A manera de segunda parte del artículo, “para reconstruir México después de este sexenio”, que escribí la semana pasada en esta su revista Siempre, sirva el presente artículo, como segunda y última parte del mismo.

 

Reforma Fiscal

El concepto de reforma fiscal debe entenderse en este documento como una reforma que genere productividad junto con bienestar para todos los mexicanos; una reforma que sea acompañada de gobernanza y mecanismos de rendición de cuentas, por lo menos, para que los gobiernos expliquen los destinos de nuestros dineros.

Acudimos al Mtro. Enrique Díaz Infante, director del sistema financiero y estudios sociales, del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, para que nos ayudara a entender lo que demanda esta superestructura fiscal (no se espante por el término marxista. Es práctico. De ahí que lo utilizo para nuestro efecto. Nada más).

Efrén Flores (EF): Cuando hablas, Enrique, de una Reforma Fiscal, ¿significa también subir impuestos?

Enrique Díaz Infante (EDI): El 60 por ciento de la PEA está en la informalidad, y el 40 por ciento en la formalidad. Es decir, que la mayor parte de la PEA nacional no paga impuestos, ni cotiza en la seguridad social. Entonces tenemos que ver como incorporar a la formalidad a ese segmento de la población, y que pague impuestos.

Lo anterior tiene que ser progresivo, y eso implica cobrar más a quien más tiene. Pasa por activos, coches, tenencia, lo que significará habilidades administrativas a nivel local, sin corrupción, para el cobro del predial, que es el impuesto más poderoso de estados y municipios, para romper el cordón umbilical dependiente de la federación. Por lo mismo catastros que registren de forma adecuada, sistematizada a todas las propiedades.

Por ahí iría una Reforma Fiscal según Díaz Infante, en una primera etapa. Agrego en lo personal que se pueden inclusive crear impuestos o contribuciones para seguridad, vialidad, iluminación, educación y salud, tal y que la ciudadanía vea resultados constantes y sonantes en esos rubros.

No hablo de seguridad nacional, sino policías municipales y locales, capacitados y bien remunerados, que les otorguen la autoridad para la protección y seguridad de la ciudadanía, colonias, policías de aproximación, tránsito y turismo. Nada más.

La capacitación a estos policías puede quedar en manos de los profesionales de la seguridad privada legítimamente registrados, para evitar volver a caer en la capacitación por parte de las fuerzas armadas, que han demostrado ser inefectivas para las demandas civiles.

Hablamos de la coordinación de municipios y estados con empresas particulares de gran renombre y probada gobernanza, organizaciones como ASUME, pueden ser de gran valía para tal efecto.

Regresamos con Díaz Infante quien nos dice:

EDI: Por supuesto que la Reforma Fiscal significa subir impuestos. Por eso la Reforma Fiscal debe ser progresiva, comenzando por los que más tienen, por activos de los que más tienen, pero participaciones progresivas y tasas progresivas para toda la ciudadanía, insisto, de forma progresiva; en tiempos progresivos.

Una reforma fiscal como la que requiere México en una reconstrucción como la que clama nuestro país, se tendrá que hacer en varias décadas, o en varios sexenios, para que lo entiendan los políticos, pero sin bajar la guardia. Cambio de sexenio en materia fiscal deberá significar someterse al plan maestro, aunque este requiera de modificaciones, por las evoluciones tecnológicas, científicas, y necesidades de la población, por ejemplo a  2050, que ciertamente serán diferentes a las de la población 2024, máxime en hábitos, costumbres, tecnologías, capacitaciones y educaciones, combate al cambio climático, y recolección-transformación de básicos de sobrevivencia, como el agua.

La plática entre Enrique Díaz Infante y el que escribe, se extiende a la capacidad y voluntad política y operativa de estados y municipios para ejercer la fuerza de la ley, para cobrar tenencia y catastro. Si empiezan las desviaciones, excepciones, corrupciones, entonces no llegaremos a nada, y regresaremos a una población que, con toda razón, se negará a pagar esos impuestos locales.

La Reforma Fiscal, por lo que concluimos Díaz Infante y un servidor, deberá ser un modelo similar al aplicado en la evolución de las tasas de las Afores. Fue un lapso de unos 16 años. Bien podría darse entre 2025 y 2045 esta Reforma, que a su vez tenga poco a poco efectos positivos sobre pensiones, aportaciones sociales, mientras que el Impacto más importante lo tengan la educación y la salud, que a su vez impulsarán  la generación de ingresos formales, que incentiven la movilidad e inclusión sociales, para la incorporación de más mexicanos a la economía formal, de forma voluntaria, y así abandonar la informal.

Es la única manera de crear una base gravable de mexicanos beneficiados, de aquí, digamos al 2050. Es una labor titánica, sea que la presidencia del próximo sexenio recaiga en un gobierno morenista o de cualquiera otra denominación. La Reconstrucción Nacional debe comenzar ya, a partir del 2025.

 

Otra Clave de la Reconstrucción:  Las Pensiones

Para que tenga usted una idea, las pensiones han tenido una tendencia incremental impresionante: en el 2017 significaron el 3.7 por ciento del PIB; para el 2021, 4.7 por ciento; y para el 2022, 5.3 por ciento del PIB. Para el 2024 se calcula que el monto será del 6.5 por ciento del PIB.

Estos montos compárense con salud, -donde se invierte el 2.5 por ciento del PIB; educación, 3.1 por ciento del PIB (e ideologizada); infraestructura 2.9 por ciento del PIB. Es decir, en capital físico y humano, estamos gastando mucho menos que en pensiones.

Si bien es justo el pago de pensiones, implica frente a otros gastos que requerimos como nación, que nos estamos “descapitalizando” con rapidez. Lo anterior, sin saber por seguridad nacional, cuanto se destina del PIB a fuerzas armadas.

Si tomamos el promedio de la OCDE de recaudación del 34 por ciento del PIB en impuestos, México, -que es miembro de la OCDE-, paga 17 por ciento del PIB, más 6 puntos no recurrentes (petróleo), lo cual remienda, pero no resuelve.

Mientras eso no se corrija, nuestro país será subdesarrollado, con una población que tendrá problemas en la siembra de granos, hortalizas, en el que no podremos hacerle frente al crimen organizado, al tiempo que la descomposición social asombrará, vaya aterrará a propios y extraños, ante la impotencia, y en muchos casos, de la complacencia de autoridades federales, estatales y municipales.

Efrén Flores es licenciado en Economía. Durante más de 40 años se ha dedicado a la comunicación en medios electrónicos, impresos, digitales, con temas financieros, económicos, empresariales, estratégicos, RSE, PyMEs, y nuevas tecnologías que revolucionan a nuestro mundo. Es conferencista en México y en EEUU. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor. Efrén Flores nunca ha pertenecido a Partido Político alguno… hasta ahora.