El presidente de Chile, Gabriel Boric, logró que AMLO y otros nueve jefes de Estado firmaran un documento denominado “Compromiso de Santiago”.

Basta con leer el punto número uno para saber que el presidente mexicano no supo lo que suscribió. El apartado más importante obliga a los firmantes a “Cuidar y defender la democracia, respetar la Constitución, las leyes y el Estado de Derecho…”

Dice también que los gobernantes se obligan a condenar la violencia y a fomentar el diálogo, que las diferencias deberán tener una solución pacífica respetando siempre derechos humanos.

Dos días después de la firma, el mandatario mexicano llegó al país para vetar la presencia del Poder Judicial en las festas patrias con el argumento de que son adversarios de su gobierno y de la “transformación”.

Boric parece haber redactado el texto con especial dedicatoria para López Obrador. De todos los ahí firmantes, el presidente mexicano destacaba por ser el más autoritario de todos al operar como un violador consuetudinario de todos los preceptos democráticos.

El “Compromiso de Santiago” se firmó para recordar los cincuenta años del golpe de Estado en Chile en contra del Presidente Salvador Allende. La intención fue decirle al mundo, pero en especial a América Latina: nunca más una dictadura.

Nunca más un pinochetazo, nunca más la fuerza represiva militar por encima de las instituciones civiles. El mensaje de Boric estuvo dirigido a quienes imitan en sus países lo que hizo el “gorilato”: violar la división de poderes, disolver al Poder Judicial para imponer ministros y jueces a modo, perseguir y castigar las libertades, encarcelar a los adversarios, dar golpes de Estado para anular resultados electorales.

López Obrador oía, pero no escuchaba el discurso del Presidente chileno. En las fotografías aparece con la actitud autoritaria de un facho y la mirada perdida en el infinito. Tan no quiso entender que -a pregunta de reportero-, dijo que el Compromiso de Santiago era una “maravilla “porque era pacifista y hablaba de la unidad de los pueblos.

AMLO dice ser un ferviente admirador de Salvador Allende, pero él sabe que se parece más a Augusto Pinochet. Tan es así, que lleva cinco años militarizando al país, entregando cargos, negocios y recursos multimillonarios a las Fuerzas Armadas para garantizar su sumisión en caso de que las necesite.

López tiene el ADN pinochetista. Él como el general golpista ha destruido instituciones y décadas de conquistas políticas. Él, como la cabeza de uno de los regímenes más sangrientos y represivos de la historia reciente, le gustaría mandar al exilio o enterrar en la cárcel a sus adversarios.

López Obrador fue a Chile a condenar un golpe de Estado cuando él prepara otro en su país. Cuando utiliza ilegalmente todos los recursos públicos para construir una poderosa maquinaria electoral que logre imponer por la fuerza a Claudia Sheinbaum en la presidencia.

La firma del “Compromiso de Santiago” fue una simulación más del mandatario más autoritario que ha tenido México. Se viste de demócrata en el extranjero cuando aspira a ser un Pinochet adentro.

 

@PagesBeatriz

 

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