Como sociedad debemos preparar desde ahora las elecciones; en la elección del domingo 2 de junio de 2024 se estará convocando a las urnas a cerca de 95 millones de  ciudadanos que cuentan con credencial para votar, y se instalarán más de 164 mil casillas  para organizar las elecciones federales y algunos procesos locales para elegir al próximo Presidente de la República, y a 128 senadores y 500 diputados federales, ocho gubernaturas en los estados de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.

Esas elecciones serán las más complejas de muchos años, porque en este sexenio el titular del ejecutivo se ha pasado su mandato en dividir a la sociedad, en provocar el encono y, porque no hemos avanzado en los indicadores nacionales, por lo que los  problemas nacionales siguen presentes,  y continúan erosionando nuestro tejido social y, en consecuencia, nuestra convivencia democrática.

Con la reforma político-electoral del 2014 se modificaron las fechas de entrega-recepción del Poder Ejecutivo. Dicha reforma estableció que la transición de poder  se realizará el 1 de octubre y no el 1 de diciembre, como había ocurrido hasta el 2018, con lo cual, el actual presidente gobernará exactamente durante 2,131 días, 61 días menos que sus antecesores.

Los grandes males que aquejan a la población mexicana continúan golpeando a la ciudadanía; la pobreza y la desigualdad siguen ahí, y agravadas por la compleja situación económica que no nos ha permitido crecer, y a pesar de que buscamos alcanzar la Justicia Social después de un siglo no la hemos podido alcanzar.

La impunidad que genera una mayor corrupción sigue incrementando la desconfianza de los ciudadanos en los partidos políticos y en las instituciones; nos queda claro que los tres partidos que han gobernado desde la Revolución se han conducido dentro de una enorme corrupción e impunidad.

La inseguridad aumentó de manera exponencial y sigue lastimando a las familias, la violencia criminal nacional creció como nunca antes en la historia del País. De enero 2019 a abril de 2023 se registraron 150 mil 996 homicidios dolosos.

La percepción mayoritaria de la población es que se ha perdido la lucha contra las bandas delincuenciales, que de nada ha servido la creación de la Guardia Nacional y que lo único que ha producido es una violencia irracional. El descontento, la cólera sorda y la crispación resultante de la muerte innecesaria de civiles inocentes, de los feminicidios, de las ejecuciones extrajudiciales, de la desaparición forzada e involuntaria de personas y de las violaciones de derechos humanos, crecen y se extienden en todos los estratos de la sociedad.

En estas condiciones el país no promete un futuro feliz para sus habitantes entre ellos  para miles de jóvenes en la flor de su vida, con esperanzas de trasformar su entorno, como hay millones de jóvenes en nuestro México, que hoy enfrentan su destino, en un entorno de miedo, sangre, balas, desempleo, precariedad sanitaria, impunidad y cerrazón autoritaria del Gobierno.

Cada vez es mayor el número de ciudadanos que consideran como verdad aceptada y así lo sostienen: que la ineptitud de quienes están al frente del Gobierno, ha generado un rompimiento institucional y ha fracturado el tejido social. Las movilizaciones de la sociedad civil, no deben desdeñarse, ignorarse o adosarlas a intereses oscuros, están allí, son reales y pueden y deben agigantarse.

Las elecciones pueden ser vistas con la esperanza de un verdadero cambio, son un momento de respiro, el día de la elección es en el que todos somos iguales ante las urnas, pues todos tenemos el mismo e indeclinable derecho y deber de votar.

Resulta muy preocupante el nivel de abstencionismo que ha sucedido en pasadas elecciones, de un 60 a 70%.  Unos gobernantes y representantes populares electos de esa manera pierden legitimidad y todos perdemos la oportunidad de decidir el rumbo del país en los tres ámbitos de gobierno, de premiar o castigar al partido gobernante en turno, de lograr alcanzar el equilibrio y la división de Poderes y desde luego de participar activamente en la elección de quienes para bien o para mal en el corto y mediano plazo, habrán de ejercer el poder. Debemos convencer  de la necesidad de que todos los ciudadanos debemos acudir a las urnas, estimo que es  necesario y urgente en esta coyuntura de gran deterioro de la democracia por la que atravesamos, la emisión libre y razonada del voto.

Al partido en el poder y sus fuerzas políticas aliadas beneficia el abstencionismo, así como, la anulación del voto, porque reduce el umbral en algunos casos para mantener el registro de los partidos pequeños, pero fundamentalmente para construir mayorías parlamentarias y en concreto abona a la consolidación del autoritarismo presidencial.