Una vez más, las encuestadoras se equivocaron, nada novedoso. Pingüe negocio. Los resultados de las elecciones generales anticipadas son tan estrechos que la gobernabilidad queda en el aire; la situación política tras la visita a las urnas para cambiar la formación del Congreso semeja una operación matemática difícil de resolver. La derecha no avasalló, la izquierda resiste. En los próximos días, España vivirá semanas de complejas negociaciones.
La división nacional se ahonda ante la incertidumbre del próximo gobierno. Al día siguiente de los comicios, los líderes de los acostumbrados dos partidos punteros, Alberto Núñez Feijóo, del Partido Popular (PP), y Pedro Sánchez, del Socialista Obrero Español (PSOE), están empeñados en conseguir los 176 escaños necesarios para asumir las riendas del país en la próxima investidura, ninguno la tiene segura. Una historia ya conocida por los españoles; y por los vecinos europeos y los lejanos países iberoamericanos, simpatizantes y contrarios a ambas ideologías que pretenden hacer propias. Una historia que ya aburre. No surgen líderes antimesiánicos, ni nuevas fórmulas políticas. Las democracias envejecen debido a tantos compromisos contraídos de antemano. La soberbia izquierdista que de tan “pura” que pretende ser cada vez se asemeja más a la podredumbre de un Dorian Grey, y la rancia derecha que con frecuencia olvida que el poder popular siempre debe estar presente. El populista mexicano, el “juarista” de papel piedra, en una pose absurda, declaró estar “muy contento” porque el pueblo español no “había caído en la trampa de la derecha”. Se le olvida aquello del “pueblo manda”.
Por influjo de las manidas encuestas, es posible que semanas antes de las elecciones se desbordara un optimismo falso alrededor del PP, pues se daba por un hecho que ganaría las votaciones con ventaja, al grado que propios y extraños “creyeron” que podría gobernar sin el apoyo de otro partido. O, en el peor de los casos, si hiciera alianza con los ultranacionalistas de Vox —que perdió escaños— podría contar con el número mágico de los 176 votos. Sueños, y ya saben, como dijo el poeta: “los sueños, sueños son”.
La realidad es la siguiente: con 136 escaños en la bolsa, Feijóo se quedó a 40 de la mayoría absoluta (176 de 350 que forman el Congreso) y para imponerse al bloque de izquierda que puede conformar Pedro Sánchez Pérez-Castejón —presidente en funciones del gobierno ibérico—, necesitaría el “sí” de los 33 diputados de Vox, el del diputado de Unión del Pueblo Navarro (UPN) —que ya tiene—, el de Coalición Canaria, y cinco del Partido Nacionalista Vasco (PNV), lo que implicaría poner de acuerdo a partidos enfrentados. Sin embargo, el líder de esta organización, Andoni Ortuzar, informó que ya anunció a Feijóo que no lo apoyaría en su proyecto.
A su vez, el PSOE fue el otro partido más votado en estos comicios generales, con 122 escaños. Entre sus posibles aliados estarían la coalición de izquierdas Sumar, que obtuvo 31 curules. Juntos sumarían 153 diputados y les haría falta contar con el apoyo de partidos con menor representación, aunque el precio podría ser elevado. Entre Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y JxCat (Junts per Catalunya: Juntos por Cataluña), suman 14 diputados en el Congreso, un número que acercaría a Sánchez a su tercer mandato como presidente si a éstos logran agregar los que atesoran las formaciones nacionalistas vascas Euskal Herria Bildu (EH Bildu) y el PNV que aportarían otros 11 escaños. Estos cálculos obedecen a que Sánchez está seguro que no habría, a corto plazo, otros comicios, porque “la democracia encontrará la fórmula de la gobernabilidad”.
Ya que España ejerce, en estos días, la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea (CUE), en Bruselas, la Comisión Europea (CE), no hizo comentario oficial al respecto, pero el organismo manifestó su confianza en las autoridades españolas como ejecutivo de tan importante institución.
Tal y como sumaron los votos del domingo 23 de julio, José Antonio Vera, de La Razón de Madrid, en su análisis titulado “Más difícil todavía” dice: “…la mejor solución para el país sería que pudiera gobernar el candidato de la lista más votada, permitiendo que eso ocurra gracias a la abstención del PSOE. Es lo que propugnó Felipe González Márquez —el ex presidente del gobierno— hace unos días, pero que de ninguna manera está dispuesto a facilitar Sánchez. Si eso no sucede, que no sucederá, la única solución es la más difícil todavía. La investidura del presidente del PP con los votos a favor, sin negociación previa ni condiciones, tanto de Vox como del PNV. Lo contrario sería obligar al país a otras elecciones, con lo que eso conlleva de castigo para quienes no hayan estado a la altura. Y ya sabemos lo qué pasó con Ciudadanos”.
Agrega Vera: “Ni Núñez Feijoó ha ganado con tanta holgura como algunos pronosticaron, ni Pedro Sánchez se ha hundido como parecía que podría suceder tras el batacazo de las pasadas elecciones municipales. La realidad a veces supera a las encuestas y a los tracking machacones que durante días han estado martirizando con sus datos. Han acertado en el caso de Vox, el principal perdedor, pero el líder socialista, incluso, ha mejorado sus cifras con dos escaños más, pese a que muchos institutos de opinión le situaban veinte por debajo”.
Por lo que toca a Josep Ríos, el vicepresidente del partido independentista catalán JxCat —liderado por el expresidente regional de Cataluña, Carles Puigdemont, prófugo de la justicia española—, reafirmó que sólo negociará una eventual investidura de Sánchez sobre la base de la “autodeterminación y amnistía” y retó al PSOE a hacer una propuesta para “desbloquear el conflicto entre Cataluña y España”.
No obstante, la fiscalía española solicitó al instructor del procés Pablo Llarena, que reactive las euroórdenes contra Puigdemont y cinco ex consejeros para que sean entregados a Madrid desde Bélgica, donde se encuentran escondidos. La fiscalía ibera solicitó a la justicia española que actúe contra Puigdemont y contra el ex consejero catalán Antoni Comín por un delito de malversación que acarrearía pena de prisión de entre seis y doce años.
Al último, pero no menos importante, la situación en la que queda Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del gobierno de Sánchez, con respecto a los 35 escaños que tenía Unidas Podemos, la coloca ante la amenaza de una rebelión “podemita” y dificulta asimismo su capacidad de liderar desde la unidad su conglomerado de 15 fuerzas. En Cataluña, el PP dio un salto sorprendente, e incluso disputa la segunda posición a los nacionalistas. Los malos resultados de ERC en estos comicios y en las municipales pasadas, y su posición en minoría en la Generalitat, avivan las voces que apuestan por un adelanto a 2024 de las elecciones regionales catalanas. El enfrentamiento entre ERC y JuntxCat volverá a ser sangriento, ya que el pulso entre el expresidente de la Generalitat, Puigdemont, a salto de mata en Bélgica, y el líder de Esquerra Republicana, Oriolano Junqueras, impide la unidad.
En tales condiciones, por el momento nadie quiere dar un paso atrás, y Alberto Núñez Feijóo, líder del PP aseguró: “Los españoles han dado la confianza al PP y nos han dicho que dialoguemos y como líder del partido más votado, debo liderar el diálogo e intentar gobernar con la victoria electoral”. Pero enfrente tiene a Pedro Sánchez que tratará de hacer lo propio. En pocos días se conocerá el desenlace de esta ambigua posición. VALE.