En esta colaboración, a vuelo de pájaro, aludo a diferentes temas. Son de actualidad y merecen cierta atención.
Desaparición de poderes en el Estado de Guerrero
La criminalidad y el desgobierno que se observa en el Estado de Guerrero es un tema. Aquella es generalizada y de diferentes clases; éste es evidente. No hay delito que no se practique ni horario para hacerlo. No existe una respuesta adecuada de parte de quienes legalmente son los responsables de dar seguridad a los habitantes y de perseguir a los autores de los ilícitos. No hay autoridades estatales y municipales. Si los había, han desaparecido.
En parecidas circunstancias, si se tratara de otra entidad federativa o de otras autoridades, el senador Félix Salgado Macedonio, ya estaría amenazando con la desaparición de poderes. No lo ha hecho y no lo hará. Sobre el interés público, terminó por prevalecer el amor paternal. Lo privado sobre lo colectivo. Es parte de la 4T.
Panorama político
Desde los tiempos del pelelismo, es decir desde el Maximato de Plutarco Elías Calles no se había observado tanta concentración de poder en una sola persona: AMLO es casi omnipotente. Se ha dado el lujo de destapar tanto a los candidatos de su propio Movimiento, como a la de la oposición. A aquellos los destapó en ejercicio de su poder soberano; a ésta, en uso de la infinita capacidad que tiene de cometer errores y excesos.
Con el destape de la señora Xóchitl Gálvez el panorama político comienza a aclararse: Claudia Sheinbaum, que en algún momento acaparó la atención de su jefe y fue puntera en la carrera por la candidatura de Morena, se cayó. Adán Augusto nunca levantó ni tuvo ganas de hacerlo. A Monreal, aunque quería y pudo haber hecho algo, no lo dejó crecer AMLO. Del partido oficial, únicamente queda Marcelo Ebrard.
Marcelo, más prudente y menos dado a las precipitaciones; no incurrió en los errores en que cayó AMLO; éste al saber que doña Xóchitl Gálvez era la señalada supuestamente por el dedo de Claudio X González, la atacó y lo hizo torpemente. Él, que es un ente cien por ciento político, con un instinto, natural y cultivado, para atacar y retirarse, en esta ocasión se metió con quien no debía; creía que era una manca o tullida. Lo hizo en el momento menos oportuno para él, no para ella.
Marcelo, en cambio, se ha dedicado a hacer lo suyo, lo que sabe hacer: política. Tiene propuestas; ha presentado un plan para dar seguridad a la población. Él, si pretende tener algunas posibilidades de éxito frente a doña Xóchitl, iniciada que sea la campaña, lo más pronto posible debe pintar una raya que lo desmarque de AMLO.
En el proceso que se inicia en septiembre próximo, es previsible que haya una sorpresa: que Morena se divida. Marcelo sabiendo que es la última oportunidad de su vida, no se va a quedar tranquilo viendo que su actual jefe destapa a Claudia. Pudiera haber un juego entendido entre él y Dante para que sea candidato de Movimiento Ciudadano, con el compromiso de que, dentro de seis años, sean Colosio, García o Alfaro los candidatos a la presidencia de la República a la cabeza de un gran movimiento que echen andar.
En ese caso AMLO, con tal de que ello no suceda, pudiera optar por sacrificar a Claudia y, a regañadientes, termine por aceptar la candidatura de Marcelo. Nunca lo hará por Monreal; no confía en él; tampoco por Adán que resultó tan frívolo como Peña Nieto.
Si doña Xóchitl no se alza con la victoria en 2024, es casi seguro que Morena va a perder el control del Congreso de la Unión; en el mejor de los casos, es casi seguro que no alcanzará la mayoría calificada que le permita modificar la Constitución y hacer nombramientos.
El panorama no pinta fácil para la oposición: una vez que se inicien formalmente las campañas políticas, es de esperarse que AMLO siga interviniendo para beneficiar al candidato de su Movimiento e, incluso, existe la posibilidad de que recurra a la guerra sucia, no sólo contra la candidata, sino contra quienes eventualmente pudieran patrocinar su campaña: los empresarios.
Una última opción a su disposición, de perder su candidato, será buscar la anulación de la elección y optar por un presidente interino. Como van las cosas, debe pensarlo mucho, llegado el momento pudiera no contar con la mayoría para hacer la designación de quien lo sea. Para anular la elección sólo contaría con el INE, pero no con el Trife; es este el que tendrá la última palabra.
Todas las chorcholatas de AMLO han violado la Ley en su precampaña; eso pasado desapercibido para el Ine y, en especial, para su presidenta. Es previsible que, llegado el caso, El Trife sea la autoridad que anule el registro de los infractores.
Ya puestos a violar la Ley sin que existan consecuencias para los infractores, los jerarcas católicos ya entraron al juego político. Los altos índices de criminalidad y la apatía gubernamental son un buen pretexto, que llega a motivo, para hacerlo. Su intervención incidirá negativamente en el candidato de Morena.
En las próximas elecciones Marcelo será candidato de una u otra forma, de eso no hay duda. Eso lo sabe muy bien AMLO. Algunos miembros connotados de Movimiento Ciudadano que no alcanzan a comprender el alcance de la jugada de Dante, están desesperados y quieren sumarse a la candidatura de doña Xóchitl. Dante ha dicho que abrirá su juego en septiembre, cuando Morena haya decidido su candidato. Si es Claudia, existe la posibilidad de que Movimiento Ciudadano acogerá a Marcelo. Si es Marcelo, es factible que se adhiera a Morena y haga efectivo su dicho de que con el PRI “ni a la esquina”.
Dante sabe que los gobernadores de Jalisco y Nuevo León Enrique Alfaro y Samuel García y el líder emecista en el Senado Clemente Castañeda, por los votos con que cuenta y la influencia que tienen, son tres correligionarios a los que debe tomar en cuenta al momento de decidir tanto el nombre del candidato al que su partido va a apoyar, como a la coalición de la que va a formar parte.
Monreal, al actuar, lo que busca es un premio de consolación: ser candidato al Gobierno de la Ciudad de México. Fernández Noroña, más humilde, con su supuesta precandidatura únicamente le tira a que su partido no pierda su registro y que a él se le permita reelegirse. Será legislador hasta que se muera o hasta el fin de los tiempos.
También es de temerse que la delincuencia organizada, ante el riesgo de perder el actual estado de cosas que la favorece, de una u otra forma, impida a la oposición hacer campaña, atente contra sus candidatos o dé financiamiento a algunos candidatos del partido oficial.