José María Iglesias Inzáurraga, reconocido jurista, destacado académico, extraordinario historiador, combativo periodista, político de corte liberal y ejemplar Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Dotado de una cultura general y jurídica avasallante, de gran facilidad en la expresión de las ideas y juicio imparcial. Mexicano de profundas convicciones que luchó sin denuedo por la libertad, la justicia y la equidad, por un régimen republicano que respondiera a los ideales de sus coterráneos.

La actuación de Iglesias es basta y destacada. Razón por la cual realizaré su narrativa en dos entregas para tratar de no omitir aspectos relevantes.

Según la publicación de su biografía realizada por la Suprema Corte, la vida de nuestro personaje transcurrió en el siglo XIX, una época definitoria del régimen jurídico y político de nuestro país. Nació en el seno de una familia criolla, en la ciudad de México, el 5 de enero de 1823. Su padre el Coronel Ad honorem, miembro del partido Yorkino y Notario Público, Juan N. Iglesias y Castro y su madre Mariana Inzáurraga y Carrillo. Tuvo 7 hermanos de los cuales 3 fallecieron.

José María demostró poseer una inteligencia extraordinaria, no solamente para los estudios escolares, sino, también para los idiomas. Cuentan sus biógrafos que a los 11 años fue sorprendido leyendo un libro sobre Minas que pertenecía a uno de sus hermanos mayores. La sorpresa no radicó únicamente en el tema, sino en que el libro estaba escrito en francés, lengua que sin que sus padres se enteraran aprendió de forma autodidacta.

Su facilidad para los idiomas le permitió dominar también el inglés, latín y alemán. El conocimiento de estas lenguas le dio acceso a los clásicos y a los pensadores más importantes de su época, lo cual, le propició desarrollar un pensamiento liberal, con ideas basadas en los novedosos movimientos intelectuales que se encontraban en boga. Estas fueron las bases de sus profundas convicciones sobre la concepción del país en el que pretendía vivir y heredar a las generaciones venideras.

Cuando contaba con 12 años, su padre falleció. Edad en la que ingresó al Colegio de San Gregorio para continuar con sus estudios secundarios y profesionales. Momento justo en el que el joven José María decidió ser abogado, honrando la memoria de su padre. El Colegio de San Gregorio se caracterizó por otorgar una educación de excelencia, introducir nuevas materias, actualizar sus libros de texto, buscar nuevos autores, y contar con una gran biblioteca. José María destacó por su afición al estudio, reconocida de inmediato por el Director, quien se convirtió en su mentor. Fueron sus compañeros, entre otros: Miguel Miramón, Sebastián Lerdo de Tejada, Ignacio Ramírez, Vicente Riva Palacio, Miguel Auza y José María Lozano; 5 años más tarde falleció su madre y fue el hermano de ella, Manuel Inzáurraga quien se hizo cargo de los hermanos en horfandad. El recuerdo hacia su tío siempre fue de amor y agradecimiento.

Al concluir su carrera, con honores, hizo su práctica profesional en uno de los despachos más prominentes de la capital, del Abogado Mario Esteva. Su vida académica inició a los 21 años, al ser nombrado en su Alma Mater: primero, profesor de francés, después de Física y, ya recibido de abogado, de Derecho de Gentes y Marítimo.

En 1845, derrocado el gobierno de Antonio López de Santa Anna, fue nombrado regidor de la Ciudad de México, puesto que ocupó con gran orgullo y en recuerdo del cargo que ocupó su padre. Su legado en este puesto fue redactar La Memoria de los Ramos Municipales.

Sutil en la apreciación literaria, fue poseedor de una pluma ágil y certera que le otorgó reconocimiento como periodista. Agudo en la ironía, se manifestó como un severo crítico al gobierno dictatorial de Santa Anna y afloraron sus convicciones liberales heredadas de su padre, partidario de la independencia de México. Convicciones que consolidó en su paso por el Colegio de San Gregorio. Fue Jefe de Redacción del Diario Siglo Diez y Nueve y colaboró escribiendo en El Diario Oficial, El Monitor Republicano y Don Simplicio y la Chinaca.

En 1847, fue designado Ministro del Supremo Tribunal de Guerra y más tarde, Auditor del Ejército de Oriente. De esta época surgió la idea de escribir, en colaboración con algunos amigos como Manuel Payno y Guillermo Prieto, entre otros, Los Apuntes para la Historia de la Guerra entre México y Estados Unidos (1848).

Al finalizar la intervención, manifestó, como muchos mexicanos, su inconformidad a la firma de los tratados de Guadalupe Hidalgo, por considerarlos vergonzosos para nuestro país.

En 1853, Santa Anna regresó como Presidente y los escritores de los Apuntes para la Historia de la Guerra entre México y Estados Unidos, fueron destituidos de sus empleos y declarados “malos mexicanos”. Razón por la cual, tuvo que dedicarse, al litigio, por cierto, con gran éxito.

En agosto de ese mismo año, cayó el gobierno de Santa Anna y se restauró el Play de Ayutla. Hubo diversos Presidentes interinos. En 1857, Iglesias fue designado Secretario de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública. En este puesto, entre otras cosas, promovió la emisión de la Ley de la abolición de las Obvenciones Parroquiales, para que la gente de escasos recursos no pagara los servicios parroquiales.

Una de sus actuaciones más espectaculares de esta época fueron los 30 artículos publicados en el Periódico El Siglo Diez y Nueve, relacionados con las reflexiones de la constitución, entonces en ciernes, de 1857. En los que estableció su opinión en los puntos más importantes de la discusión de los constituyentes, en temas como: Los Derechos del Hombre, la propiedad, la división territorial, la subsistencia del Senado y la reforma a la Constitución. Con motivo de la nueva Constitución, el gobierno determinó dirigir Un Manifiesto del Gobierno a la Nación, que se ordenó fuera redactado por José María Iglesias.

En 1857 bajo el Gobierno de Comonfort, Iglesias tuvo su primera incursión en la Suprema Corte de Justicia. Fue electo, Ministro de la Corte, junto con Benito Juárez, éste último, como Presidente del Máximo Tribunal. Sin embargo, Comonfort encarceló a Juárez, posteriormente se arrepintió, lo dejó en libertad y renunció a la presidencia. La Constitución establecía que en ausencia del Ejecutivo, la asumiría el Presidente de la Corte y Juárez fue Presidente de la República. Esto dio lugar a la Guerra entre liberales y conservadores que duró 3 años. Iglesias volvió a la vida particular.

Como lo anuncié al inicio de este artículo, esta historia continuará…

La autora es ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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