Guatemala ¿esperanzas frustradas?

El 25 de junio tuvo lugar la primera vuelta de las elecciones generales de Guatemala, en las que, además de elegir presidente y vicepresidente se votaría por diputados y corporaciones municipales. Con un resultado, de los comicios presidenciales, inesperado y esperanzador en un primer momento, pero hoy incierto.

El país hermano ha padecido en los últimos tiempos de presidentes nefastos. Sin ir más lejos, Otto Pérez Molina, quien gobernaba entre 2012 y 2015, terminó en la cárcel, donde sigue aún, culpable de graves delitos patrimoniales. Quienes lo sucedieron: Jimmy Morales (2016 a 2020) un cómico mediocre, registró durante su cuatrienio, innumerables desaciertos y el índice de corrupción más alto de la historia de Guatemala; y Alejandro Giammattei, actual mandatario hasta 2024, encabeza igualmente un gobierno corrupto.

Todos ellos derechistas. Morales, además, expulsó a la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG, patrocinada por la ONU), que detectaba eficazmente a presuntos responsables de gobierno en diversos delitos graves. Por su parte, el presidente Giammattei firmó con Trump, en 2019, el llamado Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA) o de “Tercer país seguro”, que permitía a Washington deportar migrantes hondureños y salvadoreños al país centroamericano. Un diktat al que el gobierno Biden puso fin en febrero de 2021. Por fortuna.

Los comicios del 25 de junio dieron como resultado el triunfo de Sandra Torres, que fue esposa del hoy difunto presidente Álvaro Colom, con 881,592 votos, el 20.98 por ciento del sufragio, seguida por Bernardo Arévalo quien no obstante aparecer muy abajo en todas las encuestas -menos del 3 por ciento- obtuvo el 15.58 por ciento de los sufragios, 654,534 votos.

Sandra Torres, que intenta por tercera vez ser presidenta de la República, echó a andar, cuando fungió como esposa del presidente Colom, importantes programas sociales, ostentándose como socialdemócrata. Ha sido fuertemente atacada por conservadores y la ultraderecha, a los que ahora trata de seducir con un discurso reaccionario, dirigido, dice el politólogo Luis Mack, a esos conservadores religiosos y a la extrema derecha. Torres, por supuesto, está atacando con violencia a su adversario Arévalo.

Este, líder del movimiento Semilla, sí es un verdadero socialdemócrata que terminó aglutinando a los millones de indignados -jóvenes, activistas, periodistas y guatemaltecos de a pie- por la corrupción, la “cacería penal” y el “pacto de corruptos”, liderado por el presidente Giammattei y que obtuvo un número inesperado de sufragios. Hijo de Juan José Arévalo, presidente de 1945 a 1951, el primero popularmente electo en Guatemala, “gran reformista y educador del pueblo”, Bernardo es sociólogo y exdiplomático -vicecanciller y embajador en España- de izquierda moderada y, como sucedió, habría de concitar la iracunda oposición de candidatos descartados por los votos, entre ellos Zury Ríos, la ultraconservadora, hija del difunto dictador Efraín Ríos Montt, acusado de genocidio.

La opinión pública internacional, las Ong’s invitadas a observar los comicios, la Unión Europea, la OEA y Estados Unidos expresaron su satisfacción al concluir la jornada electoral y una vez que el Tribunal Supremo Electoral emitió su veredicto. Sin embargo, los resultados fueron de inmediato impugnados por los candidatos perdedores: Zury Ríos -quien en un primer momento aceptó los resultados, exigió nuevas elecciones-, otros y en el propio gobierno; todos o casi con planteamientos retrógrados, ferozmente anticomunistas. Lo que dio lugar a la decisión de la Corte Constitucional requiriendo al Tribunal Supremo Electoral suspender la ratificación de los resultados.

Lo resuelto por la Corte responde no solo a las, legítimas o inaceptables, impugnaciones de los candidatos sino -subrayan los expertos- a que el triunfo de dos candidatos “socialdemócratas” interrumpe el período de las tres presidencias de derecha -corruptas, añadiría yo- ya mencionadas.

