Luego de que la noche del 10 de mayo un sismo sacudió a la Ciudad de México, con epicentro en una de las alcaldías de la urbe, volvió a la conversación pública el tema de la prevención, algo motivado por los recuerdos de temblores recientes como el que tuvo lugar en 1985.

Como no es posible prever cuando sucederá un movimiento telúrico y mucho menos su magnitud, sólo nos queda estar preparados considerando que la capital del país se ubica en una zona propensa a este tipo de actividad, algo que muchas veces olvidamos tomando los simulacros a la ligera.

Es por esto que es necesario volver a insistir en que en cada hogar debe haber un plan de emergencia ante este tipo de situaciones, con material preparado para un caso como el que comentamos y enseñando, en especial a los niños, que hacer a cada uno de los integrantes de la familia.

Además, debemos considerar que hablar de temblores no es malo, sino es una manera de estar conscientes de que estamos en un país en el que un gran número de sus ciudades son susceptibles a sufrir los estragos de un sismo de gran magnitud y hablar de esto nos ayuda a estar preparados.

Así que debemos pensar que mañana puede producirse un sismo en nuestra ciudad y, por lo tanto, debemos estar preparados para esta eventualidad.