AMLO. ¿De que quieres que hablemos?

LEA. Tu vida y la mía fueron gemelas. Plutarco las llamaría Vidas paralelas. Tu proyecto político y el mío fueron parecidos: populista, populachero e irresponsable. Me atrevo a afirmar que copiaste el mío, a pesar de que las circunstancias eran diferentes. Ese fue tu error, copión. Fuiste bueno para estar hablando. Tu lengua no paraba.

AMLO. En lo de hablar te imité. En mi actuar fui original. Mi plan político se basó en las circunstancias en que me tocó actuar. Cambié, para bien, la situación de los mexicanos necesitados.

LEA. Engañaste y te engañaron. Tu plan de beneficio fue clientelar: asegurar votos cautivos a base de dádivas. Tu acción derivó en más pobreza. Hiciste de la pobreza un factor común; de la falta de aspiraciones, una forma de vivir; y de la mediocridad, un motivo de orgullo. Tu acción derivó en la falta de incentivos y de apatía en los más.

Agredir iba con tu naturaleza. Lo hacías con o sin razón. Eso va con tu carácter; ese es procedimiento que seguiste para hacer política; cuando llegaste al poder, fué tu forma de gobernar. Tus cotidianos ataques a las instituciones que no se sometieron y a las personas que se opusieron a tu proyecto, a la larga, te restaron credibilidad y autoridad. Terminaron por fortalecer a aquellos que, en su momento, tomabas como tus enemigos. Agrediste, sin motivo fundado, a la clase media, que creyó en ti y que te llevó al Poder; a la Corte y a los tribunales, que defendían la legalidad; a la prensa, que te brindó un foro cuando lo necesitabas; también a quien, ahora, inesperadamente,  pudiera ser tu sucesora.

Durante tu mandato, más que presidente; fuiste una farsa de tirano; un histrión, no un estadista; reyezuelo y no un servidor público; te rodeaste de vasallos, no de colaboradores; de prostitutas, en lugar de prensa independiente; de lambiscones, no legisladores; de señoras y señores de horca y cuchillo, no de gobernadores.

AMLO. Había que distraer la atención de los mexicanos; con mis ataques no percibieron la magnitud del fracaso que significaban mi administración y lo fallido de mis grandes proyectos.

LEA. Eso mismo va a llevar tu sucesora o sucesor, si es que se alza con el triunfo, a poner distancia de por medio entre ti y ellos. No podrá asumir esa carga de odio que sólo tu fuiste capaz de crear y mantener. Tiene que dar un cambio radical para poder sobrevivir. Finalmente. se debe apoyar en tus enemigos para poder gobernar y quitarse esa sombra envenenada que, aún muerto, proyectas. Se va a afianzar en el poder a base de perseguir y castigar a quienes son identificados como tus incondicionales.

AMLO. Las cosas políticas se complicaron tanto que iba a serme imposible resolver mi sucesión como era mi intención.

LEA. Te salieron mal los cálculos; tus cómplices sufrirán las consecuencias. Aunque al inicio de nuestro mandato los dos sabíamos que nuestro poder era temporal, tanto tu como yo, sobre la marcha, supusimos que el mandato que recibimos del electorado era eterno. Pretendimos cambiar todo en seis años. Se nos vino el tiempo encima. Dejamos destrucción odio y frustración. Sin que hubiera necesidad, polarizamos la sociedad en lo interior y dejamos muchos enemigos en el exterior.

AMLO. Tu mal manejo de la economía fue un fracaso. La bomba de tiempo que preparaste, junto con otros elementos altamente peligrosos que agregó, por su frivolidad, irresponsabilidad y corrupción, tu sucesor López Portillo, derivó en una profunda crisis económica; ésta repercutió hasta el sexenio de Miguel de la Madrid, el “Pequeño”.

