La facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha sido considerada como uno de los cuatro pilares fundamentales de esta casa de estudios y se ha consolidado en el paso de casi cinco centurias, como la cuna del pensamiento jurídico de nuestro país.

La hoy Facultad de Derecho como parte de la institución educativa más antigua de América del Norte, la entonces, Real y Pontificia Universidad de México, fundada en 1551, según lo relata Mendieta y Núñez, ha sido pionera en el desarrollo de la formación de los juristas mexicanos y ha exportado a otros países grandes instituciones como el juicio de amparo.

Con la herencia de las universidades europeas de la época medieval, durante el período colonial, la Escuela de Leyes fue una de las instituciones pioneras en América Latina que ofreció estudios formales en derecho. Estudios que comprendían extensa formación, pues las necesidades de la época exigían el conocimiento de las leyes españolas vigentes y de las numerosas cédulas reales que se dictaban continuamente para el gobierno de las Indias.

Durante la época del México independiente, la escuela de Derecho continuó con la organización de la época colonial. Aunque este movimiento influyó en algunos cambios en los planes de estudio, la unión de Iglesia y Estado permaneció y, por tanto, la influencia clerical continuó, hasta que surgió el gran antagonismo entre liberales y conservadores y la Escuela de Leyes se convirtió en un importante centro del pensamiento liberal, en el que estudiantes y profesores jugaron importantes roles en la conformación del incipiente Estado Mexicano.

El 19 de octubre de 1833, se emitió un Decreto de Supresión de la Universidad. En cumplimiento de éste, Valentín Gómez Farias, entones vicepresidente en funciones de Presidente estableció la Dirección General de Instrucción Pública para el Distrito y Territorios Federales. La Escuela de Leyes, según este Decreto, quedó instalada en el Colegio de San Ildefonso, primer edificio que la estableció como institución independiente.

La Dirección General de Instrucción Pública tuvo una duración de 10 meses.  El 31 de julio del año siguiente el Presidente Santa Anna emitió el Decreto que restableció la Universidad. Con lo cual se corrobora que no todas las actuaciones que realizó este singular personaje fueron negativas.

El 2 de diciembre de 1867 se expidió la Ley Orgánica de la Instrucción Pública, a partir de la cual, señala Mendieta y Núñez, que da comienzo en nuestro país el desarrollo y el perfeccionamiento sistemático de la enseñanza del Derecho. En la ya denominada Escuela de Jurisprudencia se tiene muy claro que la misión  es la superación de los planes de estudio, de los métodos didácticos y las formas de comprobar el aprovechamiento de los estudiantes. La adopción de una legislación nacional influenciada por las corrientes filosóficas y jurídicas de la época, dieron paso al tránsito del Derecho español a la formación de un auténtico Derecho mexicano.

En 1902, Justo Sierra, entonces subsecretario de Instrucción Pública en la apertura del Consejo Superior de Educación Pública pronunció un discurso memorable del que Mendieta y Núñez transcribe algunos párrafos. Anuncia que someterá a la consideración del Poder Legislativo un proyecto para crear la Universidad Nacional como Institución nueva. Señaló que: “la heredera de la Universidad Pontificia, prolongación inerte de la antigua Universidad colonial, que pudo prestar servicios considerados a la sociedad que se formaba entonces, matriz de la nuestra; pero que luego petrificada en fórmulas sin objeto y en doctrinas sin vida, tendía sus flacas manos momificadas para impedir el paso incontrastable de las nuevas corrientes intelectuales; no, aquella vieja Universidad odiada del partido progresista, nada tendrá que ver con la nuestra; esa está enterrada y olvidada en nuestra historia.”

El 26 de mayo de 1910, el Gobierno Federal emitió el Decreto que constituyó la Universidad Nacional de México. A la cual quedó incorporada la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Muchos de los alumnos que acudieron a las aulas de la Escuela de Jurisprudencia en los años precursores de la revolución, se formaron en las filas del pueblo armado y otros tantos, dentro de sus muros organizaron el ideario del movimiento triunfante.

En el siglo XX, la ya denominada Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, reconocida como tal en el artículo 3º. de nuestra Constitución vigente, ha sido un actor crucial en la transformación y modernización del Derecho Mexicano. Alberga la biblioteca jurídica más grande de Latinoamérica. Su oferta académica tanto en licenciatura, como en posgrado amplia y vanguardista.

La Facultad ha jugado un papel fundamental en la formación de un gran número de reconocidos juristas, que han destacado en los ámbitos de la academia, la judicatura, el litigio, la función pública y la iniciativa privada, entre otros.

La visión humana de la Facultad de Derecho es algo que no se puede soslayar. En primer lugar la gran oportunidad que brinda a las y los mexicanos de  tener acceso a estudios profesionales, cuando se carece de medios económicos para pagar una colegiatura. Es una Facultad en la que un gran porcentaje de su personal docente son los autores de los libros de texto de la cátedra que imparten. En donde puedes elegir a los maestros que te impartirán la clase. En donde la libertad de cátedra jamás coartará el libre pensamiento, por el contrario, lo fomentará. En donde los horarios tienen la flexibilidad que permite trabajar y estudiar al propio tiempo. En un lugar donde se difunde la cultura jurídica, se fomenta la investigación y se imparte el conocimiento jurídico que en la mayoría de los casos une teoría y experiencia práctica de los docentes que se desarrollan en diversos campos del derecho.

Su compromiso y excelencia se acrecientan en los albores del siglo XXI, pues el QS World University Ranking, determinó en 2022 que la Facultad de Derecho se ubica en el lugar número 29 de las mejores escuelas de derecho del mundo y Según la publicación de La Redacción de 24 horas, ocupa el primer lugar en Iberoamérica.

La Facultad de Derecho de la UNAM representa una tradición inigualable de excelencia en la educación jurídica. Su legado se extiende a lo largo de casi cinco siglos de la historia de nuestro país. Su influencia ha estado presente en la formación del sistema jurídico mexicano. Es un referente en la educación jurídica de América Latina. Para quienes somos egresados de esta gran casa de estudios, nos une un sentimiento de agradecimiento, orgullo y pertenencia.

La autora es ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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