José María Iglesias Inzáurraga, reconocido jurista, destacado académico, extraordinario historiador, combativo periodista, político de corte liberal y ejemplar Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En esta entrega me ocuparé de un importante período en la vida de Iglesias, durante la intervención francesa.

Continuando con nuestro relato, cuya fuente sigue siendo la biografía publicada por la Suprema Corte: José María Iglesias Inzáurraga. Político, republicano y hombre de la judicatura.

Para nuestro ilustre personaje no fue obstáculo, al volver a la vida privada publicar un importante número de artículos periodísticos en defensa de la causa liberal, los cuales realizó de forma anónima debido a las persecuciones hacia el partido liberal. Sin embargo, el triunfo de los liberales en la batalla de Calpulalpan, hizo posible su retorno a la vida pública. En 1860, Fue nombrado Administrador General de Rentas e inició la restructura de la Secretaría de Hacienda.

En 1861, el Presidente Juárez nombró a Guillermo Prieto Secretario de Hacienda y éste invitó a Iglesias como Oficial Mayor. No obstante la intachable conducta de ambos, fueron duramente atacados y criticados por sus adversarios, razón por la cual ambos presentaron su renuncia e Iglesias se hizo cargo de la Aduana de México.

En ese mismo año, Juárez suspendió el pago de la deuda externa, con lo que se provocó el rompimiento de relaciones diplomáticas con Inglaterra, Francia y España, quienes en la firma de la Convención de Londres acordaron enviar sus ejércitos a México para exigirle el cumplimiento de su compromiso. Con el objeto de intentar que el problema se resolviera por la vía de la negociación y evitar un enfrentamiento armado, las partes involucradas firmaron los denominados acuerdos preliminares de La Soledad; sin embargo, estos se rompieron por la actitud de los franceses comprometidos con el proyecto de monarquía en México. España e Inglaterra retiraron sus ejércitos y los franceses continuaron avanzando.

En el año siguiente el General conservador Antonio Taboada desconoció el gobierno de Benito Juárez a través del Plan expedido en Córdoba, en el que se designó presidente a Juan N. Almonte. Gobierno que fue disuelto por el General francés Elías Federico Forey, quien en junio de 1863 promovió la creación de La Junta Superior de Gobierno, que más tarde se denominó Junta de Notables. Se tomó la decisión de que México tendría un gobierno monárquico moderado, el soberano tomaría el título de emperador y esta corona se ofrecería al Príncipe Austriaco Federico Maximiliano de Habsburgo. Cargo que Maximiliano acepto y juró el 10 de abril de 1864, en el palacio de Miramar.

Un importante testimonio de este período de la historia de nuestro país, fue desarrollado por Iglesias, a instancias de quien en 1862 fuera Secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Doblado: Las Revistas Históricas sobre la Intervención Francesa en México, cuya publicación se realizó en la ciudad de México, durante 14 meses, de abril de 1862 a mayo de 1863.

Otros trabajos literarios de gran valía elaborados por Iglesias relacionados con la intervención francesa, fueron: La Oración Fúnebre al Gral. Don Ignacio Zaragoza y El Discurso Cívico, pronunciado en 1863 para conmemorar el primer aniversario de la Batalla de Puebla. En ambos discursos, su ágil pluma, reveló una creación literaria cargada de fervor patrio, de sentimientos nacionalistas, resaltando la actuación heroica del ejército mexicano al mando del Gral. Zaragoza.

En los días posteriores la situación se tornó adversa para el gobierno de Juárez y tuvo que abandonar la capital. Iglesias, tomó la decisión de acompañarlo en su peregrinaje por San Luis Potosí, Saltillo, Monterrey, Chihuahua y Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez). No era la primera vez que abandonaría el país por una intervención extranjera, ya lo había hecho en 1847, pero ahora las circunstancias personales eran distintas, ya se había casado y formado una familia de la que debía separarse, aunado a un precario estado de salud que se agravó a tal grado que en Saltillo estuvo a punto de morir. Pero nada impidió que este gran mexicano cumpliera con lo que su convicción le dictaba de acompañar a su legítimo Presidente.

Durante este período Iglesias continuó con la publicación de las revistas sobre la intervención francesa, hasta octubre de 1866, desafortunadamente, sus múltiples ocupaciones oficiales le impidieron publicarlas hasta la conclusión de dicha intervención.

Después de este abrupto recorrido, el 15 de mayo de 1867, el imperio y los conservadores fueron derrotados en Querétaro. Maximiliano fue fusilado en el cerro de las Campanas, junto con los Generales Miramón y Mejía.

Posteriormente el Presidente Juárez, Lerdo de Tejada e Iglesias, entre otros, participaron activamente en la restauración de la república y el saneamiento de las finanzas. Iglesias fue electo diputado y al concluir su mandato, el Presidente Juárez lo nombró Secretario de Gobernación. Entre sus muchas ocupaciones en esta encomienda le dio singular importancia a su participación constante en el Congreso para explicar la motivación de las políticas públicas de iniciativas relevantes para la reestructuración del país. Iglesias afirmó que le producía gran satisfacción apoyar a un gobierno que siempre pretendió sostener sus actos por medio de la razón.

En octubre de 1869 Iglesias pasó al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Cargo en el que, entre muchas otras cosas, refrendó la promulgación del Código Civil, con lo cual culminó la obra iniciada por Justo Sierra. De gran aportación, fue la petición de creación del Semanario Judicial de la Federación, como el periódico para publicar, entre otros documentos, las sentencias de los tribunales federales, los pedimentos del Procurador General de la Nación y los acuerdos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que por decreto de 8 de diciembre de 1870 expidió el Presidente Benito Juárez.

A la muerte de Juárez asumió el Poder Lerdo de Tejada. Iglesias regresó a su antiguo puesto de Administrador de Rentas del Distrito Federal en el que permaneció hasta 1873, fecha en que fue electo Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Vaciló mucho en aceptar esta postulación pero convencido de que se trataba de un auténtico poder, situado al mismo nivel de los otros dos, que tiene en su responsabilidad la honrosa tarea de ser el auténtico intérprete de nuestra constitución, asumió el cargo con gran dignidad.

Realizaré una entrega más de esta interesante historia para narrar la visión de Iglesias en la trascendencia de la autonomía e independencia del Poder Judicial Federal.

La autora es ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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