El 6 de agosto —octavo mes del año, llamado así en honor del emperador romano Octavius Augustus (Octavio Augusto), vencedor de Cleopatra y Marco Antonio— debería servir como recordatorio mundial para que los seres humanos renieguen del uso de las armas, específicamente de las armas atómicas o nucleares. Que, en el último extremo podrían representar el fin de la Humanidad. Ese día, de 1945, a las 8.15 horas (tiempo local) hace ya 78 años, el gobierno de Estados Unidos de América (EUA) lanzó, desde el avión militar Enola Gay, la primera bomba atómica —llamada Little Boy: Niñito—, sobre Hiroshima, ciudad y puerto de Japón, situada en la costa meridional de la isla de Chugoku, fundada en el siglo XVI.

El estallido de este primer artefacto atómico, seguido tres días más tarde (9 de agosto) de otro parecido —llamado Fat Man: Gordo—, sobre Nagasaki, otro puerto japonés, en la isla de Kyushú, en el mar de China, tan antiguo como el anterior —por cierto uno de los primeros centros cristianos en Japón, donde fueron sacrificados 26 mártires japoneses el 5 de febrero de 1597–, asesinó a mansalva un total de entre 110 mil y 210 mil civiles; causando miles de heridos (incalculables) que murieron meses, años más tarde a consecuencias de la radiación atómica, víctimas de la leucemia, y cáncer de pulmón, tiroides y de seno.

El pretexto para lanzar las bombas fue acelerar el final de la Segunda Guerra Mundial. Ese fue el primer bombardeo de destrucción masiva de la historia, el inicio de la era nuclear. Hasta ahora ningún país ha vuelto a cometer esa salvajada. Por cierto, el septuagésimo octavo aniversario de tan innoble decisión pasó casi inadvertida en los medios, de la Unión Americana y del mundo. La memoria de los seres humanos es muy delgada, demasiado delgada. Apabullado por las bombas, el emperador del Japón, Hirohito declaró la rendición incondicional el 15 de agosto. EUA no le exigió su abdicación, pero ante sus súbditos perdió la “divinidad”. Sic transit gloria mundi. Aunque muchos habitantes del planeta ignoren tan vergonzante capítulo de la historia, sus consecuencias repercuten hasta los días que vivimos. Lo ideal es que “nunca se repita”. ¡Ojalá!

Los pros y los contra de haber utilizado dos bombas atómicas para dirimir un conflicto armado tan sangriento como lo fue la Segunda Guerra Mundial, no cesan desde hace casi ocho décadas. Como EUA es la única potencia que lo ha hecho, toda la argumentación es en su contra, aunque a últimas fechas Rusia ha amenazado con usarlas si su posición se vuelve crítica en la guerra contra Ucrania, algo que no se puede descartar. En la ceremonia del 78 aniversario del bombardeo atómico contra Hiroshima tanto el primer ministro japonés, Fumio Kishida, como el alcalde de la Ciudad mártir, Kazumi Matsui, pronunciaron sendos discursos en los que criticaron al gobierno de Vladimir Putin por sus “amenazas nucleares”, sin referirse a la decisión estadounidense de lanzar las susodichas bombas que dejaron un saldo de 140 mil muertos en Hiroshima y de 74 mil en Nagasaki.

Asimismo, el diplomático portugués, Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en un comunicado sobre el aniversario del bombardeo tampoco señaló a EUA como la única potencia que ha utilizado un arma de destrucción masiva contra civiles, y que hasta la fecha no se ha juzgado en tribunales internacionales. Pero sí criticó que “algunos países están blandiendo de manera imprudente el sable nuclear nuevamente, amenazando con usar estas herramientas de aniquilación”… “De cara a estas amenazas, la comunidad global debe hablar al unísono. Cualquier uso de armas nucleares es inaceptable”.

Cabe resaltar que al transmitir directamente desde el Parque Conmemorativo de la Paz, donde tuvo lugar el acto, solo el canal de Televisión TBS (abreviatura de Turner Broadcasting System, propiedad actualmente del canal por suscripción estadounidense WarnerMedia Entertainment), indicó que Washington fue el responsable del ataque nuclear.

El premier nipón, Kishida, afirmó que “Japón, como única nación que ha sufrido bombardeos atómicos en la guerra, continuará los esfuerzos por un mundo libre de armas nucleares…E           l camino para lograrlo se está volviendo cada vez más difícil por las profundas divisiones en la comunidad internacional acerca del desarme nuclear y por la amenaza atómica de Rusia…Dada esta situación, es aún más importante recuperar el impulso internacional hacia la consecución de un mundo libre de armas nucleares”. No por coincidencia la familia del premier japonés es originaria de Hiroshima, y en su intervención oratoria insistió en “que la devastación en las ciudades agredidas con armas nucleares jamás puede repetirse”.

Por su parte, el alcalde Kazumi Matsui agregó: “Los líderes de todo el mundo deben enfrentar la realidad de que las amenazas que ahora expresan algunos creadores de políticas revelan la locura de la teoría de la disuasión nuclear…y deben adoptar medidas concretas de inmediato para llevarnos del presente peligroso hacia nuestro mundo ideal”.

Que los gobernantes nipones se refieran a dos de los actos de guerra más horrendos de la historia contemporánea, no es simple cita literaria, fue algo que sucedió y cuyas consecuencias todavía lo sufren los descendientes de las infortunadas víctimas. Y los arsenales están rebasados. Demasiada irresponsabilidad. Además, los expertos aseguran que la humanidad está en peligro, como nunca, de sufrir una catastrófica (valga la redundancia) guerra nuclear. David Brooks, periodista estadounidense que publica en México su columna American Curios, refiere lo siguiente: “Las manecillas del llamado “reloj del día final” creado en 1947 por el Boletín de Científicos Atómicos —organización fundada por Albert Einstein y varios científicos relacionados con la creación de las armas nucleares que después se volvieron disidentes—, fueron avanzadas este año a 90 segundos antes de la medianoche, lo más cercano jamás a esa hora que representa el apocalipsis”.

“Aunque se han logrado reducir los arsenales nucleares en los últimos años —agrega Brooks—, aún se calcula que existen unas 12, 500 bombas nucleares, con 89% de éstas en manos de EUA y Rusia, reporta el Federation of Americans Scientists”.

En suma, casi ocho décadas después del Apocalipsis en Hiroshima y en Nagasaki, en el marco de la artera invasión de Rusia a Ucrania, la amenaza de otro conflicto nuclear está latente. Por fortuna, todavía hay personajes diplomáticos experimentados que advierten que la Unión Europea no está en guerra con Rusia y que lo importante es “evitar la Tercera Guerra Mundial”. En reciente entrevista, el español octogenario Francisco Javier Solana de Madariaga, sobrino del inolvidable escritor Salvador de Madariaga, historia viva tanto en la península como en el Viejo Continente, ex secretario general de la OTAN y ex jefe de la diplomacia de la UE, advierte que “el riesgo es que todos los problemas del mundo exploten a la vez. Hay que gestionar con sentido común” y, que le “preocupe que China se ha convertido en un monotema para EUA” y, espera, que “esto no acabe en un conflicto armado”… “Si hubiera un momento en que Estados Unidos y Europa tuvieran la necesidad, por razones del comportamiento de Moscú, de entrar en una guerra nuclear sería tremendo, sería la Tercera Guerra Mundial. Por tanto, hay que hacer todo con equilibrio e inteligencia. Estamos ayudando a un país atacado, pero no estamos en guerra con Rusia”. De otra suerte, abur, VALE.