No todo es la política y los políticos. No todo es Morena y la elección de su candidato presidencial. Sólo a una élite, a un grupo,  le importa las críticas de la oposición, los desfiguros de Lilly Téllez o los desplantes de Xóchtil Gálvez.  El ruido político, la contaminación electoral, son distractores de los verdaderos y auténticos problemas, anhelos y necesidades de la gente.

Que bien que se adelanten los tiempos de la disputa por el poder para el beneficio de sus intereses, que mal porque un buen gobernante es tal hasta que decide postularse por el siguiente cargo. En ese momento se acabó el gobierno, todo lo que se proyecta y hace es para seguir en el poder.

Por lo general las políticas y los políticos son personas obsesionadas con el poder y el control. Por lo regular bastante aburridas y monótonas. Fuera de su esfera de influencia son personas sin chiste y sin personalidad. El cargo lo es todo. Un político debe ser y parecer, por lo cual se rodea de símbolos de poder, que van desde teléfonos celulares hasta escoltas, asesores y nuevas propiedades de dudoso origen. Dice el dicho que en cojera de perro, lágrimas de mujer y agrego, promesa de político, no hay que creer.

Carlos Pereyra escribió y dijo que la izquierda era especialista en crear grandes tormentas en pequeños vasos de agua. Creo que estas palabras se ajustan perfectamente a la situación que provocan nuestra clase política, de todas las trincheras y colores, son capaces de crear huracanes en mares en calma.

Mientras las políticas y políticos pierden tiempo valioso que deberían dedicar a resolver los problemas de la gente, el país se calienta y no sólo por las olas de calor, sino por viejos y nuevos problemas.

Afortunadamente la economía va estable. El peso se aprecia y la inflación pierde impulso. Desgraciadamente, no podemos decir lo mismo en el tema de seguridad, respeto a los derechos humanos y migración.

A estas alturas del sexenio queda claro que la estrategia de seguridad y de construcción de la paz no han sido suficientes. Que bueno que se acabó el enfoque militarista, pero la violencia  y las muertes producto de los enfrentamientos entre grupos del crimen organizado continua. Los 88 asesinatos diarios no es un invento de los medios de comunicación, sino una contabilidad terrible. La imagen de la presidenta municipal de Tijuana, obligada a vivir en un cuartel militar por amenazas, es la muestra más dramática de que las cosas no van bien.

Lo digo con toda responsabilidad y conocimiento de causa. Chiapas está al borde del estallido social. En entidades como Guerrero y Zacatecas miles de personas fueron desplazadas por la violencia y prácticas como la leva.  Los feminicidios, los desaparecidos y la ejecuciones son el pan de cada día en algunas regiones del país. ¿Quién define las prioridades nacionales? Hablo de la otra realidad. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

@onelortiz