto fundamental del régimen internacional del derecho de asilo—,  para permitir que los recién llegados presenten solicitudes de asilo.

El arzobispo aclaró su demanda: “Necesitamos un proyecto de ley para detener los barcos, para destruir la tribu malvada de los traficantes; la tragedia es que, sin muchos cambios, este no es ese proyecto de ley”…”Es aislacionista; es moralmente inaceptable y políticamente nada práctico dejar que los países más pobres enfrenten solos a la crisis (de los refugiados)”… “Incluso, si este proyecto de ley lograra detener temporalmente los barcos, y no creo que lo haga, no detendrá el conflicto o la migración climática”.

En fin, dijo el clérigo, al pedir al gobierno que establezca nuevas “rutas seguras y legales” para los refugiados, advirtió: “No podemos esperar años a que eso suceda”. Lo cierto es que Sunak se ha comprometido a poner fin a las llegadas de decenas de miles a través de una de las rutas marítimas más transitadas y peligrosas del mundo desde las costas del norte de Francia. La suerte de los migrantes está echada. Menudo problema enfrenta el primer ministro de la Gran Bretaña. Así está el mundo. VALE.