El tiempo con su velocidad inexorable nos tiene a 13 meses y medio para que concluya el actual gobierno. Los medios siguen escuchando la voz dominante insultante del inquilino de Palacio, quien vive instalado en un país paralelo e irreal, además de obsesionado por convencer para vender su verdad día con día, con su propaganda y ataques a todo y a todos. Abordar la inseguridad y su creciente espiral de muertes y violencia o la polarización y encono que conscientemente el presidente ha generado entre los mexicanos, nos pone en alerta sobre los acontecimientos que veremos seguramente en un futuro próximo, con las elecciones en puerta que disputan el gobierno de México los dos grandes bloques: Morena y sus aliados y el Frente por México con la Coalición de los partidos de oposición y la Sociedad Civil Organizada, y en adición en el contexto del desenlace sobre las advertencias que realizaron al presidente los mandatarios de Estados Unidos y Canadá sobre la Inseguridad en México y la violación al Tratado de Libre Comercio.

La primera semana de septiembre próximo habrá ya resultados sobre la designación de candidatos o candidatas de cada uno de los bloques políticos, las precampañas llegan a su fin, por su lado las desangeladas giras con los acarreados que cada uno pudo lograr en los “mítines” de los precandidatos del presidente, y por el otro las firmas, debates y encuestas de los precandidatos de la oposición, tienen a la población con la atención en el resultado final.

A dos semanas del quinto informe de gobierno, el presidente prepara sus “otros datos” del México que sólo él y sus cercanos perciben, la realidad para el resto de la población es muy diferente; las cifras de seguridad, corrupción, desabasto de medicamentos, calidad de la educación, pobreza extrema, y otros indicadores de este gobierno siguen con la misma tendencia que perfilaron desde el inicio de su administración.

Hoy nos preocupa el futuro, vivimos con el deseo de poder predecirlo, y buscando respuestas ocultas con incertidumbre, podemos decir que nada está escrito, el futuro dependerá de la perspectiva que podamos tener del mismo. El futuro es un misterio que no está predeterminado y que cotidianamente todos y cada uno de los actores de nuestra democracia estamos construyendo a cada instante.

Así, cada vez que nos sentimos abrumados de tanta información contradictoria, cada vez que, saturados con tanto cinismo desde el poder, volteamos a otro lado, cada vez que dejamos de señalar, de mencionar, de escandalizarnos por cada nuevo descalabro, estamos construyendo ese futuro de desesperanza aprendida, como la rana que no intenta saltar del sartén porque ha sido calentada lentamente. Cuando alzamos la voz, cuando participamos activamente y elegimos involucrarnos, aunque nos llene de angustia la incertidumbre, construimos un futuro democrático para nosotros y las siguientes generaciones.

La perspectiva en este momento puede cambiar todo, mirar a la democracia desde todos los ángulos posibles, en lo local, en cada estado, municipio y colonia, y tal vez la mayoría de las personas piensen con un tono de derrota, que no tienen gran cosa que aportar a la democracia, pero la democracia empieza en casa, con la pareja, con los hijos, con la familia más cercana, involucrando a cada miembro de la familia con entusiasmo, generando debates de ideas con argumentos y enseñando a sustentarlos.

En los últimos 20 años en México han habido diversas transformaciones políticas, sin embargo la cultura política del ciudadano mexicano se ha quedado estancada; nuestra sociedad presenta características que no propician la participación de los ciudadanos de manera activa, en amplios sectores de la población hay un gran desconocimiento de las acciones públicas, y una gran desconfianza en las instituciones y en los procesos democráticos, lo cual propicia que en las estructuras de gobierno existan rasgos autoritarios apoyados en el clientelismo y el corporativismo propiciado por los partidos políticos.

El despertar de ese gigante que es la Sociedad Civil, no es una moda, es una urgente necesidad, porque una auténtica democracia va más allá del ejercicio electoral; supone una participación real de los ciudadanos en las grandes decisiones del gobierno. Sólo mediante el ejercicio de un verdadero gobierno democrático, se consigue una mayor participación de todos los sectores de la sociedad en la vida política, con objeto de promover la justicia social, luchar contra la corrupción y atacar de raíz las causas de la marginación. La participación de la sociedad civil en la elaboración de políticas públicas de Estado nos lleva a la apropiación del país, a que cada uno de nosotros sintamos que México nos pertenece, y que somos capaces de transformarlo.

La lucha por la vigencia eficaz del Estado de Derecho, como única opción real para asegurar la convivencia pacífica, para el mejoramiento de la vida colectiva, se actualiza día con día y en cada hogar y familia, tanto en la teoría como en la práctica. Si queremos realmente un cambio para vivir en un verdadero Estado de Derecho como una Democracia Plena, debemos participar, convocar a todos y en particular a los jóvenes entre 18 y 30 años que no se han interesado por el ejercicio del voto, que dejen la apatía y el miedo, debemos tomar la iniciativa y organizarnos para poder ser más participativos y no dejar que otros decidan por nosotros.