La agenda nacional que es determinada por los intereses presidenciales como es más que sabido, se encuentra secuestrada por temas preelectorales, cualquier otro asunto es secundario y sin relevancia. Y es que sin importar que aún los tiempos electorales no han iniciado, el inquilino de Palacio ha echado a andar la maquinaria para elegir (designar) a la “corcholata” -como denigrantemente bautizó a los aspirantes- que lo sucederá en el cargo. El interés presidencial está muy lejano de los problemas que atraviesa México: violencia, narcotráfico, inflación, salud pública, etc., etc., pero sobre todo muy, muy lejano de la producción de alimentos y más de quienes los producen.  Trato que difícilmente cambiará.

Durante lo que va de su administración, al jefe de la cuatroté no sólo no le ha interesado el sector agropecuario, ha soslayado y castigado a este sector, así lo hemos evidenciado en este espacio periodístico a través de la Revista Siempre. El gobierno federal ha colocado a los productores de alimentos -principalmente a los medianos productores- como un problema porque no tienen las herramientas técnicas para atenderlos, no saben cómo ni les interesa, los ha enviado al cajón del olvido quitándoles apoyos y programas, que al final, sirven para producir los alimentos que llegan a la mesa de los mexicanos. En este infausto sexenio, la franja de pequeños y medianos productores no cuenta con programas productivos, no tienen acceso al fertilizante, no hay seguros catastróficos, no hay presupuesto para ellos, sólo cuentan con su enorme fuerza de voluntad y el apoyo de San Isidro Labrador.

Ahora toca a los productores de granos. Los trigueros de Baja California, Sinaloa y Sonora -la zona norte que es el granero del país- se han visto obligados a dejar sus parcelas y salir a las calles con todo y sus tractores. Precios de garantía, riesgos de caer en cartera vencida, de no poder acceder a préstamos, de no alcanzar a recuperar su inversión, de no poder sostener a sus familias, de irse a la quiebra total los ha hecho salir, levantar la voz, visibilizar la crisis por la que atraviesan.

Los gobiernos locales se dicen comprensivos, reciben a los productores, los escuchan, les manifiestan su preocupación y mucha solidaridad, pero de ayuda económica ni hablar, no hay dinero para su demanda. El gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, advirtió “No podemos sacrificar a muchas comunidades sólo para beneficiar a un sector de la población”. El problema es de competencia federal. ¿Y que dice la Federación? ¿Qué dice el titular de la SADER, Víctor Villalobos?  Lo mismo que les ha dicho estos cuatro años a todas las ramas productivas: “no tenemos recursos”. Atiende, pero no resuelve, y es que no le han dado capacidad de negociación y menos de maniobra. Un florero más…

A principios de junio, los trigueros decidieron llegar a Palacio Nacional, con la esperanza de que quizá estando allí, la mañanera podría ser el foro para captar la atención presidencial y la de los medios. Ni lo uno ni lo otro. Fueron recibidos por personal de Atención Ciudadana que mide con la misma vara un conflicto social del campo con uno de productividad agropecuaria. ¡Confunden agrario con agropecuario! Ofrecieron gestionar una reunión con el titular del Ejecutivo. Pasó una semana y no se concretó.

Ese mismo día, los productores, arropados por maiceros y sorgueros, dieron una conferencia a los medios de comunicación. Tampoco alcanzó la resonancia que requiere una situación tan complicada como la que viven los trigueros. Clamamos más empatía mediática para este sector, está en peligro la producción de granos básicos del país.

De acuerdo con el presidente nacional del Sistema Producto Trigo, Álvaro Bours, la crisis que enfrentan es resultado de una desatención sistemática del gobierno federal que los ha dejado sin apoyo ni programas que estimulen la productividad, “se beneficia a productores de autoconsumo, no es malo, no estamos en contra, pero nos dejaron fuera a los que producimos alimentos para todos los mexicanos”, y recuerda con mucha razón: “somos la solución, no el problema”.

De acuerdo con el sonorense, esta cadena de desatención ha derivado en que, por primera vez en 35 años, los trigueros no tienen comprador para su cosecha, ni apoyos para la producción, ni para comercialización.  SEGALMEX no es opción para ellos, no hay confianza, seguramente para ningún productor, por la corrupción que se ha evidenciado.

Este escenario de indiferencia y falta de políticas públicas para el sector agropecuario, ha dado paso a la conformación del Frente Nacional Por la Defensa del Campo, que concentra a líderes de productores de 22 estados del país, quienes ante la total indiferencia gubernamental podrían endurecer sus acciones de presión como toma de carreteras, oficinas de la Secretaría de Hacienda, aeropuertos y casetas de cobro. ¿Será que ahora si la fiera se comienza a despertar?

Si estas cosechas fracasan, en los próximos meses los mexicanos experimentaremos desabasto y presiones inflacionarias en los precios de los alimentos. El precio del pan, de la tortilla estará en la nubes y esos alimentos básicos serán inalcanzables para muchas familias mexicanas.  Claro que en Palacio Nacional el problema se resuelve fácilmente con la importación de alimentos, aunque ello signifique una traición a la soberanía alimentaria de México y a los productores mexicanos.

No habrá bolsillo ni mesa que aguante comprar alimentos que el país ha dejado de producir por ignorancia, incompetencia, falta de sensibilidad y falta de políticas públicas para el campo y por solo ver al presupuesto desde una mirada electoral. Los productores enfrentan a un gobierno que no tiene interés ni disposición para escucharlos y atenderlos. Falta un año de esta administración, se necesitan voces que apalanquen al sector que alimenta a nuestra nación.