Horas después, sin embargo, de emitirse la resolución de la Corte, el secretario de Estado norteamericano Antony Blinken declaro que dejar en suspenso las elecciones constituye “una grave amenaza a la democracia”. La misión de observación electoral de la Unión Europea exhortó, por su parte, “a las instituciones judiciales y partidos políticos a respetar la voluntad de los ciudadanos libremente expresada en los comicios del 25 de junio”. La OEA, por último, pidió a los poderes del Estado “respetar la integridad del proceso electoral y sus conclusiones”, aunque a última hora envió una nueva misión de “observadores y especialistas”.

Veremos si la democracia de Guatemala resiste los graves embates de sus enemigos. ¡Ojalá! Por Guatemala y por América Latina y el Caribe.

De Centroamérica y el Caribe hacia el sur

El Salvador es rehén del presidente Nayib Bukele, que entusiasma a compatriotas y países vecinos, reduciendo el delito mediante el fácil expediente de hacinar en una cárcel a 80,000 presuntos delincuentes, violando sus derechos. Nicaragua continúa en el reino del terror de la pareja presidencial Ortega y Murillo. Cuba sigue sujeta al antediluviano Raúl Castro y la nomenklatura. Y Haití, Estado fallido, padece el gobierno de bandas criminales y delos Tonton Macoute, policía secreta desde la época de François Duvalier, Papá Doc (1957-1971).

Venezuela: las elecciones que no son

Venezuela es otro escenario de la democracia impedida, por Nicolás Maduro, que no acepta la celebración de elecciones con garantías en 2024, a pesar de presiones, pero también ofertas y de “la mano tendida” de presidentes de una izquierda “fulgurante” en la región. A pesar de la muerte política de Juan Guaidó, el autonombrado presidente interino que la Unión Europea ya no reconoce y de que esté beneficiando a Venezuela el pragmatismo de Biden, que dejó a un lado las presiones de Trump.

Después de haber estado “apestado” internacionalmente desde 2016, Maduro acudió a la cumbre la CELAC en México -septiembre de 2021- invitado por AMLO, recibió en noviembre último al mandatario colombiano Gustavo Petro en Caracas, y pocas semanas más tarde participó en la Cumbre del Clima en Egipto, donde conversaría con Macron sobre trabajos bilaterales en beneficio de Venezuela y de la región. Ya en este año, se propuso acudir a Brasilia a la toma de posesión de Lula y a la cumbre de la CELAC en Argentina, pero suspendió ambas visitas.

A pesar de esta atmósfera favorable, a la que se añade la flexibilización de las sanciones petroleras, lo que permitió a la petrolera Chevron ampliar operaciones en Venezuela, Maduro no ha accedido a convocar elecciones con garantías y la mesa de conversaciones en México, que gobierno y oposición venezolanos habían iniciado, está desierta. Hoy lo que resta es lo que pueda resultar de la reunión secreta, en Doha, por mediación ¡del emirato de Qatar!, de Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y mano derecha de Maduro, con Juan González, asesor de Biden. ¿Se destrabará el impasse de las elecciones? Pero mientras, Caracas muestra una dureza brutal contra políticos opositores inhabilitándolos para competir en elecciones: Henrique Capriles, Freddy Superlano y María Corina Machado, opositora radical esta última, que lidera las encuestas y ha respondido desde un acto multitudinario, diciendo que las inhabilitaciones “son basura” y amenazando al régimen.

 

Un “mesías” defenestrado

Este 30 de junio la justicia brasileña cortó la carrera política del expresidente y líder ultra derechista Jair Messias Bolsonaro. El Tribunal Superior Electoral lo condenó por abuso de poder, por usar su cargo cuando era presidente de Brasil para deslegitimar las elecciones. Una condena de 8 años que le impide postularse en los comicios de 2030. Decisión de celebrarse, aunque ya se habla -y se preparan- conocidos extremistas que podrían sustituirlos, entre ellos su carismática esposa Michelle, de religión evangélica -estos siempre en la política.