LEA. MI querido Andrés, los dos fuimos destructores de las instituciones públicas de nuestros tiempos. Mi acción fue frenada; encontró como obstáculos la estructura de mi propio partido, el ejército y los Estados Unidos de América.

La tuya fue obstaculizada por la solidez de las instituciones políticas: Constitución Política, Poder Judicial y entes autónomos. El contexto internacional, concretamente el Tratado de Libre Comercio, no te permitieron realizar los cambios radicales que pretendías.

AMLO. Los líderes y los partidos políticos no fueron un obstáculo real a mi acción.

LEA. Como buen López y ex priista serás recordado con odio y desprecio. Muchos mexicanos se alegraron al saber de tu muerte. Hubo fiestas, cohetes, misas de acción de gracias por tu partida. La gente aún está en las calles festejando tu partida. Las acciones en las bolsas del mundo subieron al enterarse de tu muerte.

AMLO. Tenía muchos amigos tanto en México como en el extranjero. Ellos, con toda seguridad, me deben de estar llorando; yo los hice, protegí y encumbré: Mario Delgado, Luis Crescencio Sandoval, Layda Sansores, Rocío Nahale, Ignacio Ovalle y otros deben sentirse en la orfandad.

LEA. Te equivocas. Todos ellos han comenzado a negar tu amistad. Maldicen tu memoria; se avergüenzan de haber sido tus amigos o de haber aceptado cargos dentro de su administración. Tu pupila y heredera Claudia Scheinbaum, ante la falta de tu apoyo, se cayó como precandidata. Está a punto de declinar a favor de Marcelo Ebrard la candidatura a la presidencia de la República.

Luisa María Alcalde, frívola e irresponsable, como presidenta provisional de la República, ha entregado el poder a Luis Crescencio Sandoval, el secretario de Defensa; él es quien manda y resuelve. Él es el presidente de hecho. Para prevenir actos de violencia, puesto que ya tenía a sus soldados en las calles, en funciones de albañiles, empleados de aduanas y administradores, los ha convertido en policías. Ha decretado el estado de sitio en todo el país. Nada se hace sin su autorización. Tiene planes para diferir las elecciones y asumir el cargo de presidente de la República de manera definitiva.

AMLO. Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel, Daniel Ortega, Evo Morales, Pedro Castillo e, incluso, Donald Trump, deben estar llorando mi muerte.

LEA. Siento decepcionarte. No hay tal. Sonriendo festejan la muerte de un iluso.

AMLO. Me niego a creerlo. A mi amigo Miguel Díaz-Canel lo proveía de divisas bajo el expediente de cubrir el sueldo a los médicos que me prestó.

LEA. Tu cadáver todavía no se enfría y el cubano ya ha negado ser tu amigo. Hay otros. Juan Collado, a quien tú perseguiste injustamente, está a punto de salir de la cárcel. Ricardo Anaya ya vuela de regreso a México.

AMLO. Mi pariente Antonio López de Santa Anna dice que sí hay modo de que yo regrese a la vida.

LEA. Te va a timar. No le creas. Se apellida López, como tú. Todos los López son iguales. Recuerda como me fue con el otro López, el Portillo y Pacheco. Me desterró y eso que éramos como hermanos.

AMLO. ¿Será capaz de timarme?

LEA. De eso y más. Como ya te lo dije, pretendió venderme la península de Baja California.

AMLO. Qué bueno que me lo dices. Yo estaba en tratos para comprarle el Istmo de Tehuantepec.

LEA. Los dos pretendimos pasar a la historia como hacedores de un nuevo México. Fracasamos. Hundimos a México y a los mexicanos. Yo soy recordado como un mal momento y tú, a partir de ahora, lo serás como una muy mala experiencia. Tu memoria será maldita. Tus sucesores en el cargo, ya están negando tu amistad. Muchos afirman que no te conocieron. Algunos familiares tuyos sufrirán prisión y destierro. Tu recuerdo desaparecerá. Tu memoria, mientras subsista, será vituperada.