A pesar de la abundancia de información, del avance científico y de la posibilidad de un amplio intercambio de información, hay varias teorías de la conspiración que se niegan a morir.

Un ejemplo es el tema que manejan los llamados terraplanistas, que aseguran que la Tierra es plana, a pesar de las evidencias en el sentido de que nuestro planeta es redondo, incluso con los frustrados experimentos de alguien de dicho grupo que acabó perdiendo la vida.

La otra que persiste en el tiempo es la creencia de que no se llegó a la Luna, también en contra de las pruebas que existen, incluso de la falta de denuncia de la entonces Unión Soviética que llegó a recibir como héroe a Neil Armstrong, el primer astronauta en pisar suelo lunar.

Se trata de verdaderos ejemplos de fanatismo, pues los creyentes en estas dos teorías no aceptan ningún argumento que vaya en contra de las ideas que ya tienen establecidas.

Finalmente, la más reciente tiene que ver con el movimiento político de Donald Trump, quien ha apoyado las teorías expresadas por un misterioso personaje autonombrado QAnon, que ha formulado teorías tan absurdas como la del Pizzagate que involucra un grupo pederasta, o lo del llamado Estado profundo que es la causa principal para que no avance su candidatura.

Cómo decíamos al inicio, a pesar de toda la información disponible, hay teorías de la conspiración que se niegan a morir.