En esta temporada de precampañas, los aspirantes y corcholatas de Morena y de Frente Amplio por México “promueven” intensamente la lectura. Vemos en las salidas de la CDMX y las principales ciudades del país cientos, quizá miles, de espectaculares promocionando el libro del excanciller Marcelo Ebrard o del senador y presidente de la Mesa Directiva del Senado, Alejandro Armenta o de revistas con sendas entrevistas con corcholatas nacionales o locales. Al filo de la legalidad, tirios y troyanos aprovechan las áreas grises de la legislación electoral para hacer publicidad disfrazada de periodismo o literatura.

Internet y particularmente, las redes sociales cambiaron la comunicación. Las editoriales y medios de información, ahora llamados tradicionales, tienen que adaptarse rápidamente a los nuevos tiempos o desaparecer. Los columnistas y articulistas somos una especie en peligro de extinción. La opinión crítica, responsable y justificada, la que desarrolla ideas o conceptos en quinientas o mil palabras, cede su lugar y protagonismo a Influencer, youtuber y “tiktokeros”, algunos de ellos bien informados, pero la mayoría solo inmersos en las mareas de las tendencias o el volumen de conversaciones. No importa la verdad o el análisis, solo los “me gusta” y las ganancias de la “monetarización” de contenidos.

El 2023 es un mal año para el periodismo en México. No sólo por el asesinato de colegas y comunicadores, sino porque casas editoriales de muchos años cerraron sus puertas o a marchas forzadas tuvieron que reinventarse para sobrevivir en un medio hostil. Hace unos meses, la revista Proceso dejó de publicar su versión impresa semanal.  Sin ir más lejos, nuestra casa editorial, la revista política más antigua de México, se publica sólo electrónicamente. Proceso y Siempre son dos de los pilares de la libertad de expresión. Lo han sido por muchos años y lo seguirán siendo.

Nunca he visto y no creo que veré, una portada de Proceso o de Siempre en espectaculares, promoviendo candidaturas o precandidaturas al filo de la ley. Son revistas de investigación, de opinión, de crítica. Se puede estar de acuerdo o no con los que aquí escribimos, puede haber polémica, cuestionar sus fuentes o presentar. Divergentes, pero son esfuerzos serios, consistentes y responsables de libertad de expresión, amparados por la Constitución. Todos los que aquí escribimos, somos responsables de nuestros dichos.

Así las cosas, mientras las revistas y medios que hacen periodismo de crítica, de opinión o reportajes de investigación, viven tiempos complicados; las revistas y publicaciones como Mundo Ejecutivo, Líderes y Valores, cuya única función es vender propaganda disfrazada de entrevistas a personajes que desean promocionarse viven en tiempos de bonanza. ¿Cuánto valen los convenios con estas revistas?

Democracia de espectaculares y bardas vivimos y padecemos esta temporada. Esto no fortalece a la democracia, ni al debate público y poco, muy poco, ayuda a las aspiraciones de corcholatas y precandidatos de la oposición. Sólo les deja una buena tajada de ganancias a un grupo de empresarios editoriales y periodísticos. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

@onelortiz

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