El pasado lunes arrancó el proceso para definir quién será la persona que encabezará los trabajos para continuar la Cuarta Transformación, un hecho que sin duda será determinante para el futuro del país y que despierta diversas opiniones y posturas al respecto. Los evangelistas de la catástrofe hablan de una posible división al terminar la encuesta y hasta de un jaque mate, sin embargo, esto está muy lejos de la realidad.

Las reglas ya fueron pactadas, aceptadas y firmadas por quienes contienden, lo cual da certeza y un piso sólido al proceso. Una vez con las reglas acordadas, la única forma en que se podría dar un escenario de división es que no se reconozca a la ganadora, lo que se antoja muy difícil e improbable, de entrada, porque de acuerdo con casi todas las encuestas y en todos sus formatos, la Dra. Claudia Sheinbaum lleva en promedio 11 puntos de ventaja.

Si alguien pretendiera dividirse, su salida solo podría tener tres caminos: tratar de encabezar la alianza opositora; ser candidato de Movimiento Ciudadano; o las tierras baldías.

En los primeros dos casos, implicaría un acuerdo político al interior de estas fuerzas, pero si no se han podido poner de acuerdo entre ellos, lo único que se generaría es crear una división en los otros partidos; habría que ser muy caradura para dividir a todas las fuerzas políticas del país. La otra alternativa es que ya hubiera negociaciones avanzadas antes de iniciar todo este proceso, lo que implicaría una bancarrota moral, política y ética de quienes en ello participen. Al final la reflexión sería, si no se ganó en la encuesta, ¿por qué habría de suponer que ganaría en una elección constitucional?

Un elemento importante es: ¿quién quisiera dividirse de un movimiento que tiene una de las más altas aceptaciones en el mundo, la moneda más estable en los últimos tiempos, una de las menores inflaciones internacionales, estabilidad política y uno de los destinos de inversiones más atractivos? Dejar todo esto para irse al peregrinar de la vergüenza, el fracaso y sobre todo de la traición, no hace ningún sentido.

Los malquerientes y quienes auguran la división lo hacen a partir de desearla, un discurso que quieren vender como si los factores del poder estuvieran con ellos, lo cual es falso. En una ruta con el mínimo de sensatez, sentido común, congruencia, ética y patriotismo, no hay forma de que se dé una ruptura al interior del proceso de continuidad de la Cuarta Transformación. Como diría mi maestro Manuel Camacho Solís, muchas veces en política a lo que se puede aspirar, es que cada uno haga lo que más le convenga, por eso, habrá unidad.

@LuisH_Fernandez